domingo, 1 de agosto de 2010

FALLEN ANGEL CAPITULO 4


Hello, pequeños aliens! ¿Cómo pasaron la semana? A mi se me paso volando XD Pero igual la pase súper feliz. Espero que vosotras también la hayan pasado estupenda. Aquí les dejo el siguiente episodio que esta contado únicamente por Bill… Ya explicaré por que, o puede que se den cuenta mientras leen. Y si, Bill sigue tan gracioso como siempre, me encanta este personaje, tiene unas cosas que a nadie se le ocurrirían pero obvio! Es Bill Kaulitz! XP Bueno, aquí se lo dejo, espero lo disfruten. Se cuidan mucho eh? Besos!









Capítulo 4

By Bill

Cuando escuché la afeminada voz metalizada a través del teléfono me quedé paralizado. ¿Cómo mierda había conseguido esa tipa el teléfono de Gus? Era imposible que yo me hubiera equivocado de número, había llamado a mi amigo un millón de veces, le había mandado mensajes, y había sido él quien me había contestado. La otra opción era que la chica estuviera con él. No era del todo imposible pero sabiendo que después de que abandonáramos el hospital lo había dejado en su casa, solo, y yo me había ido a la mía, la idea de que estuviera con alguien no cuadraba con mi parte de la historia. A no ser… ¡un momento! ¿Y si esta tía era una psicótica asesina que tenía secuestrado a mi mejor amigo y a toda su familia? En estos días nada podía extrañar que la loca entrara a la casa y se apoderara de joyas, dinero… ¡quien sabe! Ai, no, de verdad, Bill eres un paranoico. La casa de Gus estaba bien protegida con alarma que alertaría a la policía en cuanto detectara algún movimiento extraño en el interior… Asi que… ¿qué hacía esa chica con el teléfono de mi mejor amigo?

-¿Quién eres tú y que has hecho con Gustav? – pregunté, decidido. La tipa se rió. ¡Se río! ¡En mi propia cara! ¡Pero será…!
-Supongo que eres Bill, ¿no? Tu amigo me advirtió que llamarías.
-¿Qu… qu… que? – pude decir al fin Ella rió de nuevo. Me dieron ganas de estrangularla. - ¿Dónde… dónde está Gustav? – me temblaba la voz, estaba nervioso, estaba… ¿llorando? No, aún no, pero casi. Noté un nudo en la garganta.
-Tu amigo está bien. No le hice nada… aún.
-Mira, gilipollas, como no me digas nada más que eso, como no me dejes hablar con Gustav y asegurarme que está bien… voy a… llamar a la policía y… - ella rió aún más alto ¿no se suponía que amenazar con llamar a la policía ponía a estos tipos nerviosos y rápidamente aceptaban tus condiciones? ¿por qué mierda se reía entonces? – y… te encontrarán… ¿por qué te ríes? – me descubrí preguntando.
-Tu amigo está bien, paranoico. Se dejó el móvil en el hospital y por eso lo tengo yo aquí. Dile que si quiere recuperarlo se pase por la habitación 390. Pero no le prometo nada… Puedo venderlo al primer pringado que se me cruce por delante. – y colgó.

