Cinco años después…
By Alice
Hacía cinco años que me había despedido de mi país natal, aventurándome sola en un avión que me llevaría a Alemania, una acción resultado de la locura, locura nacida en las entrañas del amor más profundo que jamás pude llegar a sentir. Si, realmente soy de esas pequeñas personas que, aun siendo razonables, lo abandonaron todo por la pobre ilusión del amor. Y aquí estoy, en esta pequeña casita de campo, viendo los copos de nieve caer, esperando la oportunidad de salir fuera sin correr el riesgo de enfermar. Miro hacia la ventana y puedo ver el inmenso lago helado que se extiende. Bill me había hablado de él de camino hasta aquí. Era el lugar en que ellos dos, Tom y él, junto con Sam habían pasado las mejores vacaciones de verano de la historia. Recordaba haberlo visto en una foto de las antiguas de Sam que la morena guardaba con recelo, pero había cambiado y mucho. No solo porque la estación había cambiado si no también por el paso del tiempo. Aún así el lugar era hermoso. Aunque me duela admitirlo (Sí, la relación con mi cuñado no había cambiado nada en absoluto en estos años. Seguíamos tratándonos como perros, pero yo lo quería…. A mi manera), Tom había escogido un buen lugar para celebrar la Navidad, las primeras Navidades de Sam tras la muerte de su padre hacía ocho años. ¿A qué venía el cambio de opinión? Quería acostumbrarse… Seguro al año próximo serían como algo obligatorio para ella. Pobre… Volviendo a mi, no, lo siento, no soy una egocéntrica pero de verdad no se las verdaderas razones de Sam para celebrar estas fechas, solo sé que un día, bajó de su habitación y nos dijo: “Chicos… Quiero celebrarlas” No se nada más. En estos ocho años que han pasado tras aquel trágico accidente ninguno de nosotros la había obligado a hacerlo. Ni su tía ni yo cuando estaba en Madrid ni sus hermanos cuando nos mudamos aquí. Por cierto, no vivíamos en Magdeburgo. Al menos ya no. Ahora vivíamos los cuatro juntos en una inmensa casa en Hamburgo. Georg tenía una casa por su cuenta y Gustav otra, pero siempre solíamos reunirnos todos en la nuestra. Puede que sea porque era la más amplia, aunque el por qué no interesaba demasiado. Realmente nos gustaba pasar el rato juntos. El hecho de vivir en una casa amplia los cuatro juntos es algo que fue aprobado por ambas partes. Era más fácil para nosotras cuando ellos no estaban y nos habíamos establecido de tal forma que nos permitía tener nuestra privacidad cuando se encontraban allí. Aunque compartíamos lugares como la cocina, el comedor, la sala de estar… nuestras habitaciones estaban muy alejadas la una de la otra y cada una tenía su propio baño. Había sido idea de los cuatro. Era una forma de no molestar a ninguno de los demás realmente efectiva.
-Alice… - giré la cabeza dirigiendo mi mirada hacia aquel que me había llamado, descubriendo allí de pie a Bill, con su cresta bien peinada, su chaqueta de cuero y sus vaqueros ajustados. En solo unos segundos por mi cabeza fluyó la idea de salir corriendo hacia nuestra habitación y me relamí los labios. Su voz me devolvió de nuevo a la realidad. – Deberías vestirte. Tus padres están a punto de llegar. – Cierto. Aún iba en pijama… Me levanté y me dirigí a él.
-Gracias. – lo besé rápidamente en los labios y comencé a subir las escaleras. Tenía que arreglarme para la cena.
Eran las ocho de la noche. La cena estaba preparada. La mesa lista para trece personas. Si, quizá se pregunten por qué tantos cubiertos. Simone y Gordon se habían apuntado a la fiesta. Por cierto, no lo comenté. El recibimiento que tuve por parte de mi suegra y de su actual esposo (¿tampoco lo mencione? La pareja se casó hace un par de años y aún están en su eterna luna de miel… Ejem Ejem…) fue algo inesperado. Recuerdo que bajé nerviosisima del avión pues sabía que ella iba a ir a recibir a sus hijos y a su perdida “hija adoptiva”, pero cuando Bill me tomó de la mano y me presentó, la sonrisa en su rostro y en su mirada rompió el hielo del momento. Creo que me quiso desde el primer momento y nuestra relación ha ido a mejor en estos cinco años. Incluso Sam y yo fuimos sus damas de honor en su boda. Pero ese es otro tema… Volviendo a nuestros invitados. Obviamente ni Georg ni Gustav podían faltar. Bien, ya éramos ocho. ¿Qué hay de los cinco restantes? Después de mucho tiempo en que Bill y yo viajábamos a Madrid para pasar unos días con mis padres, ellos venían a pasar las vacaciones aquí, acompañados por mis dos hermanas pequeñas. Ireth, quien iba tras de mi en la línea de descendencia, había cumplido los 22 años y la pequeña, Layla, contaba con 18. Y… sorpresa, sorpresa. Venían con la tía de Sam, Teressa. Desgraciadamente, la madre de esta y abuela de Sam había muerto un año atrás, pero en palabras de la mujer, lo había hecho feliz y sin dolor. Eso fue lo único que convenció a la ex pelirroja. Ahora solo esperábamos que llegaran todos. Bill, Sam, Tom y yo llegamos el día anterior justo para prepararlo todo, aunque era gracioso ver como Tom obligaba a Sam a que estuviera quieta. “No soy inútil, ¿sabes?” se defendía ella. Seguro para ella no resultaba tan gracioso. Creo que hasta empezaba a cansarse de todas sus atenciones. Unos golpes en la puerta me avisaron de que nuestros invitados habían llegado. Miré mi vestido negro palabra de honor. Estaba lista. Respiré hondo al tiempo que Bill abría la puerta.
