domingo, 18 de julio de 2010

FALLEN ANGEL CAPITULO 2





Hey! ¿Cómo andan? Aquí una semanita más con el siguiente capítulo de esta fic. Me alegro tanto de que os gustara el primer capítulo que estoy realmente agradecida por su total comprensión y estoy realmente feliz por saber que os gustó. Ahora si, nada de miedo, nada de pánico. Estoy relajada y feliz de presentarles este segundo capítulo que… viene cargadito. Pero no digo más. Las dejo leer. ¡Se las quiere!







Capítulo 2

By Tom

El primer movimiento que hice al ver quien se escondía detrás de las sombras, el humo, y las luces parpadeantes fue retener a Dai impidiendo que avanzara adelante, colocándola justo detrás de mí. Maldita sea… Tenia que haberlo imaginado. Ella no debía estar aquí… Maldición. Ahora era demasiado tarde, el cabrón de ojos azules la había visto y la atacaría si yo me descuidaba demasiado. El maldito sabía demasiado. ¿Por qué no me había encargado de silenciarlo? No era nada fácil acabar con él. Habíamos pasado peleando desde que éramos unos malditos críos, y lo odiaba, lo odiaba con todas mis fuerzas ¿Por qué? Ni la más remota idea. Simplemente verlo y saber que existía me ponía enfermo. Siempre creyéndose más que nadie, intentando arrebatarme lo que era mío, mi negocio, mi vida. Sabía que estaba dispuesto a matarme. El cabrón tenía agallas, eso seguro, pero iba a pasar mucho tiempo antes de que el gran Tom Kaulitz cayera, y por supuesto, no iba a ser quien fuera a acabar conmigo.

Dejando atrás a borrachos que ahogaban sus penas en alcohol, putas buscando algo con que pagar las facturas o quiza una nueva operación que me llamaban y se me ofrecían, y drogadictos que se rebajan por un poco de H, LSD o cualquier otra mierda; avancé por el local con mis camaradas guardándome las espaldas y Dai pegada a mi espalda, sentía su respiración cerca de mi cuello, ella era la única que dejaba que se me acercara tanto, de haber sido otro ahora estaría estampado en la pared como objeto de decoración. Me pregunté que cómo acabaría esto, no quería ningún herido, bien no quería a nadie herido que estuviera de mi parte. La rubia tenía un buen par de ovarios bien puestos, eso sumado a que le encantaba esto, el peligro, las peleas, la adrenalina… Y sabía lo que hacía. Se había criado aquí, en estas calles, sabía como sobrevivir… Además iba armada. Esa preciosa pistola que le había mangado a uno de los polis que había seducido... Y aunque no lo hubiera dicho sabía que guardaba su navaja en la bota izquierda. Sabía manejar un arma sin problemas a pesar de la cara de niña que tenía. La jodida tenía esa habilidad para despistar al enemigo, gracias a esa cara de niña buena e inocente, los ojos grandes, la blancura de su piel, y los labios carnosos podía ejercer en cualquier tipo el ansía de protegerla y jugar con ella al mismo tiempo… Claro que su verdadera personalidad siempre salía a la luz en el momento adecuado y… Bien, nadie salía demasiado bien parado de esa experiencia. Adoraba ese lado sádico-psicótico que tenía… La adoraba a ella. Y el capullo lo sabía. La morena a su izquierda, otro tanto. Quien se atreviera a joder a Anne, que se fuera olvidando de la vida tal y como la conocía. Aunque no era una sádica psicótica como Dai, la morena era rencorosa a morir y siempre se las cobraba todas. Eso, por no hablar de su enorme novio. TJ mataría a todo aquel que pudiera dañarla. Para él, Anne era sagrada. En cuanto a Georg… El tipo podía ser un auténtico capullo si alguno de sus amigos salía herido de alguna pelea. Normalmente el del pelo largo era el más tranquilo, el que solía poner paz cuando nos peleábamos entre nosotros, con el que siempre podías contar. A simple vista, Georg no debía pertenecer a este mundo. Sin duda él debía estar en la universidad, estudiando una buena carrera, con una novia modelo o algo así, unos padres guays, en fin, una vida acomodada y feliz, pero igual que a todos los que estábamos allí encerrados sin ninguna esperanza de salir adelante, la vida lo había tratado mal, con un padre maltratador, borracho empedernido, una madre depresiva, y una hermana bulímica. No era de extrañar que el tipo hubiera aprendido a defenderse como nadie, era increíble en el mano a mano, rápido como un lince, y tenía unos reflejos impresionantes. Sin embargo, no era tan bueno con un arma a distancia.