Colgó así, sin más. Dejándome con la boca abierta, con las palabras en la garganta que se morían por salir, los ojos rojos henchidos de rabia, el nudo en la garganta me lastimaba, los puños me temblaban, la sien me palpitaba. Había estado jugando conmigo la muy hija de puta, desde el primer momento, iba a… ¡iba a ser yo quien fuera a ese hospital, el que recuperara el móvil de Gus y el que iba a dejarle las cosas claritas a aquella imbécil! Eso iba a hacer. No iba a quedarme de brazos cruzados viendo como aquella estúpida se reía de mí. Así que cogí mi chaqueta, me puse las botas y salí por la puerta de mi cuarto. Mi madre hacía tiempo que había vuelto al trabajo. Era sábado pero eso a mi madre le daba igual. Siempre estaba en el hospital. Prácticamente era su segunda casa. Mi madre era pediatra en el hospital. Estaba estudiando la carrera cuando conoció a papá, se enamoró, quedó embarazada, dejó los estudios y se dedicó a cuidarnos a mi hermano y a mí. Ante la separación, mi madre volvió a la universidad y se graduó en Medicina. Le encantaban los niños y estuvo segura desde el principio que su especialidad era la pediatría. Que mi madre fuera también mi doctora era algo que tenía sus pros y sus contras. Lo bueno era que nunca tuve que hacer colas ni esperar en una sala llena de niños enfermos y lo malo es que la excusa “No voy al cole porque me encuentro mal” no funcionaba conmigo. A mi madre le hubiera gustado que alguno de nosotros estudiara medicina como ella, pero siempre preferí el estudio de las personas, no de forma física o científica, sino de forma psíquica, mental, estudiar el comportamiento humano, observarlo y tomar anotaciones. La Psicología era algo que me gustaba. En cuanto a mi hermano… Ni idea. Nunca supimos que era lo que estaba estudiando o si logró graduarse en el instituto. Volviendo al tema principal: mi rabia y el teléfono de Gustav. ¿Cómo iba a ir hasta el hospital? No tenía coche. ¿Un taxi? Dinero no es que tuviera mucho. ¿Un autobús? ¿En serio? ¿Un anticuado, húmedo y frío autobús? Bill, déjate el lujo, ahora es lo que mejor puedes permitirte. Dirigí mis pies hasta la parada de bus más cercana muy a mi pesar. Nunca me había gustado ese tipo de transportes, la gente demasiado cerca de mi, eso por no hablar de si te quedabas sin asiento; odiaba ir de pie, y si tenías la suerte de conseguir uno, puedes apostar a que en la siguiente parada hay alguien a quien cederle el sitio que tanto te ha costado conseguir, solo para parecer bien educado cuando por dentro estás maldiciendo cualquier cosa que encuentres, pero sonríes, te levantas y le cedes el sitio a la embarazada o persona mayor de turno. Los taxis eran mucho mejor pero un paseo desde casa hasta el hospital podía costarme lo menos quince euros que no tenía y que si tenía prefería gastármelos en algo para mí. Ahí estaba, mi egoísmo otra vez. Pero no me importaba, la gente que me rodeaba ya estaba acostumbrada a él y siempre bromeaban con eso, en realidad nunca me crucé con alguien a quien realmente le molestara esa parte de mi y si lo había hecho nunca me habían dicho nada al respecto. Después de media hora esperando el mugroso vehículo, éste llegó y para colmo estaba lleno. Pregunté al conductor cual era la parada que me dejaba más cerca del hospital y me respondió de mala gana que era la antepenúltima, casi en las zonas alejadas de los barrios altos, asentí con la cabeza dándole las gracias y corrí a buscar asiento. Una joven que estaba sentada sola me indicó que podía sentarme a su lado. ¿Qué edad tendría? ¿16? ¿17? Parecía más joven que yo al menos. Llevaba con ella la mochila de la escuela y una carpeta forrada con imágenes de sus ídolos: Green Day, My Chemical Romance… Le sonreí y rápidamente volteé la mirada al frente, llevando mis propios auriculares a los oídos. Pensé en el hospital, en por qué lo habían construido tan cerca de los barrios bajos. El terreno era barato y bastante amplio. Antes de empezar a construirlo las máquinas encontraron bastantes jeringuillas usadas, trapos sucios, algún que otro colchón deshecho con las hebras salientes, sucio y húmedo, y si… también cuerpos; muchos de ellos de animales, ratas, perros, gatos, pero otros no corrieron esa misma suerte y resultaron ser restos humanos. Se llevó a cabo una investigación, por supuesto, pero el causante de esas muertes nunca fue hallado. ¿De verdad la policía creía en serio que iban a atrapar a esa persona que perfectamente podía haber huido del país justo después del crimen y viendo como estaban los restos diría que había sido mucho tiempo atrás? Y otra pregunta, ¿no había policía en los barrios bajos que se encargara de q ue cosas como esta no sucedieran? ¿qué tan mal iban las cosas por aquellas calles? En fin… Por mucho que quisiera cambiar el mundo sabía que no podía hacerlo… de momento. Al menos ahora me conformaba con poner en orden mi vida. Descubrir quien era aquella tipa que me había hablado desde el teléfono de Gus, cantarle las cuarenta por haberme hecho creer que tenía secuestrado a mi amigo, dejarme con la palabra en la boca… Un momento, en ningún momento ella me dijo que tenía secuestrado a Gus. Habían sido todo ilusiones mías, mis propias paranoias, mi propia mente causándome una mala pasada. Es igual, ella tenía la culpa por no haberme desmentido nada. Bajé del vehículo cuando llegué a mi parada y arrastrando los pies me dirigí hacia la puerta del hospital pensando en lo que iba a decirle a aquella desconocida chica. Vamos, Bill, tu puedes, con un buen par de… Ella no te va a hacer nada, solo es una chica ¿qué va a hacer? Recordé la frívola voz con la que me había hablado, su escandalosa y fría risa… De acuerdo, campeón, esta no era una chica normal, no es como las chicas con las que has tratado hasta ahora, no iba a ser una dulce niñita asustada, no iba a ser una llorona niñita despechada. Ibas a enfrentarte a una mujer de verdad, sin puntos débiles aparentes, una loca tal vez, porque… ¿Qué le había pasado para que estuviera en el hospital? Ai Dios… ¿Y si estaba loca de veras? Tragué saliva al tiempo que las puertas de cristal se abrían para dejarme paso. Caminé por los pasillos repasando mentalmente mi plan. Entraría a la habitación, cogería el teléfono y me largaría. La operación no exigía intercambio masivo de palabras, tal vez algo como: ¿Me das el teléfono, por favor? Y un Gracias estaría bien. Luego me marcharía. Más me valía no cabrearla demasiado, si estaba loca igual me atacaba y no se yo si podría pararla… Yo no era lo que podría decirse un chico de gimnasio con los músculos de los brazos marcados y trabajados, es mas estaba bastante delgado, que no anoréxico, y mis brazos no eran nada del otro mundo. Tal vez podía ser rápido y salir de la habitación antes de que ella me atrapara, era una buena opción. De pronto me descubrí ante la puerta con el número que ella me había indicado. 390. Lo miré un par de veces más para asegurarme, tragué saliva varias veces también antes de posar la mano sobre el pomo de la puerta. Sentí mis brazos sin fuerzas… ¿Me estaba acobardando? ¿Yo? Por favor, Bill se un hombre, joder. Esta bien, esta bien… Allá vamos. Respira hondo. Gira el pomo de una vez, con valentía… Ai es que no puedo. ¡Se acabó! ¡Abre la puerta de una vez, marica! ¿Acababa de llamarme a mi mismo marica? Definitivamente me estaba volviendo loco. Respiré hondo… No iba a pasarme nada. Decidido de una vez por todas abrí la puerta y entré. Me encontré con un hombre bastante gordo tumbado en una cama, me estaba mirando como si fuera algo comestible. ¡Me cago en la puta! ¡Pero, ¿qué mierda es esto?! ¿Acaso tengo un cartel puesto que diga “miradme todos soy una pequeña zorra”? Ag, los odio. Me mordí el labio inferior en un intento de no dejar escapar las palabras que se morían por salir y que pasaban a toda velocidad por mi cerebro. Respira, Bill, respira; me recordé. Lo hice.