-¿Estás lista? – me preguntó. Asentí con la cabeza.
Él se acercó a mí y pasó sus brazos en torno a mí, regalándome un beso que me demostró que no me había comportado como una estúpida al aceptar su proposición. Él era mío, para siempre. Igual que yo era suya para el resto de mi vida. Tomó mi mano y ambos fijamos la mirada en el anillo que lo demostraba. Hacía un par de semanas que me había pedido que me casara con él y había aceptado sin pensarlo dos veces. Era nuestra promesa. No teníamos fecha, no teníamos nada pero sabíamos que algún día se haría realidad…
By Bill
Ver como mi futura esposa se abrazaba a sus padres y a sus hermanas me hizo sonreír. No me importó nada el dinero que había gastado en comprar sus billetes de avión que comprendían la ida y la vuelta, para mí, la sonrisa en su mirada, la felicidad que la rodeaba, el brillo en su mirada… No tenía precio. Volvería a hacerlo una y otra vez. Sonreí cuando ella se volvió hacia a mi y aferró mi mano en la suya. Iba a hacer las cosas bien. Iba a pedirle la mano al padre. Si, exactamente como antaño. Sabía que eso ya ni se hacía… Pero quería hacerlo. Tal vez yo estuviera chapado a la antigua. “¿Solo tal vez? Estas completamente chapado a la antigua” bromeó mi hermano cuando se lo dije. No lo tomé en cuenta, por supuesto. Así como nunca lo hacía. La madre de mi Alice y sus hermanas rapidamente se acercaron a abrazarme. Les correspondí el abrazo, sonriendo. El padre me tendió la mano y la estreche. Reí al ver la cara que puso al ver mi pelo y mis ojos maquillados. Nunca se había acostumbrado a verme así a pesar de saberlo y de verme siempre así. Él rió también. Apartando lo que pensaba de mi maquillaje, me respetaba y me quería como novio para su hija. Ambos pasamos al comedor donde vi como las mujeres rodeaban a Sam y le hacían miles de preguntas. Típico comportamiento de féminas ante una chica embarazada. Me reí al ver a mi hermano en un rincón con la mirada fija en el círculo y los labios apretados. No le gustaba eso. Sobre todo porque pensaba que lo estaban criticando a él. Lo pensaba desde que Alice, cuando Sam se lo había contado, le había comentado: “Como salga igual de feo que el padre…” Obviamente mi mujer no lo decía en serio, pero para Tom fue suficiente. Gordon se acercó a donde estábamos con copas de champagne en las manos.
-Se nota que son mujeres… - bromeó. Los demás reímos. – Teníais que haber visto el otro día a vuestra madre en el centro comercial. Quería arrasar con la tienda…
Pero no era solo mi madre quien estaba tan emocionado. Teressa, Alice, su madre, sus hermanas… Todas rodeaban a Sam, quien ya empezaba a cansarse de toda esa atención. Y mi hermano se dio cuenta. Rapidamente se acercó al círculo de féminas y las invitó a pasar al comedor, donde nos esperaba la cena. La mirada que le dirigió la morena fue sin duda de alivio y agradecimiento, él le sonrió y poco después sus labios se entrelazaron. La escena parecía provenir de una película navideña típica de esas que siempre echan en la tele por estas fechas. Mi suegro y yo, acompañados de mi padrastro los seguimos hasta el comedor. Rapidamente me senté al lado de mi Alice, que estaba radiante de felicidad. Para mí eso fue la mayor de las desdichas. El resto de la cena trascurrió sin ningún problema. La gente reía y bromeaba, si bien los padres y hermanas de Alice encontraban cierta dificultad para comunicarse y entender lo que hablaban, rapidamente Alice, Sam o Teressa traducían todo sin problemas. El momento para mí llegó con el postre. Era hora de decirle lo que tenía pensado al padre de mi futura esposa. Aclarándome la garganta pedí por favor a Teressa que tradujera lo que iba a decir. Con el semblante serio, las palabras empezaron a surgir de mis labios mientras los demás fijaban su mirada en mí. Ciertamente eso me estaba poniendo nervioso pero no titubee en ningún instante. Sabía lo que quería, y nada iba a impedirlo. Cuando terminé mi discurso, en el rostro bondadoso de mi suegro se dibujó una sonrisa. Levantándose de la silla y extendiéndome la mano, pronunció las palabras que más tarde Teressa me tradujo: “Bienvenido a la familia, hijo” Estreché su mano con una sonrisa en los labios. Había sido difícil decidir que palabras decir, había sido complicado decirlo… Pero ahí estaba, lo que necesitaba. Alice fijó su cristalina mirada en la mía y me sonrió. En esos momentos pude ver la enorme felicidad que la rodeaba. Por fin estaba completa. Había sido duro para ella abandonar a su familia para venir conmigo a Alemania y aunque la compañía de Sam había sido buena para ella, no era suficiente. Ahora, sin embargo, tenerlos a todos ahí juntos aunque solo fueran unos días era, sin duda, lo mejor que podía experimentar y yo estaba feliz por ello, por que ella era mi debilidad, y siempre intentaría consentirla hasta el más mínimo detalle…
