domingo, 13 de junio de 2010

RECUERDOS DEL PASADO CAPITULO 42


-Señorita Stratford…. Señorito Kaulitz… Tenemos buenas noticias. Hay un donante con un 98’2 % de compatibilidad. Imposible de rechazo… Felicidades, señorita.
En cuanto el doctor salió por la puerta los dos chicos se miraron… Y pronto empezaron a abrazarse. Su momento había llegado. Este era su final feliz.
Varias semanas más tarde…

Las puertas de cristal de la entrada del hospital se abrieron de par en par cuando dirigió un paso hacia ellas. El sol brillaba en todo su esplendor en aquel día de mediados de julio. Había pasado más de un mes en el hospital, en aquella cama incómoda y diminuta, vestida con aquella espantosa bata color azul celeste con el emblema del recinto bordado en el lado derecho, comiendo comida basura, necesitando ayuda para ir al baño… Ahora todo eso quedaba atrás. Ahora estaba viva, la palidez había desaparecido de su rostro, las ojeras se habían esfumado, vestía sus propias ropas, sus pantalones vaqueros favoritos, sus zapatillas, su camiseta, Alice incluso le había maquillado los ojos con un intenso color negro que resaltaba sus ojos verdes, ahora su pelo necesitaba otro baño de color… Ya nada quedaba del rojo apagado y su pelo volvía a ser negro cual carbón. Avanzó otro paso con la sonrisa dibujada en su rostro y el sol la cegó cuando salió al exterior. Su amiga, a su lado, le tendió sus gafas de sol, ella se las colocó al tiempo que dirigía la mirada hacia la acera donde se encontraban sus amigos, apoyados en su enorme furgoneta negra, con aquel aire de divos que siempre les caracterizaba. Allí también estaba David, Henri en su posición de guardaespaldas, su tía y su abuela. La morena de ojos claros le sonrió cuando la miro a ella también: allí, con ella, estaban las personas que más quería en este mundo. Habían estado con ella todo este tiempo sin importar todo lo que tenían que haber estado haciendo, no por obligación, sino por cariño, por ese sentimiento que los unía y que no entendía nada ni de distancia ni de tiempo. Su sonrisa se hizo más amplia al pensar en esto y sus piernas respondieron solas echando a correr en dirección a sus amigos, abrazándose a su mejor amigo primero con toda la fuerza que le permitían sus débiles brazos. Él rió en su oído y le devolvió el abrazo con toda la efusividad que ella misma le había dado. Más tarde corrió hacia Gustav, que no la apartó como solía hacer para hacerla rabiar. Él también había estado pensando en la idea de perderla y ahora agradecía que esto no hubiera pasado. Por que, claro, ¿a quien iba a molestar entonces? Rió ante eso. Sabía que no era por eso. Le dolería perderla tanto como si hubiera perdido a un familiar cercano. Ella era su hermana aunque no de sangre, pero lo era. Abandonando al batería por unos instantes Sam fue a por su hermano mayor, con el que casi se parte en dos por la brutalidad de su abrazo, aunque no le concedió importancia. Igual sabía que su hermano no era capaz de matarla… ¿O si? Rió. Y él hizo algo inesperado. A la velocidad del rayo, la subió a su espalda, como solía hacer siempre que ella estaba cansada. Ella rió. Le encantaba sentirse tan alta.
-¿No estás ya mayorcita para eso? – ella negó con la cabeza, poniendo cara de niña pequeña. Él la miró enarcando una ceja detrás de las gafas de sol.
-¿Celoso? – bromeó Georg.
- Geez, ya quisieras tú. – se defendió el aludido.
Sam sonrió mientras se bajaba de la espalda de su amigo. Estaba bien para un rato, pero ahora que recién podía caminar de nuevo sin ayuda de nadie, quería disfrutarlo. Además, tenía que continuar. Corrió hasta donde se encontraba su tía y su abuela y las abrazó a ambas, dándoles las gracias por estar ahí con ella, la anciana casi acabó llorando cuando la vio acercarse a ella y abrazarla sin barreras. Se dio cuenta de que su nieta no le guardaba rencor por haber permanecido en las sombras durante estos dieciocho años de su vida. De su tía recibió una cálida sonrisa que no la dejó indiferente. A ella tampoco le guardaba rencor por haberle ocultado por tanto tiempo la verdad acerca de la muerte de su madre. Sam le devolvió la sonrisa y se volvió hacia David. Éste solo le revolvió el cabello como siempre hacía y la trató como una niña pequeña, exactamente como siempre la trataba. Por último miró a Tom que reía. ¿Cómo agradecerle todo lo que había hecho por ella? ¿Agradecerle por todas las noches que se había quedado con ella, soportando sus gritos cuando se despertaba en mitad de la noche por culpa de las pesadillas, agradecerle la compañía que le había dado, agradecerle que la hubiera ayudado en todo? Tal vez por la mirada que le había dirigido o tal vez por su reacción él supo lo que le pasaba por la cabeza a la ex pelirroja y una risa escapó de lo más profundo de la garganta. Sam lo miró sin entender al tiempo que él extendía su brazo hasta ella para atraerla hasta él.
