lunes, 10 de mayo de 2010

RECUERDOS DEL PASADO CAPITULO 41


Hallo, mis chicas! ¿Cómo están? Espero que bien. Bien, aquí les dejo el antepenúltimo capítulo de esta historia… Si, chicas, esto llega a su fin. Pero no se preocupen que próximamente habrá una nueva historia… Que espero también sigan ;) Que sepan que les dejé un regalito al final…. Y si les hice llorar es que les gusto. Lamento que este no haya sido un capitulo mas largo pero igual espero que sea muy intenso. Ya, ya, ya las dejo leer! Bueno, un besito y se cuidan!
Fuera, aquella mujer seguía observando a los dos jóvenes. La forma en que se miraban, en la que estaban bien juntos… Realmente era una lástima que aquella chica estuviera tan enferma, era demasiado doloroso para ambos. Su hijo la llamó y ella lo miró, sonriendo. Ella estaba en la misma situación. No permitiría que el tumor se llevara a su hijo…
Los días pasaban lentos en aquel lúgubre hospital. Nada en Sam había mejorado. Rodeada de máquinas que controlaban su respiración y los latidos de su corazón. Se estaba apagando. Lentamente. Dolorosamente. Pasaba la mayor parte del tiempo dormida. Las pesadillas habían disminuido su frecuencia pero aún estaban presentes en su subconsciente, pero ya no despertaba gritando en mitad de la noche. Los chicos seguían pasando los días allí con ella pero era Tom el único que se quedaba con ella todas las noches. Solo iba al hotel cuando los demás iban por las mañanas a verla, solo entraba a esa habitación a darse una ducha y cambiarse de ropa. No la utilizaba para nada más. Sam había intentado convencerlo a que fuera a dormir allí, que para eso la estaba pagando, y al menos allí estaría más cómodo, pero él se había negado rotundamente. Ella suspiró. ¿Por qué iba a discutirle con lo cabezota que podía llegar a ser a veces? Él estaba bien durmiendo en el sillón, decía, pero sin saber como lo hacía siempre amanecía junto a ella en la diminuta camilla de hospital. No le molestaba pero sabía que estaría más cómodo si se fuera al hotel. Eso por no hablar de que deberían haber estado de gira. Sam no quiso ni imaginar las citas que habían cancelado. Oh, Dios… Imaginó las millones de chicas desilusionadas, llorando, por ello… Pero ellos no querían no oír hablar de ello… Sam apreciaba el cariño que le brindaban en estos momentos y el apoyo y dedicación, pero ellos debían regresar al trabajo. Tom casi se enfada cuando se lo mencionó una noche. ¿Casi? Se enfadó de veras, saliendo de la habitación dando un portazo y volviendo a la media hora. Alice pasaba también tiempo con ella, ayudándola a ir al baño, dándole ese tipo de conversación que solo las chicas podían entender. Lo echaba de menos, el evadirse del mundo junto a su mejor amiga envuelta de risas y tonterías que cruzaban su mente a una velocidad vertiginosa. La hacía sentirse bien dentro de lo que cabía. Le gustaba aquello. La distraía. La hacía olvidarse de todo lo que tenía encima. Y se lo agradecía a su amiga sin necesidad de palabras. Para la morena no le hacía falta que le dijera nada para saber como se sentía Sam con respecto a ello. Cosas de ser amigas… ¿no?
Días más tarde, cuando Sam estaba siendo sometida de nuevo a más pruebas y no permitían a nadie entrar a la habitación, alguien se acercó a la puerta de la joven. Y allí quedó, pegado a la ventana, mirando como la pobre se consumía, aguantando el dolor. Casi parecía que hacían con ella lo que querían, estaba medio dormida, con los párpados caídos, pálida, apenas sin fuerzas… Solo tenía 17 años…
-¡Hey! – una conocida voz lo llamó. Él se giró para descubrir allí al chico que había conocido días antes. Él también parecía cansado. Muy cansado. Sabía que significaba aquello. Era su novia la que estaba siendo sometida a aquella mierda - ¿Cómo tu por aquí? – cuando el chico llegó junto a él, le revolvió el cabello y sonrió. Él le correspondió la sonrisa.
-Me aburría en mi habitación y salí a dar una vuelta. ¿Y tú? ¿No entras?
-No me dejan… Los maldi… Digo… No puedo por que habría mucha gente en la habitación. – intentó medir sus palabras Tom. El pequeño rió.
-Parece que no ha mejorado mucho… - Tom no dijo nada. De eso, ya se había dado cuenta él. - ¿Cuánto tiempo lleva aquí?
-Dos semanas y media. – contaba los días como si fueran eternidades.
-Uf… Tiene que estar aburridísima. Llevo yo apenas una semana y ya estoy que me subo por las paredes… - Tom rió. – Me gustaría conocerla.
Tom miró al pequeño enarcando una ceja. En ese momento salieron los médicos de la habitación dirigiéndole una larga mirada a Tom. No mucho más que eso. Ni una palabra. ¿Qué iban a decirle nuevo? Tenía que sacarla rápido de allí, en aquel hospital no hacían nada para ayudarla. Reprimió un gruñido mientras cerraba los puños. Contrólate, Tom, contrólate… Dirigió su mirada hacia el interior de la habitación, ella estaba despierta, con la vista clavada en el techo y las manos y brazos reposando sobre el delgado colchón. Sonrió amargamente. Casi parecía muerta.
-Venga, adelante. – le sonrió al pobre chaval que la miraba con ojos desorbitados. Tom sabía que se estaba preguntando si eso era lo que le pasaría a él en unas semanas o tal vez meses…