-Que sorpresa verte por aquí, Kaulitz… - ¿será hijo de…? Como si no supiera que iba a ir a joderle el negocio.
-¿Verdad? Solo pasaba por aquí… Y me apeteció hacerte una visita…

Clavé la mirada en aquellos frívolos ojos azules, será cínico el tío… Maldito hijo de su madre… Sentí la mano de Dai aferrarse a mi muñeca de forma que me decía que me tranquilizara, que me ciñera al plan. Se lo pediría por las buenas, y si no, bien adoraba esa parte del plan. No quedaría nada de ese lugar. El fuego es algo realmente hermoso… ¿verdad?

-Pero que mal anfitrión que soy… Paul, - se volvió hacia su derecha – trae unos tragos para aquí mi amigo Kaulitz y sus colegas. – Bien, ya me estaba cansando.
-No te molestes. – dije golpeando la mesa que nos separaba con las palmas de las manos. – Dame lo que es mío, Dylan… - arrastré las dos sílabas de su nombre – Y nadie saldrá herido.
-¿Es una amenaza, Tom? – preguntó enarcando una ceja, levantándose de su asiento de rey y clavando sus ojos en los míos. Me estaba vacilando… Y me estaba tocando las pelotas…
-Es una advertencia.
-No estás en posición de advertir a nadie. Soy yo el que te arrebató el negocio. Y soy yo quien tiene a tu puta en el local. ¿Acaso piensas que soy idiota? Las puertas ahora están vigiladas, ni ella ni tú saldréis de aquí… - maldita sea… -Te ofrezco un cambio. El negocio por la chica. – miré a Daiana de soslayo. Ella asintió con la cabeza como respuesta. Quería que la entregara… ¿Se había vuelto loca? “Puedo encargarme de él” me dijo con la mirada. Aún así, me niego en redondo. Vi como el cabrón clavaba sus ojos en ella, desnudándola con la mirada, sin duda imaginándola desnuda en su cama, gritando su nombre mientras la tomaba, relamiéndose los labios. Hasta aquí has llegado, amigo. Se acabó mi paciencia.
-No hay trato. – sentí que ella me daba un puñetazo en el brazo como diciendo “¿Estás tonto?” pero me daba igual, no iba a aceptar. Y viendo que mi decisión estaba tomada, se adelantó y mirando a los ojos al cabrón que quería hacerle daño dijo clara y segura:
-Acepta. Devuélvele el negocio y me quedaré. – rapidamente la cogí del brazo y volví a ponerla tras de mí.
-¡Ni hablar! – respondí, mirándola a los ojos, de espaldas al rubiales, ella clavó los suyos en los míos.
-Tom, joder… ¿Qué estas haciendo? – me preguntó, seria.
-No voy a aceptar, dejaré que el gane esta vez. No voy a arriesgarte así.
-¿Te estás escuchando?
-Dai, ese tío me quiere ver muerto, hundido, ¿sabes lo que te hará si te tiene lo suficientemente cerca?
- ¿Crees que no lo sé? Puedo hacer esto, puedo acabar con él… Tom, se razonable.
-Lo siento, esta vez no.

Nuestra conversación finalizó así. Ella enfadada y yo echo mierda. Me fastidiaba que el cabrón me tuviera tan agarrado por las pelotas, si aceptaba, me arriesgaba a que mataran a Dai después de haberla golpeado, atado, violado, cortado en pedacitos… Y si no aceptaba… Bien, me quedaba sin mi fuente de dinero. El mundo de la droga era una absoluta y jodida mierda. Nosotros se lo habíamos arrebatado a un tipo y ahora nos lo quitaban a nosotros, así funcionaban las cosas en las calles. Mata o muere. Ley de supervivencia. Pero no estaba dispuesto a abandonar a Dai a su suerte por unas cuantas monedas. Podíamos buscar algo nuevo, otro negocio que nos proporcionara dinero, había oído que iban a abrir un nuevo club, quizá moviendo algunos hilos pudiera hacerme con el control del local… O también podíamos recuperar nuestro mundo en otra ocasión. Quizá ambas cosas. Sonreí para mis adentros. Ahora buscaríamos otro plan. A campo abierto.