-Boba… - le dijo al oído. – No hay nada que tengas que agradecerme.
Sam no dijo nada, estaba bien así aunque ambos sabían exactamente como quería que se lo agradeciera. Dio gracias a que él no vio como ella se ruborizó ante eso. Volvía a ser la de siempre. ¿De verdad estaba pensando en eso ahora, justo cuando acababa de ser operada, que había estado al borde de la muerte, y que milagrosamente se había recuperado? Conociéndolo como lo conocía, casi podía afirmarlo, aunque nunca se sabía… Una sonrisa se dibujó en sus labios. Todo estaba bien así, con la gente que quería a su alrededor, sin importar nada más en absoluto…
Lo primero que hizo Sam al llegar a su casa, su hogar en esos últimos tres años, fue, como no, tirarse de cabeza a su cama y agarrar su almohada y abrazarse a ella. Como había echado de menos ese cómodo colchón y esas suaves sábanas… Pero no era tiempo de dormir. Había pasado más de un mes tumbada en una cama de hospital sin mas remedio que durmiendo para batir el aburrimiento, así que de momento nada de dormir, quería disfrutar, hacer miles de locuras, salir con el skate, ver a sus amigos del club, reír con ellos, miles de cosas que debía hacer despacio. No debía olvidar que aún estaba recuperándose. Aunque eso no le impedía pasar una tarde fuera, lejos de su casa, lo menos que quería hacer era quedarse toda una tarde en casa encerrada. Buscó su teléfono casi con desesperación y llamó a Alice. Tardó en contestar. Supo por qué. Estaba con Bill… Tenía que haberlo imaginado… Ciertamente se veían bien juntos, el tiempo que Alice había pasado en el hospital tras la donación de médula, él no se había despegado de la cama de ella mas que para ir a la cafetería a comer algo, cosa que la morena de ojos claros lo obligaba a hacer. Sam sonrió ante eso. ¡Qué fantástico sería para ambos que aquello no se deteriorase nunca! Porque… ¿qué pasaría cuando Bill regresara a Alemania? Oh, mierda…. Eso le llevaba a pronunciarse otra cuestión. ¿Qué pasaría cuando todos volvieran a Alemania? Estaba claro que solo era cuestión de tiempo. Ella ya había salido del hospital, ellos habían prometido volver a su vida cuando eso pasase… Si, estaba claro que ellos se marcharían en cuestión de días… ¿Qué significaba eso? ¿Dolor y un inmenso vacío en su interior para ellas que ni siquiera podrían ahogar en sus propias lágrimas? Casi pudo sentir que su respiración se cortaba pensando en ello… ¿Cómo no había caído antes? ¿Cómo había sido tan tonta al pensar que ellos se quedarían para siempre? No, no había pensado en eso realmente, sabía que ellos se marcharían de nuevo, pero el día de la despedida se estaba aproximando demasiado rápido.
-¿Sam? ¿Sam? – la morena de ojos verdes despertó de pronto al escuchar a su amiga llamándola desde el otro lado del teléfono.
-Si… Ehm… Perdona… Me quedé pensativa…
-Eso veo. ¿Estás bien?
-¡Obvio! ¡Estoy mejor que nunca! – fingió alegría
Alice no dijo nada acerca de lo que pensaba realmente y la dejó estar. Las chicas quedaron en verse en el hotel donde se hospedaban los chicos ya que la morena de pelo rizado ya se encontraba allí. Sam no prestó mucha atención cuando su mejor amigo, quitándole el teléfono a Alice, la regañó por no estar descansando. Lo que pasó por la mente de Sam en el instante que escuchó eso de Bill fue muy grosero por su parte pero era la verdad, no podía estar más en una maldita cama, y eso que ella adoraba su cama. Necesitaba salir, tomar aire, reír, correr… Todo. Colgando la llamada, echó el móvil al bolsillo del pantalón y… se dio cuenta de algo. Si iban al hotel, podía acabar durmiendo allí. O no precisamente durmiendo. Eso requería atención femenina urgentemente. Rápidamente envió un mensaje a Alice: “Llegaré tarde. Creo que después de un mes necesito una buena sesión de belleza. ¿Te apuntas?” Rió. Conocía la respuesta de Alice. Era incapaz de decir que no a una sesión de belleza femenina con amigas. “¿Bromeas? Estoy allí en quince minutos. Convenceré al chofer de estos niños para que me acerque.” Sam rió. ¿Conocía o no conocía a su amiga? Dejó el aparato sobre la mesita de noche y fue en busca de su tía, ella era quien siempre le prestaba sus cosas, tendría que empezar a comprarse sus propias cosas… Su tía no iba a estar siempre… Además, ¿qué haría cuando se fuera a Alemania de nuevo? Rió mientras pensaba esto. Estaba claro que necesitaba independizarse cuanto antes.