By Tom
Cuando vi a mi hermano y a Alice mirarse de la forma en que lo hacían no pude evitar mirar a Sam, que también tenía clavada la vista en los dos tortolos. Me pregunté si ella quería… Pero me había dicho que no. Al menos cuando nos enteramos de su estado, yo le había preguntado si quería que nos casáramos y ella me dijo muy rotundamente que no, que no era necesario, que no creía en el matrimonio y no iba a traicionar a sus principios. Ambos estuvimos de acuerdo, ninguno estaba hecho para eso y, a pesar de las charlas de mi madre sobre eso, no íbamos a cambiar de opinión. Estábamos mejor como estábamos. Que no estuviéramos casados no significaba que el niño fuera a ser ilegítimo. Respondería por él y estaría siempre con ella… Ehm, bueno… Quitando las giras y las promociones. Seguro que de estar su padre vivo me mataría a palos si la dejaba sola por ese tiempo, pero ella había hablado, decía que ese era mi trabajo y que tenía que hacerlo, que no iba a estar sola, que tenía a Alice y a Simone. Siempre había adorado la forma en que ella me decía que no me preocupara pero lo hacía. Me preocupaba y demasiado a veces. Cuando has tenido a la persona que amas al borde de la muerte temes cualquier cosa que pueda dañarla, temes que cualquier cosa pueda pasar… y perderla para siempre. Sabía que estaba siendo un poco estúpido, ella estaba salvada… Pero el miedo seguía apoderándose de mi, sobre todo ahora cuando la veía andar de un lado para otro tan despreocupadamente. Me ponía de los nervios. Yo solo quería que se quedara sentada, yo haría todo lo que ella hacía… Pero tenía razón, ella no corría ningún riesgo y no quería ser tratada como una inútil. A Alice y a Bill mi comportamiento le parecía gracioso pero ya me gustaría a mí ver a mi “hermanito” en la misma situación, verás como cambian las cosas…
-Hey… - alguien me llamó con un leve codazo. Miré a mi lado para encontrarme con aquella mirada verde que veía todas las mañanas al despertar. - ¿Estás bien? – asentí con la cabeza
-Solo pensaba…
-Últimamente piensas demasiado… Y sé que se te pasa por la cabeza. Olvídalo, Tom. Todo está bien así. Me gusta la vida que tengo. Que me haya emocionado cuando Bill se lo pidió a Alice no significa nada. No he cambiado de opinión en estos cinco meses.
-¿Te he dicho que te adoro?
-Siempre lo haces, no paras de repetirlo. – sonrió ella.
-Igualmente sabes que no estás sola en esto y si en algún momento…
-Ya, déjalo. Lo sé. Y lo tendré en cuenta.
-Estoy asustado. No quiero que nada salga mal…
-También yo lo estoy. Es algo natural, es algo desconocido para nosotros asi que es normal sentir miedo. Pero todo saldrá bien
-Haré lo posible para eso. – ella rió.
Ver y escuchar su risa me tranquilizó un poco. Tenía que quitarme todas esas cosas de la cabeza, todo iba a salir bien, nada tenía por que salir mal. La clínica que estaba pagando era una de las mejores y dejé muy claro que cualquier cosa que ella necesitara se lo proporcionaran sin necesidad de reparar en gastos. Iba a darles lo mejor a los dos, y no me arrepentiría en lo más mínimo.
By Sam
Eran cerca de las doce de la noche y sentía mi cuerpo cansado. Necesitaba tumbarme. Esta situación no me gustaba. Todos habían salido de fiesta al acabar de cenar, todos menos Tom y yo. Le había dicho que se fuera también, que no era problema para mí quedarme sola pero se había negado completamente. Ahora estábamos los dos en el dormitorio cambiándonos de ropa, aleje mi vestido negro de tirantes de mi y me tumbé en la cama. Posé una de mis manos sobre mi abultado vientre. Era increíble que esto fuera real… Nos habíamos cuidado, pero pasó. Justo cuando acababa de terminar mi carrera en la Universidad y quería empezar a encontrar trabajo, cosa que él pensaba era absurdo teniendo en cuenta los numerosos ceros en su cuenta bancaria. Si, vale, mi novio era rico… Pero yo quería mantenerme ocupada, cosa que ahora, obviamente, no podría hacer hasta que el niño empezara a ir a la escuela. Tom salió del baño vestido únicamente con sus bóxers… Genial, ¿por qué era yo la única deforme? Odiaba esto… De veras lo odiaba. Él rió al ver que apretaba los labios. Sabía que era lo que pasaba por mi mente, creo que ya no podía ocultarle nada. Con paso decidido fue hasta la cama y se tumbó a mi lado posando su mano sobre la mía y mirándome a los ojos volvió a decirme lo hermosa que estaba… Si, claro… Hermosísima. El sarcasmo se apoderó de mi mente pero no salió de ahí. Mantuve la boca cerrada. Pero lo pensaba. ¡Oh, si! Claro que lo pensaba… ¿Cómo