Tom abrió la puerta de la habitación y entró en ella, seguido del chico. Sin vacilar se dirigió hacia la cama. Sam se recostó sobre la almohada, apoyando la espalda sobre ella, quedando un poco más erguida. Él la saludó con un: “Cómo estás?” antes de besarla en los labios a lo que ella se encogió de hombros y susurró un: “Como siempre” Una sonrisa amarga se dibujó en los labios de el. Hubiese deseado que la respuesta fuera un: “Mejor que ayer”. Y no perdía la esperanza de que algún día ella pronunciara esas palabras. La esperanza es lo último que se pierde, ¿no? Al menos eso dicen.
-Mira quien he encontrado merodeando por los pasillos – le comentó en inglés para que el pequeño también pudiera entender la conversación. Se había quedado boquiabierto con la escena que acababa de presenciar. Era increíble la conexión que esos dos mantenían a pesar de la enfermedad de ella. Deseó que ella sobreviviera. De todo corazón. – Sam, este es Tom. Odia que le llamen Thomas…
-Tampoco a ti te gusta demasiado. – matizó ella.
-Solo en ciertas ocasiones lo puedo tolerar. – bromeó él. Ella se sonrojó débilmente, pero notable ante su pálida piel. – Tom, ésta es Sam… Samantha… Pero no le gusta demasiado.
-Nada de nombres completos entonces. – bromeó el chico, aún en la puerta.
-Sí, ¡por favor! – bromeó ella, a su vez, - Pero, acércate, no te quedes ahí en la puerta… Juro que no muerdo. Puedo parecer una bruja ahora mismo pero te garantizo que no es así.