Según lo acordado, Alice llegó puntual dispuesta a pasar una tarde de chicas. A decir verdad, esta tarde se la merecían. Por todo lo que habían pasado juntas, por todo lo que les quedaba por vivir juntas. Además, ¿importaban los motivos? Querían esa tarde para ellas. Y entre risas y muchas bromas absurdas la tarde se les fue como un suspiro. Eran casi las nueve de la noche cuando Alice recibió una llamada de Bill. Sam rió. Nunca pensó que su mejor amigo fuera tan impaciente. Casi pudo escuchar a Tom al otro lado del teléfono diciendo: ¡Déjalas, Bill! ¡Son chicas! Cosa que tenía toda la razón. Después de decirle al cantante que no se preocupara, que estarían en el hotel en media hora, se dispusieron a vestirse. Mejor no hacer esperar demasiado al impaciente de Bill…
-¡Menos mal! – exclamó el cantante cuando las vio aparecer por la puerta del hotel.
- No hemos tardado tanto… - se defendió Alice caminando hacia donde se encontraban ellos esperándolas. Bill abrió los ojos como platos pero no dijo nada.
-¡Nah! Soportar a Bill se ha hecho mas pesado que esperaros a vosotras… - las defendió Georg.
Bill lo miró con malicia pero no dijo nada, cosa extremadamente extraña. Los demás rieron…. No, no todos. Detrás de Sam, Tom miraba en otra dirección. Sabía que tenía que hablar con ella, pero no esta noche… No iba a arruinarle la noche. Sam lo miró y supo que le pasaba algo. ¡Cómo para ocultárselo a ella! Lo conocía demasiado bien, no podía ocultarle nada. Sin embargo, ninguna palabra se escapó de sus labios. Sabía que él se lo contaría… Alguna vez.
- Hey… ¿Todo bien? – le preguntó en un susurro mientras los demás se adelantaban.
-Ahora si. – él le sonrió, enredando su brazo sobre la cintura de ella, sonrisa que casi hizo que la morena perdiera la consciencia.
Los dos caminaron hacia donde estaban sus amigos acelerando el paso, no querían perderlos de vista, al menos no de momento. Alice había echado una mirada a la parejita, que charlaban entre ellos, y había reído para sí. Sam la había visto y había clavado sus ojos en los azules de su amiga sin entender a que venía esa mirada lo que provocó la risa de Alice… de nuevo. Fueron a cenar a la pizzería de siempre. Sam adoró eso. Echaba de menos la comida basura, la comida grasienta y rica en hidratos de carbono. Nunca pensó en decir algo como eso pero ansiaba engordar con esa comida. Se encontraba como una niña con un juguete nuevo después de tanto tiempo deseándolo. Los chicos la veían engullir su porción y rieron. Ciertamente parecía una niña pequeña. Ella los miró a su vez con una expresión en su rostro que los desafiaba a lo que ellos le respondían con un encogimiento de hombros y un movimiento con las manos al tiempo que negaban con la cabeza. Aunque seguían con esa sonrisa burlona en sus labios, que hizo que Sam acabara enojada.
-Ya esta. Ya no quiero más. – sentenció cruzándose de brazos, apoyando la espalda sobre el respaldo de la silla de madera y colocando una pierna sobre la otra.
-¡Sam! ¡No seas cría!
-He terminado. – se negó a seguir comiendo.
-Oh, entonces imagino que no querrás helado… - la manipuló Tom, desinteresado. A Sam le brillaron los ojos por un momento. Luego se dio cuenta de que la estaba chantajeando. Se hizo la desinteresada. - ¿En serio? Vaya… Creía que te gustaban los helados de chocolate… vainilla… nueces… - Sam no pudo evitar que los ojos se le abrieran de par en par. El se dio cuenta. –Come. – fue lo último que dijo. Esta volvió a coger su porción de pizza. Cualquiera que los hubiera escuchado diría que parecía un perro fiel a su amo… Maldición… Sin embargo, quería ese helado así que siguió comiendo sin decir nada…
Lo prometido era deuda. Después de cenar Sam obligó a Tom a que cumpliera su promesa y hasta que no tuvo su helado en las manos no se calló. Y, por extraño que puede parecer, Sam puede ser una pesada. Feliz con su preciado premio Sam quiso ir al club a ver a sus amigos tocar, a Lucy, a Vicky, a Nick… Los había echado de menos de veras… Caminando hacia el pub, tomando su helado y tarareando una de sus canciones favoritas, casi se podía decir que Sam andaba como ausente, siempre que hacia cuando estaba contenta, pero eso solo duró hasta que le duró el helado…
-Se acabo. – afirmó, mirando sus manos vacías. Puso cara triste.
-¿Quieres otro? – preguntó Tom, a su lado. Ella lo miró extrañada.
-¿Quién eres y que has hecho con Thomas? – él rió.
-Boba… - ese era, sin duda, su adjetivo favorito para referirse a ella.