-No hay trato. – reafirmé una vez más mirando a los ojos al cabrón.
-Ok, eliges a la chica. Cuídala… No vaya a ser que le llegue a pasar algo…

Todo pasó demasiado rápido: un disparo, un grito, sangre… sangre manchando mi cara, sangre manchando mis ropas… ¿Qué demonios…? Tanteé con las manos en busca de alguna herida, sangre, miembros doloridos pero nada apareció. ¿Entonces a quién demonios…? La respuesta se vio clara en mi mente poco después. ¡Dai! Rápido voltee para encontrar a la rubia con la mano sobre su brazo izquierdo sangrando y jadeando.

-¡Maldito hijo de puta! – grité volviéndome hacia él, cogiéndolo del cuello de la camisa barata que llevaba y mirándolo fríamente a los ojos. Alcé el puño dispuesto a borrarle aquella asquerosa sonrisa de su maldita cara cuando…
-¡Tom! ¡Está sangrando demasiado! – gritó la voz de Anne a mis espaldas.
-¡Estoy bien! – gritó ella a su vez, orgullosa hasta herida

Esta chica había pasado demasiado tiempo conmigo… Mantuve el puño en alto, estaba deseando partirle la cara al muy imbécil, deseaba mucho más que eso, golpearlo, patearlo, echarlo a la calle como un perro… Aquellos momentos lo hubiera descuartizado, arrancado todos y cada uno de sus miembros y echárselos a las ratas de la alcantarilla más cercana, pero la voz de mis amigos llamándome por mi nombre a voz en grito me hizo ver que ese no era el momento adecuado, que Dai necesitaba ahora atención, que podía morir desangrada si no hacía nada… Maldije su estampa, maldije a toda su familia, maldije todo cuanto tuviera relación con él. Lo mataría, sabía que esto no iba a quedarse así, acabaría con él… Pero no ahora. Bajé el puño mientras lo soltaba de la camisa con un empujón, agachándome a ver a Dai, tendida en el suelo, aun con la mano sobre la herida, alguien le había dado un trapo que ponerse sobre ella y éste absorbía la sangre que emanaba de la zona donde había recibido el disparo. Rapidamente la cargué en brazos y miré al hijo de puta que le había hecho eso.

-Déjame salir. Ya. – le ordené, serio. Él rió. Lo sabía, sabía que el no me dejaría salir por las buenas. – El negocio es tuyo, es lo que querías, así que déjanos salir. Ahora. – el rió aún más fuerte. Me estaba empezando a cabrear en serio… y esta vez de verdad. Porque tenía las manos ocupadas, si no se iba a enterar el gilipollas este… -Esto es entre tú y yo, no la metas a ella. No es juego limpio. – él rió aún con mas ganas…
-Y vienes tú a hablarme de juego limpio… ¿no, Jefe? – dijo él, enarcando una ceja. Vale, en eso tenía un punto, pero en mi defensa diré que fue lo primero que se me ocurrió. Sentía como la sangre de Dai empapaba mi propia camiseta, ella estaba perdiendo la consciencia lentamente, estaba ligeramente asustado, pero intenté que en mi rostro no cambiara mi expresión. No permitiría que el pánico se apoderara de mí. Sabía que íbamos a salir de esta igual que de tantas otras pero aún no sabía cómo. –Esta bien, marchaos. Pero… Esto no queda aquí, Kaulitz. No pararé hasta verte muerto… o lejos de mis calles.