-Tu amiga está ahí – con voz ronca me indicó el otro lado de la habitación separado por una cortina blanca.

Uno: ella no era mi amiga; y dos… ¿cómo sabía ese tipo que había venido buscando a la chica que estaba allí y simplemente no me había equivocado de habitación? En fin… Me dio realmente igual. Con pasos lentos adelanté un pie detrás de otro pasando al interior de la habitación y cruzando ésta en línea recta. Me paré cuando estuve al lado de la cortina. No iba a pasar más allá. Allí podía ser más rápido al salir corriendo. Alcé la mirada y…. la vi.

De espaldas a mi, mirando por la ventana, sentada sobre el alfeizar de ésta tenía la vista clavada en algún punto en el horizonte, encogida sobre sí misma, abrazada a sus piernas, largas, delgadas y tan blancas como la nieve, la espalda recta apoyada en el muro del enorme ventanal, la larga melena bicolor cayéndole en cascada hacía un lado, formando leves ondulaciones de color blanco platinado sobre el liso cabello negro azabache. Apenas tenía bello en los brazos, que eran tan blancos y delicados como la piel de sus kilométricas piernas, alrededor de sus muñecas numerosas pulseras de hilo y algunas metálicas, coloreadas y con varios colgantes que chocaban unos con otros cada vez que ella movía alguno de los brazos de forma sutil y entretenida. Sus manos, cuidadas aunque con algunas heridas, de largos y finos dedos, eran sin duda las más preciosas que jamás había visto. Las uñas cortas y con un toque de brillo como único detalle demostraban que pretendía ser cuidadosa a la vez que hacía entender que no tenía tiempo para más. Casi sonreí hasta que vi el anillo en su dedo corazón. Un anillo de plata, sencillo, sin ninguna inscripción, sin ningún detalle. Creí que había visto uno igual en otra parte… De pronto recordé a qué había venido, me pregunté cómo había podido olvidarme de aquel pequeño detalle. Abrí la boca para llamarla, decirle que estaba allí, llamar su atención de alguna forma pero recordé que no sabía su nombre, y llamarla con un “Eh, tú” me parecía de lo más grosero.