-Entonces, ¿quieres engordarme para comerme después?- preguntó enarcando una ceja
-Créeme, no te daría tiempo a engordar… Lo haría ahora mismo. – respondió depositando sus labios muy cerca al cuello de ella.
-Tom… - lo llamó ella. Él no contestó. - ¿Estás bien?
-Estoy perfectamente. – fingió una sonrisa. Ella no dijo nada… ¿Eran paranoias suyas solamente?
Nada mas entrar al pub, los chicos de la banda, Nick, Vicky y Lucy fueron a abrazar a la morena de piel clara, que sonreía ampliamente. Los chicos la alzaron en peso dándole la bienvenida de nuevo con los brazos abiertos a lo que Sam empezó a marearse y a pedir que la bajaran. Una vez con los pies en la tierra los miró a todos a los ojos, y fue abrazando a cada uno por separado. Los chicos también la habían estado visitando esos días en el hospital, dándole su apoyo y cariño. Sam siempre los había considerado como su segunda familia, ya que ese pequeño club había sido su refugio durante esos últimos años, donde se había olvidado de todo cuanto pudiera hacerle daño, y allí, entre copas, música, y buen rollo había encontrado algo que hacia tiempo creía perdido… amigos. Amigos de verdad.
Llegó el turno de Mike… Sam lo miró a los ojos sonriente, a pesar de los sentimientos no correspondidos del chico por ella, ella aún lo seguía viendo como uno de sus amigos, con quien había reído hasta las lágrimas, tocado juntos en ese pequeño escenario, cantado, compartido tantos momentos… Era injusto que ahora el muro que los separaba por la existencia de esos sentimientos los hiciera comportarse de la manera tan fría en que lo hacían. Sam lo sentía, y mucho, pero no podía corresponderle… Su mundo le pertenecía a otra persona.
-Mike… No… No quiero…
-Olvídalo, Sam. Lo sé. Nuestra amistad está por encima de esto. Se acabó. No te abordaré. No sacaré jamás el tema… Yo… Solo quiero verte feliz. Y, aunque me duela, esa felicidad la consigues con otra persona.
Alzó la mirada para encontrarse con la de Tom. Sam quedó extrañada…. ¿Acaso había pasado algo entre esos dos que ella no estaba al tanto? Aunque por un momento le dio igual todo aquello, al fin estaba bien con Mike, que era lo que importaba ahora, nunca había soportado estar de malas con uno de sus amigos, sobre todo, porque de estos tenía bien pocos, y a los pocos que tenía, los quería demasiado. Así que lo abrazó con fuerza, sin importar que pensara la gente que allí había, porque, sin saber como, la mayoría de los que allí había estaban todos al tanto de lo que ocurría entre ellos. La gente chismosa es lo que tenía…
El resto de la noche trataron de pasarlo bien, estar los amigos juntos, beber algo, escuchar buena música, tener una conversación agradable, con sus risas y bromas incluidas, y lo consiguieron. Aunque Sam se dio cuenta de algo… No todo parecía tan normal como aparentaba ser. Y necesitaba saber por qué… Rápidamente escribió un mensaje de texto para Tom sin que ninguno se diera cuenta. Él la miró enarcando una ceja. Claro ejemplo de que algo pasaba. Conociéndolo como lo conocía, sabía que una respuesta que no fuera una sonrisa curvada y un alzamiento de cejas a su proposición de ir al hotel, era un claro ejemplo de que pasaba algo. Beep, beep… Miró su móvil. “¿Estas segura? ¿Estas cansada? ¿Todo bien?” Pero, ¿qué demonios….? Éste no era su Tom… Sin lugar a dudas, este no era el Tom que quería… Lo miró enarcando una ceja con una expresión en su rostro que perfectamente decía: “¿Tú estás tonto?” a lo que él la miró extrañada haciéndose que no sabia nada, cosa que no engañaba a la pelirroja. Se cruzó de brazos, ligeramente enojada. No le gustaba esa situación, quería al mismo Tom de siempre, el pervertido, el gracioso, el que de verdad la había enamorado; no esta copia de Bill. Le gustaba que se preocupara por ella, claro, como a todas las chicas les gusta que se preocupen por ellas, pero no ante tan clara proposición. Claro, había pasado un mes y medio en el hospital, y si recordaba conocerlo como lo hacía, de seguro él estaría mucho más que dispuesto… Sintió unos labios sobre su cuello y unos brazos abrazándola desde atrás.
-No te me enojes, loquita… - le susurró al oído mordiendo suavemente el lóbulo de la oreja.
¡Sí! ¡Ya estaba tardando! Pensó Sam. Estuvo a punto de voltearse pero no lo hizo, ahora quien iba a hacerse la fría iba a ser ella…
-No lo conseguirás… - adivinó, tan seguro de sí mismo como siempre. Ella sonrió. En eso estaban de acuerdo… Jamás podría hacerse la fría con él…
-¿Entonces? – preguntó ella a su vez
-Vamos.