Ni siquiera me importaron esas últimas palabras, creo que ni les presté atención, ¿amenazándome a mi? ¿él? ¡Ja! Sabia que solo lo hacía por quedar bien delante de sus camaradas. No podía vencerme. Si lo hacía… se le acabaría la diversión en su patética vida. No era ningún misterio que el gilipollas vivía para putearme, solo era un jodido grano en el culo. Le dirigí una última mirada antes de que mis colegas me rodearan y me llevaran hasta la salida. Con Dai en brazos me sería imposible atacar si alguien me golpeaba de sorpresa, aunque ahora era lo que más me hubiese gustado, romperle la nariz a alguien, patear algún estómago, escuchar a alguien pidiendo clemencia… Tal vez fuera la impotencia que sentía por no saber hacer nada por ella, la rabia que sentía por no haber sido yo quien recibiera la bala, la mala hostia que se me había puesto al ver en la cara de ese capullo lo que quería hacerle a mi… Eh, eh, eh. Echa el freno, Tom. Ella no es nada tuyo, ¿entiendes? Ella quería quedarse a pesar de saber como la trataría Dylan, ella quería continuar adelante con el plan y ¡joder! ¡Tú la has visto con un arma! Sabes que le habría podido devolver cada uno de los golpes que él le hubiera dado, incluso podría haberle dejado un pequeño regalito en su adorada y preciada entrepierna. La tía era increíble con un cuchillo en la mano... Y tú eres un estúpido, un absurdo y patético estúpido. Todo hubiese terminado al cabo de unos días y ella habría vuelto a casa por su propio pie, tal vez con algún moratón en el ojo, hematomas en los brazos, y el vientre, y algún rasguño en la cara… Pero estaría perfectamente bien. Y habrías tenido las dos cosas, el negocio y a ella… viva. ¿Por qué demonios había actuado de esa manera? ¿Por qué no le habría hecho caso a ella? La mirada de él, desnudándola, haciéndole de todo en su mente, me hizo dar un cambio brusco al volante. Con que era eso, ¿eh, campeón? No quieres que nadie la toque… Nadie salvo tú. Muy maduro, Tom, en serio, muy maduro por tu parte… El sarcasmo se apoderó de mi mente. Y tenía razón. Ella no era mía. Tenía que meterme esas cuatro palabras en mi mente, grabarlas con fuego si era necesario… Estaba siendo estúpido, aunque quizá solo me molestaba que él le hiciera daño… Si, era eso. Si ella hubiera estado con él voluntariamente, entonces no habría ningún problema. Ella era libre para hacer lo que quisiera… No, Dai, no… Con él, no. Con todos los que quieras pero no con él, no con el maldito bastardo. Genial, estaba comportándome como un imbécil de nuevo. Ella nunca me prohibió que me acostara con alguien. Ni siquiera le molestaba, ¿por qué tenia yo que empezar a hacerlo? Sabía como acabaría esto si yo empezaba a controlarla y a ponerle límites: me mandaría directamente a la mierda, me echaría a la calle y yo tendría que volver a vivir con mi viejo. Y lo peor sería que jamás volvería a hablarme. Así que sabía lo que tenía que hacer: callarme y joderme. Porque por mucho que fuéramos hermanos, por muy compañeros, amantes, amigos… que nos sentíamos, ella no soportaría que la encerrara y que empezara a ponerle normas. Ella era completamente libre y se sentía como tal.

-Tom… - la voz de ella sonaba lejana, pastosa, como si se estuviera quedando sin fuerzas. La miré mientras aparcaba el coche en la puerta del hospital. - ¿Dónde… dónde mierda me has traído? – Reí, incluso ahora cuando el miedo se apoderó de mí. Esta chica estaba terriblemente mal de la cabeza, aún herida quería que la llevara a casa para auto curarse ella misma.
-No eres una súper heroína, ¿sabes? –bromee ayudándola a bajar del coche. Aún le quedaban fuerzas pero no las suficientes para caminar por su propio pie. Había conducido increíblemente rápido, incluso más de lo normal. Volví a cargarla en brazos después de cerrar la puerta y asegurar que estuviera todo bien cerrado. Nunca me arriesgaba con mi coche, me había costado demasiado tenerlo y no quería perderlo por culpa de un rastrero de poca monta.
-Lo intento, de verdad lo intento. –bromeó ella a su vez con una sonrisa dibujada en su rostro. Reí mientras entraba por la puerta. Esta chica…

Solo un par de minutos mas tarde una señora mayor se acercó a nosotros y nos preguntó cual era el problema sin ni siquiera mirarnos a los ojos. Claro, ¿por qué iba a hacerlo? Ese era el trato que recibíamos los desperdicios humanos que vivíamos en los barrios bajos por parte de la gente de los altos. Sabía que iba a pasar esto pero no podía arriesgarme a que Dai decidiera jugar a los médicos con ella misma.