iba a estar guapa con esa barriga? Y eso que apenas eran cinco meses, no quería ni imaginar cuando fueran ocho… No, peor cuando fuera a dar a luz… ¡Quien me mandaría a mí a pensar! En solo unos segundos el pánico se hizo presente. Él volvió a reír e intentó tranquilizarme con el típico: “Todo va a ir bien” Que te jodan, pensé. Claro, como él no era quien tenía que sacarlo… Sam, Sam, tranquilízate, todo estará bien… Todo irá como la seda. El sonido del teléfono me hizo relajarme, alejándome de mi mundo de dolor… Rapidamente atendí, manteniéndome ocupada. Era mi hermana. Llegaría a la mañana siguiente con el pequeño Thomas, que ya no era tan pequeño pues acababa de cumplir los quince años, y su madre. Rose y yo nos habíamos encontrado al volver yo a Magdeburgo. Fue un encuentro extraño porque me apeteció dar una vuelta por mi antigua ciudad para ver como había cambiado todo y cuando estábamos los cuatro en nuestra pizzería de siempre, mi hermana entró por la puerta con su melena larga y castaña al viento y unas enormes gafas de sol. La reconocí por la forma en que caminaba. Siempre se había creído una top model incluso desde pequeña. Ella echó un vistazo al lugar para encontrar algún asiento vacío donde sentarse cuando nuestras miradas idénticas se cruzaron. Ambas habíamos heredado los ojos de nuestro padre y por muchos ojos verdes que hubiera, nosotras sabíamos reconocernos. Ella quedó con la boca abierta, sin saber como reaccionar hasta que después de un tiempo corrió hasta a mí y yo hasta ella y nos abrazamos. Desde aquel momento no nos hemos separado. Ella aún vive en nuestra antigua ciudad pero está trabajando para tener el dinero necesario para mudarse a Hamburgo con nosotros… En su propia casa, claro. En cuanto a mi madrastra… Bien, no volví a saber de ella. Rose me contó que había vendido la casa de mi padre por pagar deudas y estaba viviendo en un piso de alquiler y trabajando de costurera para pagarlo. No se mucho mas que eso. Thomas y su madre habían sido invitados por mí y por Tom para pasar las vacaciones con nosotros todos estos años tan pronto como nos enteramos de que no tenían familia. El pequeño hablaba ahora tres lenguas: ingles, castellano y manejaba el alemán con soltura. Había abandonado su sueño infantil de ser futbolista para centrarse en una carrera de Medicina. Soñaba para encontrar una cura para el cáncer que a ambos nos había atacado tan pronto en nuestras vidas. Y Tom y yo estábamos dispuestos a pagarle todos sus estudios a pesar de las negaciones de él. Y esa era nuestra vida en estos cinco años. Alice y yo habíamos terminado nuestra carrera y aunque ella estaba preparada para encontrar un trabajo, había decidido quedarse conmigo para ayudarme cuando Tom no estuviera. Odiaba que estuvieran tan pendientes de mí pero en el fondo se lo agradecía. Me gustaba la sensación de sentirme en casa… a salvo. Era una sensación que creía perdida y que recuperé al volver a mi hogar, con mi verdadera familia. Echaba de menos Madrid, por supuesto, extrañaba a Nick, a Vicky, Lucy, Mike, Iv y demás… Pero seguíamos en contacto, y aunque no era suficiente, bastaba por ahora. Me gustaba la vida que vivía ahora. Con mi gente, con mis amigos. Y no pensaba cambiarla por nada del mundo. A mi lado sentí la respiración de Tom sobre mi cuello y supe que había quedado dormido. Sonreí mientras buscaba el interruptor de la luz para apagarla. Disfruté de ese pequeño momento como mi padre me había enseñado a apreciarlos porque, a la larga, son los que cuentan, los que te brindan esa felicidad duradera. Amé ese momento como amo el hecho de tenerlo conmigo cada mañana al despertar. Simplemente despertar y ver sus ojos me hacen la mujer más feliz del mundo. No me importaban las cámaras que nos habían descubierto cientos de veces caminando por la calle, no importaban la respuesta de las fans para conmigo, en esos momentos, la vida más allá de las cuatro paredes de nuestro dormitorio dejaba de existir…
He aquí un pequeño regalo para vosotras. Me decidí a hacer este epílogo al releer el final de la historia y al darme cuenta de que quedaba demasiado abierto. ¿Qué pasaba con Thomas? ¿Funcionaría la relación entre Alice y Bill? ¿Se encontraría Sam con su hermana? Muchas preguntas quedaron abiertas y creo que las posibles dudas quedaron resueltas. ¿Les gustó el definitivo final? ¿Qué me dicen del compromiso de la morena y el cantante? ¿El trato de Simone con Alice? ¿El embarazo de Sam? XDD Todo eso estaba en mi cabeza y me decidí a escribirlo para ustedes. Un “capítulo” aparte que resuelva las dudas. Ahora si me despido deseándoles un buen día y sobre todo deseándoles la mayor felicidad para el resto de su vida.