La sonrisa de Sam se hizo más amplia y rápidamente se levantó de la silla. Sabía que a sus espaldas, él estaba riendo por lo bajo. Ambos se disculparon con sus amigos y salieron del club, dejando atrás las risas de sus amigos, que los miraban con picardía. Obvio ya sabían donde se dirigían. No eran nada tontos… Al salir del pub, dejando atrás la música y la muchedumbre, en un momento Sam se encontró con la espalda sobre la fría pared de piedra de un edificio, los labios de él sobre los suyos, sus bocas unidas, las manos de él sobre su cintura, aferrándola cerca de él mientras la besaba con desesperación… Ella alucinó pero no lo detuvo. Hacía tiempo que no se sentía tan viva y no pensaba pararlo. Cerca de allí escuchó risas. Dirigió la mirada hacia donde las había escuchado mientras los labios de él descendían por su cuello y allí descubrió a un grupo de niñas de unos 14 o 15 años. Cantaban entre risas alguna canción en… Mierda. Fans de Tokio Hotel. Justo ahora. Con suavidad tomó entre sus manos la capucha de la chaqueta de él y la puso sobre su cabeza, de modo que no se viera el rostro. Rezó porque las niñas no se dieran cuenta de nada… Objetivo logrado. Al pasar por su lado se habían quedado calladas, sin duda un poco cortadas, pero ni se dieron cuenta que acababan de pasar al lado de uno de los integrantes del grupo que adoraban. Sonrió para sus adentros. Cuando vio que las chicas se alejaban, se separó de él al menos lo suficiente para tomarlo de la mano y echar a correr en dirección del hotel. Él rió con ella, sin decir ninguna palabra más.
Abriendo la puerta de la habitación, Sam fue a chocar con la espalda en la pared solo unos instantes después de que esta se abriera mientras él la besaba y se quitaba la chaqueta, tirando esta al suelo y tomándola poco después en brazos para llevarla a la inmensa cama donde la tumbo sin parar de besarla y se colocaba encima de ella mientras sus manos recorrían su frágil cuerpo a la velocidad del rayo. Ella no era una niña y se lo estaba demostrando con cada beso que le daba, cuando sus manos se aferraron a su camiseta, y tiraron de esta hacia arriba, deseosa de verlo de nuevo totalmente desnudo. Él sonrió, estaba realmente graciosa cuando hacía algo como esto. Ya no quedaba nada de la muerta en vida que había sido semanas atrás, estaba viva mucho más que nunca, feliz, dichosa, reclamando lo que era suyo… Así es como quería verla… Siempre… De pronto la realidad lo golpeó como un cuchillo afilado. Abandonando sus labios se tumbó en la cama con la vista clavada en el techo, alejándose de ella, pensando la manera de no estropear más la noche…
-Tom, ¿qué mierda esta pasando? – ella lo miraba desde arriba, se había levantado de la cama y estaba sentada a su lado, mirándolo a los ojos, con la esperanza de que él le dijera la verdad – No vas a decirme que nada… Es evidente que te pasa algo…
Él quedó en silencio unos segundos, cerrando los ojos, evitando mirarla. Claro que se había dado cuenta. No era tonta, nunca lo había sido, y era una de las pocas personas que realmente lo conocían. Estaba claro que, a pesar de su intento de interpretación, ella iba a darse cuenta de la verdad. Lentamente abrió los ojos de nuevo, clavando su mirada en los pálidos ojos verdes de la joven, alzando una mano y acariciando sus labios con uno de sus dedos… Sintió como ella cerró los ojos al sentir el suave contacto antes de volver a abrirlos y fijarlos de nuevo en los suyos.
-Me voy… Vuelvo a la gira.
Ella se acomodó a su lado, hecha un ovillo contra él, utilizando su hombro como almohada. Él pasó su mano por el cabello de ella, ella evitó sollozar. Sabía que esto pasaría, que solo era cuestión de tiempo que sucediera… Pero la realidad había llegado demasiado pronto.
- ¿Cuándo?
-En dos días…
Sam cerró los ojos con fuerza. Aquello dolía como el infierno pero era algo que tenía que suceder tarde o temprano. Así que intento parecer lo más relajada posible cuando se incorporó de nuevo para mirarlo a los ojos sonriendo.
- Entonces, todo está bien. Quiero decir, vais a volver a tocar, atender a vuestras fans… Esto iba a pasar, lo sabes tanto como yo, ¿creías que pensaba que esto iba a durar para siempre? No, claro que no, vosotros tenéis esa vida que debéis atender. Solo espero que ahora sea distinto… No quiero perder el contacto…
-Sam… - dijo él alzando una mano y colocándola sobre la mejilla izquierda de ella, ella lo tomó por la muñeca.
- ¿Me lo prometes? ¿Estaremos en contacto?
-Estaremos mucho más que eso… Yo… Ven a vivir conmigo. Juntos, en Alemania.
No se pierdán el próximo domingo el tan esperado final de
"RECUERDOS DEL PASADO".