-Recibió un disparo en el brazo. –declaré.

La señora, de unos cuarenta y tantos años, levantó la mirada del ordenador última generación para mirarnos por primera vez. Había dado pos supuesto que sería otra borracha con coma etílico. Si, eso también solía suceder cuando se trataba de nosotros. Todos éramos unos borrachos delincuentes y drogadictos. Hubiese gastado saliva tontamente intentando convencer a los pijos idiotas de lo contrario así que me callé muy a pesar. Ya me hubiera gustado a mí ver cómo intentaban ellos sobrevivir en esas condiciones.

-Dios santo… Ha perdido mucha sangre. – afirmó la mujer levantándose de su asiento y observando la herida con detenimiento. Entonces se movió de forma increíblemente rápida. Cogió el teléfono y marcó un número. Dai me susurró algo que sonó como “Te mataré, Tom Kaulitz, te juro que te mato”. Sonreí. La enfermera habló con alguien, colgó y a los pocos minutos llegaron enfermeros con una camilla. Se la llevaron a quirófano casi al instante. – No te preocupes, salvaremos a tu novia. – intentó consolarme la mujer con una sonrisa, no me molesté en corregirla. Asentí con la cabeza y me volví a buscar algún sitio donde sentarme mientras esperaba.

Encontré un sitio en la sala de espera, que increíblemente para un viernes por la noche, estaba prácticamente vacía. Al fondo, una pareja con un niño en brazos, que tosía de vez en cuando; a la derecha un grupo de tres chicas jóvenes que charlaban entre ellas en susurros; y en los asientos de al lado de la ventana una chica solitaria miraba por uno de los cristales hacia el exterior. Tenía las piernas extendidas encima de los dos asientos contiguos al suyo, tenía las piernas increíblemente largas, además de cara de muñeca de porcelana, los ojos maquillados con abundante sombra negra, el pelo largo y liso de color negro con algunas mechas rubias. La forma de vestir de aquella chica no tenía nada que ver con las que había al otro lado, parecía sin duda una estrella de rock, chaqueta de cuero, vaqueros desgastados, cinturón, cadenas, las uñas pintadas de negro…Me fijé en lo más importante, me daba igual su forma de vestir, nunca me importaba ese tipo de cosas… Para follar no hacía falta. Bien, la chica andaba algo escasa de delantera, por no decir que era completamente plana… Eso hacía perder la calidad del producto, sin embargo deslicé mi mirada hacia abajo y… ¡joder! La tía tenía un pedazo paquete que era imposible ocultar. Resultó ser un tío o un trans a medio hacer… ¡Ag! No me entiendan mal, no odio a los gays, tengo un amig… conocido que lo es y no es para mi ningún problema… Pero ese no es mi rollo. Pasé del moreno y me senté en uno de los asientos libres sacando el móvil del bolsillo, seguro los chicos estarían al llamar para saber cómo estaba Dai. No les iba a poder decir mucho pues no podía ver a través de las paredes pero al menos les diría que nos habían atendido sin prácticamente ningún problema. Pensé en las palabras de la enfermera y no pude evitar reírme. ¿Por qué la gente solía pensar que éramos novios? Porque viviéramos juntos, folláramos de vez en cuando, nos hubiéramos criado juntos, e hiciéramos todo juntos no quería decir que… Vaaaale, lo capto. Eso era lo que hacían los “novios” según la gente normal. Pero claro, nosotros no éramos gente normal. Bah, ¿qué importaba? Que pensaran lo que quisieran. Nosotros sabíamos la verdad y eso bastaba.