By Alice
Hacía cinco años que me había despedido de mi país natal, aventurándome sola en un avión que me llevaría a Alemania, una acción resultado de la locura, locura nacida en las entrañas del amor más profundo que jamás pude llegar a sentir. Si, realmente soy de esas pequeñas personas que, aun siendo razonables, lo abandonaron todo por la pobre ilusión del amor. Y aquí estoy, en esta pequeña casita de campo, viendo los copos de nieve caer, esperando la oportunidad de salir fuera sin correr el riesgo de enfermar. Miro hacia la ventana y puedo ver el inmenso lago helado que se extiende. Bill me había hablado de él de camino hasta aquí. Era el lugar en que ellos dos, Tom y él, junto con Sam habían pasado las mejores vacaciones de verano de la historia. Recordaba haberlo visto en una foto de las antiguas de Sam que la morena guardaba con recelo, pero había cambiado y mucho. No solo porque la estación había cambiado si no también por el paso del tiempo. Aún así el lugar era hermoso. Aunque me duela admitirlo (Sí, la relación con mi cuñado no había cambiado nada en absoluto en estos años. Seguíamos tratándonos como perros, pero yo lo quería…. A mi manera), Tom había escogido un buen lugar para celebrar la Navidad, las primeras Navidades de Sam tras la muerte de su padre hacía ocho años. ¿A qué venía el cambio de opinión? Quería acostumbrarse… Seguro al año próximo serían como algo obligatorio para ella. Pobre… Volviendo a mi, no, lo siento, no soy una egocéntrica pero de verdad no se las verdaderas razones de Sam para celebrar estas fechas, solo sé que un día, bajó de su habitación y nos dijo: “Chicos… Quiero celebrarlas” No se nada más. En estos ocho años que han pasado tras aquel trágico accidente ninguno de nosotros la había obligado a hacerlo. Ni su tía ni yo cuando estaba en Madrid ni sus hermanos cuando nos mudamos aquí. Por cierto, no vivíamos en Magdeburgo. Al menos ya no. Ahora vivíamos los cuatro juntos en una inmensa casa en Hamburgo. Georg tenía una casa por su cuenta y Gustav otra, pero siempre solíamos reunirnos todos en la nuestra. Puede que sea porque era la más amplia, aunque el por qué no interesaba demasiado. Realmente nos gustaba pasar el rato juntos. El hecho de vivir en una casa amplia los cuatro juntos es algo que fue aprobado por ambas partes. Era más fácil para nosotras cuando ellos no estaban y nos habíamos establecido de tal forma que nos permitía tener nuestra privacidad cuando se encontraban allí. Aunque compartíamos lugares como la cocina, el comedor, la sala de estar… nuestras habitaciones estaban muy alejadas la una de la otra y cada una tenía su propio baño. Había sido idea de los cuatro. Era una forma de no molestar a ninguno de los demás realmente efectiva.
-Alice… - giré la cabeza dirigiendo mi mirada hacia aquel que me había llamado, descubriendo allí de pie a Bill, con su cresta bien peinada, su chaqueta de cuero y sus vaqueros ajustados. En solo unos segundos por mi cabeza fluyó la idea de salir corriendo hacia nuestra habitación y me relamí los labios. Su voz me devolvió de nuevo a la realidad. – Deberías vestirte. Tus padres están a punto de llegar. – Cierto. Aún iba en pijama… Me levanté y me dirigí a él.
-Gracias. – lo besé rápidamente en los labios y comencé a subir las escaleras. Tenía que arreglarme para la cena.
Eran las ocho de la noche. La cena estaba preparada. La mesa lista para trece personas. Si, quizá se pregunten por qué tantos cubiertos. Simone y Gordon se habían apuntado a la fiesta. Por cierto, no lo comenté. El recibimiento que tuve por parte de mi suegra y de su actual esposo (¿tampoco lo mencione? La pareja se casó hace un par de años y aún están en su eterna luna de miel… Ejem Ejem…) fue algo inesperado. Recuerdo que bajé nerviosisima del avión pues sabía que ella iba a ir a recibir a sus hijos y a su perdida “hija adoptiva”, pero cuando Bill me tomó de la mano y me presentó, la sonrisa en su rostro y en su mirada rompió el hielo del momento. Creo que me quiso desde el primer momento y nuestra relación ha ido a mejor en estos cinco años. Incluso Sam y yo fuimos sus damas de honor en su boda. Pero ese es otro tema… Volviendo a nuestros invitados. Obviamente ni Georg ni Gustav podían faltar. Bien, ya éramos ocho. ¿Qué hay de los cinco restantes? Después de mucho tiempo en que Bill y yo viajábamos a Madrid para pasar unos días con mis padres, ellos venían a pasar las vacaciones aquí, acompañados por mis dos hermanas pequeñas. Ireth, quien iba tras de mi en la línea de descendencia, había cumplido los 22 años y la pequeña, Layla, contaba con 18. Y… sorpresa, sorpresa. Venían con la tía de Sam, Teressa. Desgraciadamente, la madre de esta y abuela de Sam había muerto un año atrás, pero en palabras de la mujer, lo había hecho feliz y sin dolor. Eso fue lo único que convenció a la ex pelirroja. Ahora solo esperábamos que llegaran todos. Bill, Sam, Tom y yo llegamos el día anterior justo para prepararlo todo, aunque era gracioso ver como Tom obligaba a Sam a que estuviera quieta. “No soy inútil, ¿sabes?” se defendía ella. Seguro para ella no resultaba tan gracioso. Creo que hasta empezaba a cansarse de todas sus atenciones. Unos golpes en la puerta me avisaron de que nuestros invitados habían llegado. Miré mi vestido negro palabra de honor. Estaba lista. Respiré hondo al tiempo que Bill abría la puerta.
-¿Estás lista? – me preguntó. Asentí con la cabeza.