El pequeño Tom rió mientras sus piernas se dirigían hacía la camilla. Alucinó con el humor que ella poseía aun estando prácticamente a las puertas de la muerte. Su sonrisa era cálida y agradable, la mirada en sus ojos, la forma en que le hablaba, todo parecía estar bien en ella. Estaba viva, se sentía viva. Pero había una realidad. Y era realidad la estaba matando por dentro a pesar de sus esfuerzos. Sin embargo, ella quería vivir. Se le notaba. Sabía que luchaba, que no había perdido la esperanza en encontrar una cura. Pero, ¿qué tenia exactamente? ¿Cuál era la forma de curarla?
-Es algo muy complicado para alguien de tu edad. - Le contestó ella con cierto tono maternal que solo las mujeres podían reproducir en su tono de voz, cuando él le preguntó al respecto. Bufó.
-Siempre me dicen lo mismo… Tengo 10 años, no soy tan pequeño. – él giró la cabeza en otra dirección. Tom y Sam se miraron.
-Bien, te lo diré. Habrás estudiado en el colegio los huesos, ¿a que si? – él asintió con la cabeza enérgicamente- Conoces la columna vertebral, ¿cierto? – el pequeño volvió a asentir. - ¿Sabes lo que protege le columna?
-La médula.
-Exacto. La médula posee muchas funciones y una de ellas es la de fabricar glóbulos blancos, que como bien sabrás, son los defensores del organismo.
-¡Siii! ¿Qué hay de malo en eso?
-El problema viene cuando la fabricación de esto se duplica. En la sangre debe haber una cantidad específica de cada uno de sus componentes, si uno de ellos se encuentra en exceso, ocasiona daños en el organismo. ¿Lo entiendes?
-Si, pero, ¿qué tiene que ver esto contigo?
-Viene a que es eso lo que me pasa. Y la cura de esto es muy difícil.
-¿Por qué? ¿Qué tienes que hacer?
-Encontrar una médula compatible con la mía. – el niño pareció entender la gravedad del asunto. Una inaudible “O” se formó en sus labios. Sam le sonrió. Todo parecía estar bien cuando ella hacía algo como eso.
-¿Y que hay de ti? – le preguntó Tom al niño. Sam le dio un codazo a modo de: ¿Cómo le preguntas eso al niño? Y él la miró como: No es tan niño…
-No lo sé muy bien, mi mamá no me quiere contar demasiado… Pero escuché que había algo mal aquí –dijo señalando su cabecita. Sam evitó llevarse una mano a los labios. Tan pequeño y un tumor… - Dicen que la operación no es un problema, pues aún es muy pequeño. Pero no se más nada.
El silencio se adueñó de la habitación. Nadie dijo nada en unos momentos. Sam estaba intentando asimilar la idea de su enfermedad. Apenas había empezado a vivir. La vida no era nada justa. Nada en absoluto. Alguien golpeó el cristal de la ventana que conectaba la habitación con el pasillo y todos giraron la cabeza para descubrir allí a la madre del pequeño Thomas. Con su pelo largo y ondulado y sus ojos grandes y castaños lo llamaba con la mirada al mismo tiempo que le hacía señas con la mano para que saliera. El niño, a su vez, le indicaba que entrara. Sam sonrió al ver la escena. Era muy tierna en cierto modo. La madre protectora disculpándose por la interrupción de su hijo y el niño, feliz, deseoso de presentarle a su mamá sus nuevos amigos. Al ver que el niño no salía de la habitación, la madre llamó a la puerta y luego asomó la cabeza por ella.
-Lo siento, de verdad…. Thomas, te dije que no salieras…
-Pero, ¡es que me aburro! – se quejó el niño, cruzando los brazos sobre el pecho. – Mira, mami, estos son Tom y Sam. ¿Sabes que Sam tiene algo raro en la sangre y que necesita un trocito de médula para curarse? ¿Eso es muy difícil? ¿Eh, mami? – el niño siguió acribillando a su madre con preguntas al mismo tiempo que ella quería llevarlo hacia la puerta. La madre miró a Sam, la vio sonriente, con viveza en su mirada.
-Déjelo, de verdad, no me molesta. Me hace compañía. Tiene un hijo estupendo. Es muy listo para su edad…
-Sí lo es… - suspiró la madre, profundamente orgullosa. Tom llevó al niño fuera para comprarle un helado. Había notado el ambiente dentro de la habitación. Sabía que Sam quería hablar con la madre.
-Él vivirá. Lo presiento. Es un luchador y podrá con esto.- dijo la pelirroja mientras la madre observaba a su hijo marchar por la puerta
-Estamos luchando por ello. La operación y el tratamiento se encuentran ahora fuera de mi alcance. Desde que su padre se fue, yo… Los bancos no quieren hacerme un préstamo… Y si el tumor avanza, será cada vez más complicado… - no lo pudo evitar, la madre rompió en llanto.
-No te preocupes. Todo saldrá bien. Te lo juro. – pronuncio la enferma abrazando a la mujer.
Cerca de un cuarto de hora más tarde Tom y el niño volvieron. Habían hecho tiempo para que Sam pudiera hablar tranquila con la madre. Esta había dejado de llorar antes de que su hijo la viera así. Sabía por qué lo hacía, porque ella tenía que ser fuerte por los dos. Sonrió cuando ellos abandonaron la habitación para ir a la suya propia. El niño se despidió con un sonriente: ¡Mejórate pronto! ¡Volveré! A lo que Sam le contestó: ¡Siempre que quieras! Quedaron solos de nuevo, ella, Tom y la enfermedad. Sam quedo con la mirada perdida, fija en algún punto de la pared. No sabía que decir, tenía que salvar a ese niño como fuera…