By Bill

Estaba terriblemente aburrido allí sentado esperando. Odiaba los hospitales, odiaba ese olor que hay a desinfectante y lejía, odiaba sentirme rodeado de gérmenes dispuestos a atacar. Se supone que a estas horas de la noche estaría de fiesta, pasándomelo bien, charlando con gente, no voy a decir bailando porque odio bailar pero si haciendo el idiota y escuchando buena música. Quien sabe, a lo mejor hasta hubiera conocido a una chica… Pero mi queridísimo amigo Gustav había decido joderme la noche. Estaba preocupado por él, claro, había bebido demasiado, y estaba preocupado pero eso no quitaba que si se hubiera controlado un poco yo ahora estaría disfrutando de mi prometida noche. Todo había ido como la seda al principio, Jeremy se sorprendió de verme en su fiesta pero mi invitó a pasar con una sonrisa. Como dije, aunque siempre estuviéramos peleando, era uno de los pocos que podía considerar mi amigo. Allí dentro me encontré a toda la universidad, al menos a la gran mayoría. Gente de mi clase, de otras facultades, incluso mayores que nosotros. Pero también había niñas que tal vez contarán 14 o 15 años a lo sumo. Demasiado jóvenes para estar allí. ¿Por qué Jeremy las había invitado? Oh, claro, diversión para sus amigos. Este chico era un caso perdido. Casi veía a los borrachos comerse a sus presas como lobos hambrientos. Me dieron mucha pena esas chicas, sabía lo que pensaban, al menos dos de ellas que se encontraban en un rincón apartadas viendo como sus amigas bailaban con un grupo de chicos de forma bastante sucia. Esas chicas no habían ido allí porque quisieran, habían venido influenciadas por sus amigas. Vi como tres tíos se acercaban a las pobres y empezaban a tocarlas y decirles guarradas. Dejé que Gustav se divirtiera y fui corriendo hasta ellas. Fulminé con la mirada a los tipos y les dije que las dejaran en paz. Otra vez insultos que me daban igual. Estaba cansado de ellos, ya me los sabía de memoria, en lo que se refiere a meterse conmigo, no eran nada originales. Bla, bla, bla. Es lo único que escuché, luego se volvieron de nuevo con las otras dos. Me giré hacia las dos chicas asustadas y les dije que se fueran, intentaron decirme que estaban con sus amigas pero les hice ver que ahora mismo a sus amigas no les importaba que ellas estuvieran aquí o no. Ellas asintieron con la cabeza y las escolté hasta la puerta. Antes de irse me dieron las gracias y les sonreí. Luego se largaron sin mirar atrás. Jeremy bromeó con que había echado a sus dos joyas de la noche con lo que estuve a punto de cantarle las cuarenta antes de ver que me decía por señas que era broma, que a las que conocía eran las otras dos. Las miré y sentí pena. Aquellas dos chicas restregándose con los chicos, medio desnudas, por un poco de atención, por querer aparentar ser mayores cuando a penas habían empezado a vivir. Me dio lástima por ellas, pero esa era la vida que ellas habían elegido y por más que alguien les dijera que era lo que estaban haciendo exactamente, no entrarían en razón. Pasé de mirar aquel espectáculo y fui a darme una vuelta por ahí a ver si encontraba a alguien que conociera y con el que me llevara más o menos bien pero no vi a nadie. Me serví un vaso de vodka con coca-cola y busqué algún sitio donde sentarme mientras veía a la gente divertirse, estaba claro que yo no era la diversión personificada. Me senté en las escaleras que daban al piso de arriba, ya que el sofá y los sillones habían sido ocupados por parejas que se metían la lengua hasta la garganta. Poco les quedaba para tener sexo sin que nadie a su alrededor se diera cuenta. Así que evité a toda costa acercarme demasiado a ellos, no quería ser testigo de algo como ello. Desde mi asiento vi a Gustav hablar con varias personas mientras se llevaba un trago tras otro a la boca. Él sabía lo que hacía y estaba claro que él no iba a estar conmigo toda la noche. No era que él fuera súper popular pero tenía la habilidad de llevarse bien con la gente que conocía, no como yo, que me ganaba enemigos cada vez que abría la boca. Pero bueno, podía ir a casa andando si veía que me aburría demasiado. Espera, no podía volver a casa al menos no temprano. No quería interrumpir a mi madre, tenía que