-Ehm… - empecé a decir caminando hacia ella. Pero no hizo falta decir nada más.

Ella se giró a la velocidad del rayo y pude ser testigo de aquellos enormes hermosos ojos verdes que tenía, de su rostro aniñado, los pómulos altos, su perfecta nariz, sus carnosos labios entreabiertos, la textura de su delicada piel que me moría por acariciar, por tocar… En aquellos momentos sentí como mi propio corazón se aceleraba, bailando al ritmo de un frenético compás, sentía como la respiración se me agitaba tras haber desaparecido segundos después de haberla visto completamente. ¿Qué me estaba pasando? No entendía nada, ni quería entenderlo… Era… Era… Hermosa. Sabía que me estaba comportando como un estúpido pero no me importó, no me importaba nada. Ahora mismo podía sentirme como un eslavo en manos de su dueña. ¿Me…? ¿Me estaba enamorando? ¿De una completa desconocida? ¡por favor, Bill! ¿Qué puede ser más patético que eso? Habla, di algo, pídele lo que has venido a buscar, asúmelo, no estas enamorado, el amor a primera vista ¡bah! Cuentos chinos. Todo es mentira, Bill, producto de tu imaginación… Mi otro yo tenía razón, estaba siendo increíblemente estúpido. ¿Quién era aquella chica? Absolutamente nadie. Alguien a quien no ibas a volver a ver el resto de tu vida. Solo un fantasma sin nombre en un momento determinado de tu vida que no tienes más remedio que enfrentar. Respire dos veces antes de mirarla de nuevo a los ojos y pedirle el móvil. Ella rió mientras de un salto, se ponía de pie y caminaba hacia la cama y la mesita de noche tomando el aparato en las manos y tendiéndolo hacía mí. Alargué una mano para cogerlo pero con un movimiento rápido ella lo llevó hacia su pecho. Me quedé atónito.

-Soltando cincuenta euros- ¿Comooooo? ¡Encima pretendía cobrarme la muy…!
-¿Qué? ¿Pretendes que te lo compre? – ella rió.
-Nada en esta vida es gratis, baby. Asi que si quieres el teléfono tendrás que pagarme. A decir verdad, el precio es muy inferior al original. Hasta te sale más barato. – ¡Y una mierda!
-No llevo nada encima- Pero, ¿qué estoy diciendo? ¡Te está utilizando, Bill, joder! Parece que no tienes sangre en las venas… Lo que yo decía… Como un títere en sus manos.
-Mala suerte, amigo. – y lo guardó encogiéndose de hombros.

Genial, ¿y ahora qué hacía? Lo único que tenía de valor era mi colgante y por nada del mundo iba a… Joder, ¡esta bien! Esta me las pagas, Gustav, que lo sepas. Con muchísimo dolor me saque la larga cadena del cuello y se la tendí, esa cadena y el colgante costaban casi una tercera parte más de lo que ella me pedía pero era lo único que podía ofrecerle con un poco de valor. Se lo tendí pero no se lo di, no hasta que no tuviera el móvil en las manos, estaba claro que ya no podía fiarme de ella en lo más mínimo. Ella río ante mi gesto.