-Sálvalo, Tom. – le dijo convencida.
-¿Qué?
-Salva al niño. Todo lo que necesita es algo de dinero para pagar la operación y el tratamiento. Ella no puede pagarlo, no le darán el préstamo por ser madre soltera. No estaban casados. Él se largó hace dos años. Paga esa operación.
-Pero, yo quería invertir eso en ti, en tu propio tratamiento…
-No puedes comprar una médula, Tom. Pero sé que llegará. Algún día me salvaré pero ahora ese niño es más importante…
-Nada es más importante que tú…
-Hazlo, Tom, por mi… - él suspiró antes de contestar.
-Esta bien, hablaré con el médico.
-Gracias. – sonrió ella a su vez.
-¿Por qué tienes que ser tan cabezota? – le preguntó con sorna. Ella se encogió de hombros.
-¿Por qué te gusta tanto que lo sea? – contraatacó ella. Él rió.
-Punto para ti.
Ella sonrió.No sabía por qué pero se sintió bien. Por primera vez en mucho tiempo había paz en su interior. Aunque ella no lograra salvarse, estaba convencida de que Tom salvaría a ese niño. El pequeño lo merecía más que ningún otro. Estaba feliz, por él, pero también por ella misma.
Días más tarde…

-¡Gracias!
Alguien entró por la puerta de la habitación con un chillido y los ojos llorosos. Solo dos segundos más tarde se dieron cuenta de que se trataba de la madre del pequeño Thomas, que había entrado por la puerta y había ido corriendo a abrazar al mayor. Sam miraba la escena con humor. Estaba terriblemente orgullosa de su ¿chico?, sabía que él a quien quería ayudar con su dinero era a ella pero aun así había pagado al hospital todo cuanto necesitaban para que el pequeño saliera adelante. Y no solo eso, también se había encargado de introducir una pequeña cantidad de dinero en la cuenta bancaria de la madre para que no les faltara nada ni a la madre ni al niño. Sonrió ante esto, cuando Tom se lo proponía podía llegar a ser hasta agradable. No, obvio él era bueno…. Solo en ciertas ocasiones. Y le pareció gracioso verlo en aquella situación en la que la madre del niño le agradecía sin parar por lo que había hecho y él intentaba poner distancia alegando que no era nada, que lo hacía por el chico…

-En realidad, debería agradecerle a ella. – señaló Tom. Sam dejó de reír cuando la mujer se acercó a la cama, la tomó de las manos y le agradeció todo.
-De verdad, si pudiera hacer algo… Yo… Cualquier cosa… - la mujer se ofreció a prestarle cualquier tipo de ayuda…
-Podría dejar de hablar y hacerlo de verdad… - murmuró Tom en alemán para que solo Sam pudiera entenderlo… Ésta lo miró fusilándolo con la mirada. Sabía que él quería salvarla ante todo pero ese comportamiento no ayudaba para nada. El rió aunque ella no le vio la gracia…
-No he venido en mal momento…. ¿verdad? – preguntó la mujer.
-No, no…. Está todo bien… Tom se estaba haciendo el gracioso simplemente…
Él rió por lo bajo y se alejó de la cama para dejarles a las mujeres algo de intimidad. No sabía qué tanto se entendían entre ellas… Se acercó a la ventana y sonrió amargamente al recordar la mirada de ella. ¿Qué había de malo en querer salvarla? Maldita sea, ¿por qué no le pedían que se hiciera las pruebas? ¿No quería ayudar?¿Qué mas ayuda que eso?