hacer eso por ella, para que disfrutara de la compañía de su pareja sin interrupciones de su hijo. Ensimismado en mis propios pensamientos no me di cuenta de que cierta personita pelirroja se había acercado y se había sentado a mi lado. Me di cuenta cuando me saludó y me hizo volver a la realidad. Descubrí que se había teñido el pelo de rubio y que vestía un vestido ajustado palabra de honor color negro. Estaba hermosa… ¿Qué demonios estaba diciendo? Bill, tienes que olvidarte de ella y rápido. Había sido decisión de los dos el dejarlo, éramos personas muy diferentes y no encajábamos pero eso no significaba que no la siguiera queriendo. Aunque nunca llegué a amarla como para perder el sentido, matar por ella o dar mi vida por ella, la quería… a mi manera. Estaba bien con ella, nos divertíamos juntos, compartíamos momentos inolvidables pero no estábamos hechos el uno para el otro. Ya no sentía las mariposas en el estómago al verla, no sentía que el mundo se venía abajo cuando no la veía, ya no había entre nosotros nada más que pura rutina y decidimos acabar con la relación antes de que ésta acabara con nosotros. Estábamos mejor separados. Ahora éramos algo así como amigos, sin serlo realmente. Nos saludábamos si nos veíamos, hablábamos de vez en cuando, salíamos cuando quedábamos… Pero pocas veces durante mucho tiempo. Por eso me extrañó que se acercara a hablarme. No hicimos mucho más que contarnos como nos iban las cosas y recordar viejas anécdotas que a ambos nos hizo reír. Estábamos a media carcajada cuando Gustav se acercó diciendo que se encontraba mal… Miré el reloj. Las dos y media de la madrugada. ¿Tan rápido había pasado el tiempo? “Bill...” Me llamó de nuevo, quería irse de allí cuanto antes. Me despedí de Brittany y ayudé a mi amigo a salir de la casa con tan mala suerte, eso o que él pesaba demasiado para mis delgados brazos, caímos de las escaleras. Yo no me hice nada, nada salvo un dolor de cabeza impresionante y la rotura de una uña, pero mi amigo se rompió la muñeca. Oh, oh. No quería ni imaginar la cara que se le pondría cuando fuera consciente de que no podría tocar la batería en unas semanitas… Pero eso no importaba ahora. Llevé a Gus al hospital en su propio coche y esa es la razón por la que estoy aquí sentado, aburrido como una ostra y viendo como pasan las horas. Hacía rato que había llegado esa pareja y habían metido a la chica a quirófano. ¡Nada menos que un disparo! ¿Qué clase de cita es esa? ¿Acaso había llevado a su novia a un tiroteo? Porque viendo las pintas del tipo tenía toda la pinta. Oh, genial, ahora el tipo de miraba a mí. ¿Ha leído mis pensamientos o qué? Anda, Bill, cálmate un poco… Nadie puede leer los pensamientos de nadie… La forma en que te mira no es… ¡Pero será cerdo! ¡Acababan de meter a su novia a quirófano y ya estaba buscando alguien de repuesto! Pero, ¡qué demonios! ¡Soy un tío, imbécil! ¡Date cuenta! Al final tendré que hacerle caso a Gus y tendré que llevar un cartel en la frente que diga: “Soy un tío, entérate” aunque la cosa no me hiciera la más mínima gracia. ¡Por fin se dio cuenta! Aparta la mirada y se sienta lejos de donde estoy. Mejor, no quería tener nada que ver con aquel delincuente. Aparté mi mirada de él, no quería tener problemas. Parecía el típico matón que si le ponías la mirada encima rápidamente iba a por ti y pasaba de temas como esos, menos con desconocidos. Suspiré. Gus estaba tardando demasiado… Estaba seguro que solo había sido la muñeca, la caída no había sido para tanto… Empecé a contar los minutos pero me cansé a los treinta primeros segundos. Saqué el móvil, ninguna llamada perdida, ningún mensaje, traté de jugar al par de juegos que me había descargado pero olvidaba que ya me los había pasado, revisé mis mensajes… Gus, Gus, Gus, Gus, Mamá, Gus, Gus, Gus, Brittany… ¿Brittany? Creía que los había borrado todos. En fin, lo dejé ahí sin abrirlo para leerlo. Me aburrí de nuevo y lo volví a guardar en el bolsillo del pantalón, estaba a punto de salir corriendo de puro aburrimiento cuando por la puerta del hospital entraron dos tipos y una chica que se dirigieron a donde estaba el matón, los observé de reojo hasta… hasta que pude verle los ojos al matón. ¿Podía ser…?