Él se acercó a mí y pasó sus brazos en torno a mí, regalándome un beso que me demostró que no me había comportado como una estúpida al aceptar su proposición. Él era mío, para siempre. Igual que yo era suya para el resto de mi vida. Tomó mi mano y ambos fijamos la mirada en el anillo que lo demostraba. Hacía un par de semanas que me había pedido que me casara con él y había aceptado sin pensarlo dos veces. Era nuestra promesa. No teníamos fecha, no teníamos nada pero sabíamos que algún día se haría realidad…
By Bill
Ver como mi futura esposa se abrazaba a sus padres y a sus hermanas me hizo sonreír. No me importó nada el dinero que había gastado en comprar sus billetes de avión que comprendían la ida y la vuelta, para mí, la sonrisa en su mirada, la felicidad que la rodeaba, el brillo en su mirada… No tenía precio. Volvería a hacerlo una y otra vez. Sonreí cuando ella se volvió hacia a mi y aferró mi mano en la suya. Iba a hacer las cosas bien. Iba a pedirle la mano al padre. Si, exactamente como antaño. Sabía que eso ya ni se hacía… Pero quería hacerlo. Tal vez yo estuviera chapado a la antigua. “¿Solo tal vez? Estas completamente chapado a la antigua” bromeó mi hermano cuando se lo dije. No lo tomé en cuenta, por supuesto. Así como nunca lo hacía. La madre de mi Alice y sus hermanas rapidamente se acercaron a abrazarme. Les correspondí el abrazo, sonriendo. El padre me tendió la mano y la estreche. Reí al ver la cara que puso al ver mi pelo y mis ojos maquillados. Nunca se había acostumbrado a verme así a pesar de saberlo y de verme siempre así. Él rió también. Apartando lo que pensaba de mi maquillaje, me respetaba y me quería como novio para su hija. Ambos pasamos al comedor donde vi como las mujeres rodeaban a Sam y le hacían miles de preguntas. Típico comportamiento de féminas ante una chica embarazada. Me reí al ver a mi hermano en un rincón con la mirada fija en el círculo y los labios apretados. No le gustaba eso. Sobre todo porque pensaba que lo estaban criticando a él. Lo pensaba desde que Alice, cuando Sam se lo había contado, le había comentado: “Como salga igual de feo que el padre…” Obviamente mi mujer no lo decía en serio, pero para Tom fue suficiente. Gordon se acercó a donde estábamos con copas de champagne en las manos.
-Se nota que son mujeres… - bromeó. Los demás reímos. – Teníais que haber visto el otro día a vuestra madre en el centro comercial. Quería arrasar con la tienda…
Pero no era solo mi madre quien estaba tan emocionado. Teressa, Alice, su madre, sus hermanas… Todas rodeaban a Sam, quien ya empezaba a cansarse de toda esa atención. Y mi hermano se dio cuenta. Rapidamente se acercó al círculo de féminas y las invitó a pasar al comedor, donde nos esperaba la cena. La mirada que le dirigió la morena fue sin duda de alivio y agradecimiento, él le sonrió y poco después sus labios se entrelazaron. La escena parecía provenir de una película navideña típica de esas que siempre echan en la tele por estas fechas. Mi suegro y yo, acompañados de mi padrastro los seguimos hasta el comedor. Rapidamente me senté al lado de mi Alice, que estaba radiante de felicidad. Para mí eso fue la mayor de las desdichas. El resto de la cena trascurrió sin ningún problema. La gente reía y bromeaba, si bien los padres y hermanas de Alice encontraban cierta dificultad para comunicarse y entender lo que hablaban, rapidamente Alice, Sam o Teressa traducían todo sin problemas. El momento para mí llegó con el postre. Era hora de decirle lo que tenía pensado al padre de mi futura esposa. Aclarándome la garganta pedí por favor a Teressa que tradujera lo que iba a decir. Con el semblante serio, las palabras empezaron a surgir de mis labios mientras los demás fijaban su mirada en mí. Ciertamente eso me estaba poniendo nervioso pero no titubee en ningún instante. Sabía lo que quería, y nada iba a impedirlo. Cuando terminé mi discurso, en el rostro bondadoso de mi suegro se dibujó una sonrisa. Levantándose de la silla y extendiéndome la mano, pronunció las palabras que más tarde Teressa me tradujo: “Bienvenido a la familia, hijo” Estreché su mano con una sonrisa en los labios. Había sido difícil decidir que palabras decir, había sido complicado decirlo… Pero ahí estaba, lo que necesitaba. Alice fijó su cristalina mirada en la mía y me sonrió. En esos momentos pude ver la enorme felicidad que la rodeaba. Por fin estaba completa. Había sido duro para ella abandonar a su familia para venir conmigo a Alemania y aunque la compañía de Sam había sido buena para ella, no era suficiente. Ahora, sin embargo, tenerlos a todos ahí juntos aunque solo fueran unos días era, sin duda, lo mejor que podía experimentar y yo estaba feliz por ello, por que ella era mi debilidad, y siempre intentaría consentirla hasta el más mínimo detalle…
By Tom
Cuando vi a mi hermano y a Alice mirarse de la forma en que lo hacían no pude evitar mirar a Sam, que también tenía clavada la vista en los dos tortolos. Me pregunté si ella quería… Pero me había dicho que no. Al menos cuando nos enteramos de su estado, yo le había preguntado si quería que nos casáramos y ella me dijo muy rotundamente que no, que no era necesario, que no creía en el matrimonio y no iba a traicionar a sus principios. Ambos estuvimos de acuerdo, ninguno estaba hecho para eso y, a pesar de las charlas de mi madre sobre eso, no íbamos a cambiar de opinión. Estábamos mejor como estábamos. Que no estuviéramos casados no significaba que el niño fuera a ser ilegítimo. Respondería por él y estaría siempre con ella… Ehm, bueno… Quitando las giras y las promociones. Seguro que de estar su padre vivo me mataría a palos si la dejaba sola por ese tiempo, pero ella había hablado, decía que ese era mi trabajo y que tenía que hacerlo, que no iba a estar sola, que tenía a Alice y a Simone. Siempre había adorado la forma en que ella me decía que no me preocupara pero lo hacía. Me preocupaba y demasiado a veces. Cuando has tenido a la persona que amas al borde de la muerte temes cualquier cosa que pueda dañarla, temes que cualquier cosa pueda pasar… y perderla para siempre. Sabía que estaba siendo un poco estúpido, ella estaba salvada… Pero el miedo seguía apoderándose de mi, sobre todo ahora cuando la veía andar de un lado para otro tan despreocupadamente. Me ponía de los nervios. Yo solo quería que se quedara sentada, yo haría todo lo que ella hacía… Pero tenía razón, ella no corría ningún riesgo y no quería ser tratada como una inútil. A Alice y a Bill mi comportamiento le parecía gracioso pero ya me gustaría a mí ver a mi “hermanito” en la misma situación, verás como cambian las cosas…
-Hey… - alguien me llamó con un leve codazo. Miré a mi lado para encontrarme con aquella mirada verde que veía todas las mañanas al despertar. - ¿Estás bien? – asentí con la cabeza
-Solo pensaba…
-Últimamente piensas demasiado… Y sé que se te pasa por la cabeza. Olvídalo, Tom. Todo está bien así. Me gusta la vida que tengo. Que me haya emocionado cuando Bill se lo pidió a Alice no significa nada. No he cambiado de opinión en estos cinco meses.
