lunes, 19 de abril de 2010

RECUERDOS DEL PASADO CAPITULO 38


Hey! ¿Cómo están? Muchísimas gracias por sus comentarios, de verdad fue un capitulo especial para mi, pues es cuando se descubre el valor de la verdadera amistad, la que une a dos personas sin contemplación, sin medidas… Y tengo que dedicároslo a vosotras, las chicas del blog, que semana tras semana, me dejáis expresarme, contar mis historias, a vosotras, mis lectoras, si no fuera por vosotras yo no seria nada, gracias día a día por estar ahí. Y en especial a mi geme hermosa. Dai, vos sabes cuanto te amo. Gracias por estar conmigo ahora y siempre. Te quiero, mi vida. Ahora sin más demora el capítulo 38…


Le sonrió y soltó su mano, muy a su pesar, y tomó la de Alice. Juntas entraron en aquella sala y juntas saldrían. Las dos amigas se miraron antes de que las puertas del quirófano se cerraran tras ellas. Ahora todo dependía de los médicos…


Sam abrió los ojos sin saber bien donde se encontraba. Los efectos de la anestesia aun seguían presentes en su cuerpo y podía sentir sus miembros adormecidos, los párpados pesados y la vista un poco nublada. El sol de la tarde la cegó. ¿Cuántas horas había pasado inconsciente? ¿Qué tal había salido la operación? ¿Cómo estaba Alice? Un débil gemido se escapó de su garganta en su intento de formular alguna palabra coherente. Solo un segundo más tarde reconoció a las personas que estaban allí con ella. Se llevó una mano a la frente comprobando su temperatura, agradeciendo que esta fuera normal e intento incorporarse pero no pudo.


-¡Eh! Despacio…

Sam dirigió la mirada hacia donde le había llegado la voz y allí, sentado en una camilla próxima a la suya, en la que yacía Alice, todavía dormida, estaba Bill. Sam lo miró un poco confusa, ¿dónde estaban los demás?

-Tom fue al hotel. No quería pero le obligaba. Realmente necesitaba un baño…- contestó Bill adivinando la expresión en el rostro de su amiga. Ella rió. – Gustav y Georg… Creo que fueron a tomar un café… - Sam asintió con la cabeza. Bill se acercó a ella. - ¿Cómo te encuentras?
-Mareada… Pero genial. Simplemente genial. – Bill sonrió y tomó de la mano a su amiga.


Pasaron varios minutos mirándose a los ojos hasta que Sam empezó a sentirse incómoda sin saber por qué… No había pasado tiempo a solas con Bill desde… Si, exactamente desde la noche en que su locura la había llevado a besar a su amigo en los labios… Oh, mierda… ¿Por qué había hecho eso? ¡Bah! Eso estaba olvidado, por parte de los dos… Por que él estaba con Alice… ¿verdad? No, no, no Sam no pienses en eso…. Bill estaba con Alice, no la estaba engañando, no la estaba… Todo tonterías tuyas… Pensó. Apartó la mirada de su amigo para fijarla sobre su amiga que empezaba a despertarse. Bill soltó la mano de Sam y fue junto a la morena de pálidos ojos azules. Sam quiso dejarles intimidad pero sabía que no podía moverse de allí así que corrió las cortinas que separaban ambas camas. Cerró los ojos e intentó fingir que no escuchaba nada de lo que ellos hablaban. Intentó pensar en otras cosas, en saber que estaba viva, que respiraba, que iba a tener una vida completa y feliz gracias a su amiga… Sonrió al pensar en esto… Le debía la vida a Alice… Y estaba segura de que podía estar agradeciéndoselo toda su larga existencia…

Tiempo mas tarde la puerta de la habitación volvió a abrirse y Sam abrió los ojos para encontrarse con sus amigos de nuevo. Sonrió. Se alegraba de estar viva, ahora más que nunca no podía estarle mas agradecida a Dios, aunque nunca había sido creyente, por la oportunidad que le había brindado.


Los días pasaban en el hospital realmente aburridos. Aunque estaban las dos amigas juntas aún no se sentían con fuerzas para salir de la habitación, cosa que aún les tenían terminantemente prohibido. Alice, se recuperaba mucho más rápido que Sam. Claro, ella solo se había sometido a una minucia en comparación con lo que habían hecho en Sam, y ya podía caminar. Seguro estaría bien para ir al gran concierto del sábado por la noche. Habían discutido sobre eso. Alice se negaba a dejarla sola e ir a disfrutarlo ella. Sam se oponía. Ella iba a estar bien… Estaría con su tía y había miles de médicos en todo el hospital. Alice farfullaba palabras sin sentido y acababa por callarse. Sam solía reír cuando eso pasaba. El resto se había tomado bien la noticia de que les había estado mintiendo, al principio se habían enfadado, como era lo mas lógico del mundo, pero más tarde se habían mostrado más comprensibles y entonces le habían brindado todo su apoyo. Sam se sentía como en una nube de felicidad, a pesar de las invisibles cadenas que la habían aferrado a la muerte que poco a poco, iban aflojando su presión en sus muñecas.