6 comentarios:

  1. Wooow... mi geme hermosa, sincermente me dejaste sin palabras. Me fascinó el capítulo, sigo acumulando intriga, es genial.
    Pobre Dai, maldito Dylan... no va a quedar así. Con razón dijiste que venía cargadito jajaja. Te felicito vida, y me alegra mucho que tus miedos y dudas hayan desaparecido. Me despido, ansiosa por saber como sigue esta historia, que ya se convirtió en otra de mis adicciones. Un beso enorme, tu geme que te adora con el alma, Dai.

    ResponderEliminar
  2. Genial muuuuy buen capitulo jaja si estaba cargadito ^^me gusto mucho y lo que penso tom de bill uuff ya muero por saber que sigue!!!!!!! ese sera?? me dejo mas que picada :D felicidades y sigue asi amanda dejas adictas a todas por un buen rato jaja besos byebye !

    ResponderEliminar
  3. WOW!!! WOW!!! WOW!!! ME ENCANTA!!!!!!!!!!!!!!! Dios como me hizo reir la parte donde Bill dice ¿Que tipo de cita es esa?¿Acaso la llevo a un tiroteo? jajaja y se colgara su letrero de q es niño...hay amanda ame este capitulo!!!! pff me muero por leer el siguiente!!!! FELICIDADES

    ResponderEliminar
  4. Rayos ese tarado de dylan ya las pagara todas juntas jajajajajajaja muy buen capitulo amanda aparte del susto de daiana despues me hiciste reir muchoooooo ayy bill es muy gracioso por eso estoy de acuerdo con any esas partes que mencionó me mataron de la risa! jajajaja bill y tom con sus pensamientos son muy graciosos jajajajajaja gracias gracias muchas gracias amanda por este capitulo y todos los demas que se vienen eres maravillosa! jajajajajaja por cierto que bill siga de gracioso ajajajajajajaja...XD bueno amanda hasta la proxima FELICIDADES por otro increible capitulo, te cuidas bastante tqmm...bye.
    "jAs"

    ResponderEliminar
  5. halloo!!!!

    mmm... es la primera vez qee escribo un comentario de tus fic, no xqee noo m gustaran al contrario amooh tus fics =) pero la vdd sqee apenas acabo de encotra esta pag. y en cuanto vi las fics no dude en leerlas, la primera fic tuya la termine de leer en 2 diias!!! sta super linda ame esa fic!!! pero despues vi qee habia otra, asi qee terminando de leer la primera coorii a leer la otra!!! i la vdd es qee FELICIDADES!!! DE TODAS LAS FIC QEE EH LEIDO DE TH ESTAS SON LAS MEJORES!!! I NO MIENTO!!! SABES XQE M GUSTAN XQEE ESCRIBES COSAS REALMENTE CIERTAS, COSAS QEE SABES QEE PODRIAN PASAR, NO COMO OTRAS QEE SON UNAS EGOCENTRICAS I ESCRIBEN DE ELLAS CON ALGN TOKITO, NOOO!!TU ESCRIBES DE TODOS!!! DEBERAS AMOH TUS FICS!! CON LA PRIMERA LLORE BASTANTE I CON STA AHORA YA M PREPARO PARA LAS LAGRIMAS QEE VIENEN XD!!! X CIERTO MUII BUEN CAP. ME HIZO REIR BASTANTE AL GRADO DE CASI HACERME JEJE!! SPERO I LEAS MI COMENT!!! GRACIAS X OTRO CAPITULO MAS!!! I MUXA SUERTE!!!


    ATTE:

    CRISTINA DE KAULITZ****





    ^^

    ResponderEliminar
  6. waaa!!!x fin termine de leer este capii, m hizo muxa gracia lo de tom quando confundio a bill con una chica jeeje tanto asi??

    ok sigue asi nna.. ami m gustan las partes del sexoo!!! aii loo see soii una pervertida pero m da igual jeeje!!!


    excelente fic!!!

    biie

    küss!!!

    qiero mas de este fic!!!


    attee:

    CRISTINA DE KAULITZ***


    ^^

    ResponderEliminar