-Haces bien, moreno. A la de tres. Tú me das eso y yo te doy el aparato. – nos colocamos en posición, ambos con los brazos extendidos y las manos preparadas para agarrar lo que nos proponíamos. Ella empezó a contar… - Una… Dos… Y…
-¡Tres! – exclamé tomando el móvil y dejando caer el colgante en sus manos. Ya estaba hecho. El trato no es que hubiese sido demasiado limpio pero me bastaba con eso, aunque había tenido que dejar algo mío en el camino. Ahora mi “amigo” iba a tener que recompensarme con uno igualito…

Me reí para mis adentros cuando supe que eso jamás lo haría, sabía que solo me diría que había sido un estúpido y que él no iba a pagar por nada… Pero en fin, igual si le insistía mucho… Bien, Bill, hora de irse. Ya tienes lo que quieres, asi que andando. Guardando el móvil en el bolsillo de los vaqueros me giré para irme no sin antes echar una ojeada a aquella chica desconocida que había conseguido que mi corazón se agitase de aquella forma que jamás pensé que lo haría. ¿Por qué me sentía así? Sin saber cómo me había descubierto otra vez observándola, clavando mi mirada en ella, deseando correr junto a ella, que me contara acerca de ella, escuchar su voz hasta que el cansancio… Tenía curiosidad por ella, por saber quien era, por saber de dónde era, su nombre, su dirección… Todo. Sin embargo tenía la sensación de que jamás me contaría nada, tenía algo que indicaba que más valía que nadie se metiera en su vida privada, tuve la impresión de que ese sería terreno pantanoso. Solo una pregunta, solo una y me iría…

-¿Puedo saber tu nombre? – ella clavó sus ojos en los míos antes de responder sin contestar a mi pregunta.
-No te aceleres, moreno. No nos volveremos a ver.
-Eso no lo sabes – me sorprendí diciendo.
-Pertenecemos a dos mundos distintos. Créeme, no nos volveremos a encontrar.

No dije nada. No iba a discutir con ella. Estaba claro que ella no respondería ninguna de las preguntas que yo le hiciera. Ni su nombre, ni por qué estaba aquí, ni nada… En fin, solo date la vuelta y desaparece, pensé. Y eso hice, con un movimiento de cabeza a modo de despedida me alejé de ella, dándole la espalda, aferrando el móvil en mi mano dentro del bolsillo del pantalón, teniendo presente la idea de que tal vez ella tuviera razón en que no nos volveríamos a ver. No sabía nada de ella, ni donde vivía, los lugares que frecuentaba ni siquiera si iba a la universidad o trabajaba. Igual me la había cruzado por los pasillos de la uni y ni me había dado cuenta. Con la cabeza gacha me despedí en silencio de ella, de aquella chica que había hecho que mi corazón se acelerase y que había hecho que me olvidara hasta de respirar, de aquella chica sin nombre que siempre permanecería en mi memoria y que había dejado una huella imborrable en mi a pesar de ser una total desconocida. Cerré la puerta tras de mí obteniendo la última imagen de ella, sentada otra vez del alfeizar como esperando algo…

Me estaba volviendo loco, completamente loco, de los que necesitan estar encerrados completamente aislados con camisas de fuerza en habitaciones acolchadas que impedían que los gritos se escucharan. Igual podía conseguir una de esas si utilizaba los contactos de mi madre… ¿Por qué este delirio? ¡Porque no puedo quitarme de la cabeza a aquella maldita chica desconocida! Sus ojos, sus labios, su piel… Caminando por los pasillos del enorme hospital mi mente estaba ajena a todo cuanto me rodeaba, estaba en aquella pequeña habitación blanca, con aquella chica, con su voz, sus…

-¡Bill!

Me giré al escuchar la voz de mi propia madre que me llamaba desde una de las puertas que había dejado atrás. Me acerqué a donde estaba y ahí la vi con su bata blanca impecable y ordenada como recién planchada. Mi madre era una maniática del orden y para ella todo debía estar perfecto. Por eso se ponía de los nervios cada vez que entraba a mi habitación. Yo intentaba quitarle ese peso de encima como bajando a la hora exacta para comer o cenar, llevando mi propia ropa arriba, o cualquier cosa que implicara que mi madre entrara pero había situaciones que no podía remediar y siempre descubría el desorden en mi cuarto.

-¿Qué haces aquí, cielo?
-Ehm… Gustav se dejó el móvil ayer cuando vinimos a urgencias por lo del brazo y vine a recuperarlo…
-Aiiii Si me hubieras dicho podía haberlo cogido yo.
-Me olvidé. – me llevé la mano al pelo y agité el cabello de la nuca entrecerrando los ojos.