-Eso tiene que salir del corazón…. – Sam adivinó lo que estaba pensando
Tom se dio la vuelta para encontrarse de nuevo con ella en la habitación. Estaban solos de nuevo. ¿Cuándo se había ido la mujer?

-Desgraciadamente, no todo el mundo tiene un corazón tan grande…
Sam agachó la cabeza. Sabía que él tenía razón, pero nadie tenia derecho a forzar a alguien a hacer algo que no quería hacer… Ella confiaba en que alguien hiciera eso por ella, el mundo era terriblemente enorme… Tenía que haber alguien…. ¿No? Claro, alguien habría pero lo que no tenían era precisamente tiempo. Evitó pensar en eso… No, no, no…

-Voy fuera un rato, ¿vale? Fumo un cigarro y vuelvo. – ella asintió con la cabeza, él la besó en la frente y salió de la habitación.
Sam quedó como estaba… Con la mirada clavada en sus propias piernas situadas debajo de la sabana, enrolladas por sus propios brazos. Alzó las manos para observarlas, las uñas tenían un aspecto horrible y su piel estaba terriblemente pálida. Claro, no tenía que sorprenderse por eso. Sabía como estaba sin necesidad de mirar su reflejo. Sabía que se estaba muriendo… Oh, joder, deja eso… Dejó las manos caer de nuevo sobre la colcha y se tumbó en la cama fijando su mirada en el techo. Necesitaba hacer algo para distraerse, algo que la alejara de toda esta mierda…

-Hey… ¿Puedo pasar?

Sam alzó la cabeza para encontrarse allí, junto a la puerta al pequeño Tom.

-Claro, pasa… - ella rápidamente se sentó sobre la cama apoyando la espalda contra la almohada mientras el chico pasaba a la habitación cerrando la puerta tras de sí. Se sentó en el sillón que Tom había dejado libre. - ¿Qué te trae por aquí?
-Mañana me operan… Si, no se muy bien que me van a hacer pero me dicen que esté tranquilo.
-Claro, ya verás que todo va salir perfecto….
-Sam… Hablé con mamá… Y yo voy a ser quien te salve. – Sam le dedicó una cálida sonrisa. Este niño…. De verdad lo adoraba con el alma. Tenía tanta fuerza… Tanta esperanza…
-Tom…. Muchas gracias de verdad pero tú tienes que estar concentrado para mañana… Además… Aún eres un niño para eso… Sí, sé que odias que te digan eso pero para esto sí lo eres… Ni siquiera a Tom le dejaron hacerse las pruebas…. – el niño rió.
-Tarde….
-¿Qué? – Sam quedó petrificada.
-Mi mamá y yo nos hemos hecho las pruebas. Los resultados estarán mañana.
La puerta de la habitación se abrió de golpe y por ella entró Tom casi eufórico.

-¡Sam! Acaban de decirme que… - vio al pequeño allí sentado. Si, Sam ya sabía la noticia que él iba a darle.
El niño se levantó del sillón y se dirigió a Tom. Muy serio le dijo:

-Gracias por salvarme. Sé que lo que has hecho no tiene precio… No entiendo muy bien del todo que hiciste pero sé que gracias a ti voy a curarme… Por eso, yo seré quien salve a quien tanto quieres. – y dicho esto abandonó la estancia.