-¿Te he dicho que te adoro?
-Siempre lo haces, no paras de repetirlo. – sonrió ella.
-Igualmente sabes que no estás sola en esto y si en algún momento…
-Ya, déjalo. Lo sé. Y lo tendré en cuenta.
-Estoy asustado. No quiero que nada salga mal…
-También yo lo estoy. Es algo natural, es algo desconocido para nosotros asi que es normal sentir miedo. Pero todo saldrá bien
-Haré lo posible para eso. – ella rió.
Ver y escuchar su risa me tranquilizó un poco. Tenía que quitarme todas esas cosas de la cabeza, todo iba a salir bien, nada tenía por que salir mal. La clínica que estaba pagando era una de las mejores y dejé muy claro que cualquier cosa que ella necesitara se lo proporcionaran sin necesidad de reparar en gastos. Iba a darles lo mejor a los dos, y no me arrepentiría en lo más mínimo.
By Sam
Eran cerca de las doce de la noche y sentía mi cuerpo cansado. Necesitaba tumbarme. Esta situación no me gustaba. Todos habían salido de fiesta al acabar de cenar, todos menos Tom y yo. Le había dicho que se fuera también, que no era problema para mí quedarme sola pero se había negado completamente. Ahora estábamos los dos en el dormitorio cambiándonos de ropa, aleje mi vestido negro de tirantes de mi y me tumbé en la cama. Posé una de mis manos sobre mi abultado vientre. Era increíble que esto fuera real… Nos habíamos cuidado, pero pasó. Justo cuando acababa de terminar mi carrera en la Universidad y quería empezar a encontrar trabajo, cosa que él pensaba era absurdo teniendo en cuenta los numerosos ceros en su cuenta bancaria. Si, vale, mi novio era rico… Pero yo quería mantenerme ocupada, cosa que ahora, obviamente, no podría hacer hasta que el niño empezara a ir a la escuela. Tom salió del baño vestido únicamente con sus bóxers… Genial, ¿por qué era yo la única deforme? Odiaba esto… De veras lo odiaba. Él rió al ver que apretaba los labios. Sabía que era lo que pasaba por mi mente, creo que ya no podía ocultarle nada. Con paso decidido fue hasta la cama y se tumbó a mi lado posando su mano sobre la mía y mirándome a los ojos volvió a decirme lo hermosa que estaba… Si, claro… Hermosísima. El sarcasmo se apoderó de mi mente pero no salió de ahí. Mantuve la boca cerrada. Pero lo pensaba. ¡Oh, si! Claro que lo pensaba… ¿Cómo iba a estar guapa con esa barriga? Y eso que apenas eran cinco meses, no quería ni imaginar cuando fueran ocho… No, peor cuando fuera a dar a luz… ¡Quien me mandaría a mí a pensar! En solo unos segundos el pánico se hizo presente. Él volvió a reír e intentó tranquilizarme con el típico: “Todo va a ir bien” Que te jodan, pensé. Claro, como él no era quien tenía que sacarlo… Sam, Sam, tranquilízate, todo estará bien… Todo irá como la seda. El sonido del teléfono me hizo relajarme, alejándome de mi mundo de dolor… Rapidamente atendí, manteniéndome ocupada. Era mi hermana. Llegaría a la mañana siguiente con el pequeño Thomas, que ya no era tan pequeño pues acababa de cumplir los quince años, y su madre. Rose y yo nos habíamos encontrado al volver yo a Magdeburgo. Fue un encuentro extraño porque me apeteció dar una vuelta por mi antigua ciudad para ver como había cambiado todo y cuando estábamos los cuatro en nuestra pizzería de siempre, mi hermana entró por la puerta con su melena larga y castaña al viento y unas enormes gafas de sol. La reconocí por la forma en que caminaba. Siempre se había creído una top model incluso desde pequeña. Ella echó un vistazo al lugar para encontrar algún asiento vacío donde sentarse cuando nuestras miradas idénticas se cruzaron. Ambas habíamos heredado los ojos de nuestro padre y por muchos ojos verdes que hubiera, nosotras sabíamos reconocernos. Ella quedó con la boca abierta, sin saber como reaccionar hasta que después de un tiempo corrió hasta a mí y yo hasta ella y nos abrazamos. Desde aquel momento no nos hemos separado. Ella aún vive en nuestra antigua ciudad pero está trabajando para tener el dinero necesario para mudarse a Hamburgo con nosotros… En su propia casa, claro. En cuanto a mi madrastra… Bien, no volví a saber de ella. Rose me contó que había vendido la casa de mi padre por pagar deudas y estaba viviendo en un piso de alquiler y trabajando de costurera para pagarlo. No se mucho mas que eso. Thomas y su madre habían sido invitados por mí y por Tom para pasar las vacaciones con nosotros todos estos años tan pronto como nos enteramos de que no tenían familia. El pequeño hablaba ahora tres lenguas: ingles, castellano y manejaba el alemán con soltura. Había abandonado su sueño infantil de ser