En esos momentos mi madre se puso tensa, sin saber yo por qué hasta que lo vi. Alto, vestido con ropas anchas, caminando como si se creyera el centro del universo, estaba él. El chico de anoche. El del incidente del disparo. Paso por nuestro lado como si nada, sin ni siquiera mirarnos y casi tuve ganas de gritarle por eso… ¿Eh? ¿Por qué iba a gritarle? El no nos conocía y nosotros a él tampoco… Entonces, ¿por qué mi madre se había puesto tan tensa? La miré ceñudo después de ver como el gran chico doblaba la esquina y se perdía entre los pasillos del ajetreado hospital. Mi madre adoptó la postura relajada de antes… ¿Por qué había actuado asi?

-Mamá… ¿Qué pasa? ¿Por qué te pusiste tensa? ¿Acaso lo conoces?
-Yo…

8 comentarios:

  1. hallO!!!! amanda!! estoii muii felizz dee volver a leer tu fiiC otra semanita!!! iia estaba esperando este diia!!!

    Qieroo decirtee qee m qeede sin palabras!!! :OO!!! waaaaaaaaaaa!!! qeee emocion!!! la mama de bill see dioo Quentaa!!!! aaii qee emocioon!!! tee felicitoo nena!!! aii mm dioo risaa!!! la partee een qee bill teniia miedoo dee hablarlee a Daii!!!! xDDD!!! see enamoroo dee ella, peroo ah Tom le guzta tambn Dai upps a los 2 les gusta!!! ya m imaginoo qomo se pondra Tom quando se entere qe el moreno va detras de su chica!!!!


    criztina =DDD

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  2. te felicito otra vez amanda!!! eres genial!!! te lo dice esta fiel lectora qe se enamoro de tu historia desde tu primera Fic hasta la actual!!!

    ya espero qon ansias la prox semana!!!


    quidatee muxoo nena!!!


    noz vemoz la proxima semana!!!



    biie



    atte:


    criztina ;D








    ich liebe dich meine billOw!!!!!

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  3. :O amandiita!!!!
    wooow mw dejaste con la boca abierta
    xD
    bueno amandita muchas felicidades esta historia cada vez es mejor!!
    saludos!! Tkm..
    Bss Bye!♥

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  4. aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhh!!! 0.0 su mamá OMG amandaaaa quieres matarme vdd ? jajaja xD no puede ser obvio ke su mamá sabe kien es pff ke le dira a Bill ?? O.O noo una semana mas ! T_T yo quiero leer hmm bueno despues de mi berrinche semanal jaja te felicito de nuevo un cap genial genial !! que estes muy bien y ya sabes que espero ansiosa el sig un abrazo byebye

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  5. OMG!!! geme aii Dios, estoy sin palabras. Aaaaaaaaaaaaaaaaah, listo tenía que dejarlo salir. Ahora si, felicitaciones hermosa, genial el capítulo, lo ame, lo ame y lo ame jaja. De verdad, fue fantástico, me reí mucho, me emocione, todo. Aww yo quiero leer más T_T, ya me mata la intriga (si vieras mi cara te reirías, parezco nena de 5 años encaprichada jaja) en fin, hay que esperar... Bueno mi vida, espero que estes bien, mis felicitaciones de nuevo. Un beso enorme amor, te adoro, your twin, Dai.

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  6. Muy muy muy bueno e interesante sube pronto :)

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  7. Oh dios mio!!!!!!!!!! amanda que me da el ataque!!!!!!! quieres matarme??? madre mia buenisimo!!! no habia podido leerlo hasta hoy jejeje genial de vdd wow lo ame, lo adore, me encanto, me maravillo me...wow!!!! felicidades...haaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa ya kiero leer el otro Dios genial capitulo!!!!

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  8. wowww Amanda jajajaa estuvoo todo absolutamente TODOOOO genial y muy gracioso..........pero ps ahora ahi esta la duda y la pregunta ¿que le dira simone a Bill? no lo sabemos ahora esperar hasta el otro fin de semana, esperar otro GRAN capitulo, esperar las locuras de Bill el "moreno" jajaja GRACIAS GRACIAS Amanda por todoo jaja por hacer que sea esto tan divertido e interesante ¡nos tienes en tu poder! jaja XD.
    Bueno chica linda lindaaaaa me despido y hasta la proxima te cuidas mucho mucho ok? tkmmmmm.... bye.
    ""jAs""

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