Sam y Tom se miraron conteniendo la respiración. Se les ocurrían tantas cosas que decir que ninguna salía de sus labios. No podían explicar como se sentían. Anonadados, esperanzados, temerosos… Todo al mismo tiempo como un puzzle de sentimientos que reposaba en su interior. De pronto, él se abalanzó hacia ella. Esta era su oportunidad. Podía sentirlo… Se salvaría… Lo haría… Viviría y juntos harían realidad su promesa…
La noche fue terriblemente larga. Ambos procuraban dormir pero los nervios que tenían a flor de piel no les permitía hacerlo. Tom andaba de un lado a otro de la habitación sin saber ya que hacer para matar el tiempo mientras Sam dormitaba sobre la almohada pero ninguno descansó. No esperaban la hora de que amaneciera y el doctor le trajera esos resultados que esperaban que fueran los definitivos…. Las horas pasaban… ¿O eran los minutos? Y allí nadie aparecía… Ocho de la mañana… Y media…. Nueve... Thomas estaría en el quirófano… Diez… Diez y media…. Cerca de las once de la mañana la puerta de la habitación se abrió y el doctor que la atendía entro por ella con una sonrisa dibujada en su rostro….

-Señorita Stratford…. Señorito Kaulitz… Tenemos buenas noticias. Hay un donante con un 98’2 % de compatibilidad. Imposible de rechazo… Felicidades, señorita.
En cuanto el doctor salió por la puerta los dos chicos se miraron… Y pronto empezaron a abrazarse. Su momento había llegado. Este era su final feliz.


¡Y aquí esta! Esta era el regalito. ¡Sam no muere! Aiiii no ¿Cómo iba matar a nuestra pelirroja favorita con la que hemos llorado, reído, emocionado…? A decir verdad, tengo que ser sincera con vosotras. Mi decisión era hacer que muriera, pero me hicisteis ver que no era buena idea. Y es verdad, matarla habría sido un error. La pobre ya ha sufrido mucho… ¿Y Tom? ¿Qué haría él sin su par de ojos verdes? XDD
Espero les haya gustado así como espero verles la semana que viene con el proximo capitulo de esta historia.
Hasta entonces, un beso enorme!


6 comentarios:

  1. si si si si si si si siiiiiiiiiiiiiiiii!!!!!! se salvaaaaa weeeeeeeeeeeeee grax por no matarla de vdd seria espantoso verla morir aunke ya casi estaba muerta la pobre awwwwww el niñoo precioso ^^ que capitulo llore de alegriaaa xD estoy tan feliz ya no aguanto kiero el sig capitulo jajajaja claro que si aki estaremos puntuales la prox semana para ver que pasa ufff que felicidad x3 te mando un graaan abrazo y te felicito por tu hermosa historia una vez mas !! ^^

    ResponderEliminar
  2. Dios me siento tan feliz de que sam no muera pero tan triste de que termine la historia, tuve sentimientos encontrados en este capítulo, lloré de felicidad y tristeza al mismo tiempo, esta historia es genial Amanda, y como dice Aemara, gracias por dejar que Sam siga vivita y con Tom ... wiiiiiiiiiiiiiiiii.

    ResponderEliminar
  3. Aiiii que felicidad, sii Sam se va a salvar, amo al pequeño Tom. Mi geme hermosa, como me has hecho llorar, Dios, si sigo así me voy a deshidratar... Felicitaciones mi vida por el capítulo, ya quiero el próximo, aunque se acerca el final... no quiero que termine T.T, pero se que próximamente va a haber una nueva historia que me va a atrapar ya que todo lo que proviene de vos es hermoso así que no me voy a poner triste. Me despido amorcito, felicitaciones de nuevo, me encantó el capítulo, lo amé. Un beso enorme, tu hermanita gemela que te ama mucho mucho mucho, Dai.

    ResponderEliminar
  4. wowwwwwwwwwwwwww esta super padre
    alfin sam se salva o dios como llore kn esta
    historia es fantastica

    ResponderEliminar
  5. ehh que alegria que sam se va salvar, jaja la verdad amanda ya estaba preparada para cualquier cosa ya sea mala o buena jaja...ehh me da gusto que todo este capitulo haya sido felicidad bueno al final pero uff me alegre, y el pequeño tom tan lindo con lo que ha hecho!. Oh no pero me da tristeza porque ya va llegar su fin =( admito que con este fic comparti muchas emociones jajaja gracias amanda te lo agradesco gracias por este increible fic y por todo DANKEE... cuidate amanda tkmmm...!!! bye
    ""jas""

    ResponderEliminar