futbolista para centrarse en una carrera de Medicina. Soñaba para encontrar una cura para el cáncer que a ambos nos había atacado tan pronto en nuestras vidas. Y Tom y yo estábamos dispuestos a pagarle todos sus estudios a pesar de las negaciones de él. Y esa era nuestra vida en estos cinco años. Alice y yo habíamos terminado nuestra carrera y aunque ella estaba preparada para encontrar un trabajo, había decidido quedarse conmigo para ayudarme cuando Tom no estuviera. Odiaba que estuvieran tan pendientes de mí pero en el fondo se lo agradecía. Me gustaba la sensación de sentirme en casa… a salvo. Era una sensación que creía perdida y que recuperé al volver a mi hogar, con mi verdadera familia. Echaba de menos Madrid, por supuesto, extrañaba a Nick, a Vicky, Lucy, Mike, Iv y demás… Pero seguíamos en contacto, y aunque no era suficiente, bastaba por ahora. Me gustaba la vida que vivía ahora. Con mi gente, con mis amigos. Y no pensaba cambiarla por nada del mundo. A mi lado sentí la respiración de Tom sobre mi cuello y supe que había quedado dormido. Sonreí mientras buscaba el interruptor de la luz para apagarla. Disfruté de ese pequeño momento como mi padre me había enseñado a apreciarlos porque, a la larga, son los que cuentan, los que te brindan esa felicidad duradera. Amé ese momento como amo el hecho de tenerlo conmigo cada mañana al despertar. Simplemente despertar y ver sus ojos me hacen la mujer más feliz del mundo. No me importaban las cámaras que nos habían descubierto cientos de veces caminando por la calle, no importaban la respuesta de las fans para conmigo, en esos momentos, la vida más allá de las cuatro paredes de nuestro dormitorio dejaba de existir…
He aquí un pequeño regalo para vosotras. Me decidí a hacer este epílogo al releer el final de la historia y al darme cuenta de que quedaba demasiado abierto. ¿Qué pasaba con Thomas? ¿Funcionaría la relación entre Alice y Bill? ¿Se encontraría Sam con su hermana? Muchas preguntas quedaron abiertas y creo que las posibles dudas quedaron resueltas. ¿Les gustó el definitivo final? ¿Qué me dicen del compromiso de la morena y el cantante? ¿El trato de Simone con Alice? ¿El embarazo de Sam? XDD Todo eso estaba en mi cabeza y me decidí a escribirlo para ustedes. Un “capítulo” aparte que resuelva las dudas. Ahora si me despido deseándoles un buen día y sobre todo deseándoles la mayor felicidad para el resto de su vida.
Las quiero.
Amanda.
Amanda.
Ya me quedaron muchas dudas claras, me gusto mucho que sam encontrara a su hermana y que tendra un tomito XD, que alice y Bill se casen wow!!! y que Thomas este bien awwww me encanto, lastima que murio la abuelita, pero me gusto todo todo Gracias amanda y felicidades.
ResponderEliminarMi gemeee awww cuanto tiempo transcurrió, cuantas cosas han pasado, me pone tan felíz que Sam se encontrara con su hermana, que este embarazada wow que emoción. El pequeño Thomas, bueno... ya no tan pequeño, pero siempre tan entusiasta, tan soñador... Y Alice... como envidio a Alice jaja, igual me pone felíz, que haya hecho felíz a Bill.
ResponderEliminarMuy pero muy lindo el epílogo hermanita, ahora ya no queda duda, de que todos tuvieron su final felíz. Felicitaciones vida, me encantó. Me despido muy contenta, un beso enorme vida, sabes que te adoro con el alma ¿no? jeje. Tu geme, Dai.
Amandita que bien resolviste mis dudas :P
ResponderEliminarbueno si la verdad extraño esta fic pero todo lo que empieza tiene que terminar pues ya no queda nada mas que hacer :( jeje sabes que eres la mejor TQM byee
attoO: pkniia
Uojojojo!!! Qe fuerte me parece!! Es todo tan bonito foo! Yo quiero que eso pueda ocurrir xDD
ResponderEliminarTe ha quedado genial y respecto al agradecimiento de antes no tienes porque hacerlo, somos escritoras no? pues de eso se trata que nos podamos ayudar una a la otra y punto jaja que sabes que estoy deseando leer tu historia que de seguro sera como esta e incluso puede que te mejores.
Seguimos en contacto y por supuesto tu critica number one la primera eh? jajaj
Cuidate!!
jajaja gracias nuevamente Amanda! las dudas se esfumaron jajaja todo quedo absolutamente perfecto! muchisimas gracias!! me encanto todooo jeje....Amanda! me alegre de que todos esten muy bien los nervios de Bill me dio risa y ps vaya que me quede con la boca abierta sobre el estado de Sam y Tom ahi todo nervioso jajajaja ps bueno todosss estan bien hasta el pequeño thomas!!! jajaja y rose, me alegre cuando se encontraron! ps bueno epilogo feliz jajajaja danke Amanda!
ResponderEliminar"jas"