7 comentarios:

  1. Hermoso!!! tengo tantos sentimientos encontrados en este momento, alegría de que Sam se salvó, tristeza de que Tom se va y no se que pase en el capítulo que sigue, al igual por que ya se acaba la historia, orgullo de que de verdad Amanda cada capítulo nos sorprendes, tu trabajo es excelente, felicidades de nuevo, me encantó.

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  2. Hallo chicas!
    Queria deciros que muchas gracias por la comprension, mi computadora es una mie*** y me dejo en la estacada en la mejor parte de la historia. Pero no se preocupen, aunque Recuerdos del Pasado llegue a su fin, una novela con la que he disfrutado realmente escribiendola como ustedes leyendola, pronto escribiré otra en la que espero encontrarlas... Sobre todo, por que sera muuy diferente a lo que he escrito hasta ahora.
    Gracias a todas por vuestro apoyo.
    Las quiero con el alma.
    Besitos.
    Amanda

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  3. awww ke precioso capitulo ^^ ya extrañaba leer los domingos esta historia :D ya el sig es el ultimooo !!!! T_T pero me enknto desde el primer dia ke la pude leer ke no pare hasta ke termine todos los capitulos ;P lo digo siempre pero me enknta tu trabajo muchas felicidades y esperaremos con mucha alegria tu sig historia!

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  4. Mi geme hermosa, aww como espere este hermoso capítulo, no sabes lo felíz que me pone,se extrañaba mucho que llegara el domingo y no se pudiera leer esta maravillosa historia.Es una felicidad por dos, volvio la historia y Sam esta bien, ahora hay que ver que sucede para el gran y tan esperado final. Es increible que esta historia llegue a su fin, siento algo de tristeza, pero eso lo supera el gran orgullo que siento por vos, de que mi hermanita haya escrito esta hermosa historia con ese gran talento que tiene. Ademas esta en camino otra historia, que va a ser maravillosa, como cada cosa que escribis, asi que no hay que sentir tristeza. Me comienzo a despedir, ansiosa, ya quiero que sea domingo,pero bue, hay que esperar. Un beso enorme mi gemela hermosa, tu hermanita Dai.

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  5. from Paulina:......To: Amanda:

    "juntoOs en alemania"...aaaaahh..esas palabras....hicieroOn latir mi coOrazon....que lindoO....pero q pasara con el pequeñoO toOm q le salvoO la vida a la linda sam!??!
    Waa.....extrañare un puteroO esta noOvela. POorfa...inicia oOtra xDD jajaa...eres una gran escritOora !!! ;D
    noO c si poOdre aguantar hasta la proOx semana!!
    FelicitacioOnes....muy lindoO el fic. Te deberian de dar un recoOnocimiento!!
    besoOs

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  6. vayaa espere un monton para encontrarme con otro gran capitulo...escrito por la mejor "AMANDA" jajaja que alegria que otra ves podamos leer de esta increible fantastica e interesante historia, wow todo estuvo genial este capitulo como todos los anteriores estuvo extremadamente bueno y aunque ya se acaba la historia =( ufff ps voy a extrañarla un monton jaja pero me alegra que vengas con otra amanda muchisimas gracias! tanto yo como las demas tokitas estamos muy emocionadas te queremos muchisimo!! felicitaciones felicitaciones y nuevamente gracias por otro gran capitulo.
    "meg..."

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  7. WWWWWWWWWWWWWWWOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO K DIGA K SIISISISISISISISI K LINDO KIERO MAS XFAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA

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