Viernes por la mañana Alice recibió la mejor de las noticias. Ya podía abandonar el hospital. Se levantó de un salto y empezó a saltar de alegría mientras Sam la miraba, tumbada en la cama. Se alegraba tanto de su amiga… Por que ahora por fin podría deshacerse de esa horrible bata de hospital, podría darse una ducha adecuada, tal vez un largo baño con espuma, podría utilizar su ropa, sus tacones, sus minifaldas extremas y sus camisetas con escotazo; y dormir en su propia cama; cosa que Sam aún debía esperar para hacer… Añoraba su champú de fresas, su cómoda cama con sus calentitas mantas, su ropa, sus zapatillas…. Su casa. Aún así, fingió una enorme sonrisa al ver a su amiga saltar y cantar de alegría. No, no fingió. La sonrisa se dibujó en sus labios sin hacer nada para evitarla. No lo podía fingir. Alice había sido quien le había traído algo de alegría y felicidad cuando la oscuridad se había apoderado de ella, cuando había estado triste, cuando se había portado de lo más frío con los compañeros de clase, cuando su mundo estaba vacío, ella había sido quien le había brindado un atisbo de claridad, dulzura y calidez. Realmente se alegraba por ella. Pero, ¿qué demonios…? ¿Estaba pensando como una enferma terminal? No, no, no Sam, tú vas a salir de aquí por tu propio pie igual que ella va a hacer… Solo que… Bien, un poco más tarde. Así vio como su amiga empacaba sus cosas para abandonar la estancia, prometiéndole que volvería más tarde a quedarse con ella un rato pero que antes tenía que estar con su familia.


Cuando se descubrió sola en la habitación los recuerdos inundaron su mente, momentos dulces y felices que volvían a ella para darle apoyo, para darle fuerzas para seguir, para luchar por revivir por ellos… El día fue el de los más aburridos de su vida. Alice se había ido, su tía estaba trabajando, y los chicos estaban practicando para el concierto del día siguiente, era su trabajo, así que no podía retenerlos allí con ella, tenían que dar lo mejor de ellos por aquellas chicas, y aunque menos frecuente también algún chico, que eran sus fans, que los apoyaban tanto en los momentos buenos como en los malos, que vivían por ellos, que los amaban tanto como ella misma lo hacía… Así que los había obligado a no acercarse al hospital al menos hasta que nos les saliera un ensayo general más que decente. Tom había bromeado con que él no necesitaba tener que hacer eso y todos habían reído con la gracia pero de todas formas, Sam lo siguió obligando a irse. Estaba bien sola, podía levantarse para ir al baño, podía caminar, tenía varios libros que le había traído su tía cuando había ingresado en el hospital, y las enfermeras le habían dado permiso para salir de la habitación para que diera una vuelta. Había estado sola mucho tiempo y se había acostumbrado a la soledad por lo que ahora la compañía, aunque la agradeciera con toda su vida, no era absolutamente necesaria.

Cerca de las ocho de la noche, cuando Sam comía la cena que le había traído una de las enfermeras mientras leía un libro, la puerta de la habitación se abrió y, después de todo el día sin verlos aparecieron sus amigos, acompañados de Alice, que, sonriente, le traía una de las perdiciones de Sam: una caja de bombones de chocolate. Bien, ya estaba feliz del todo, nada podía arruinar su felicidad…

- Lo sabía… Esta chica nunca pide nada… - bromeó Tom
-Tengo todo lo que quiero, no me hace falta nada más. – sonrió ella.


Los demás rieron. Lo sabían. Sam solo se conformaba con tenerlos allí con ella. Las risas inundaron el habitáculos minutos más tarde sin saber muy bien por qué, pero, ¿desde cuando las risas y el pasárselo bien dependían de una razón? Además, ¿Cuándo no estaban riendo ellos cuando estaban juntos? Eso era lo que más les unía, momentos tristes, momentos felices, no importaba dónde o cuándo, las risas siempre estaban aseguradas, lo que les hacía sentirse bien…

Llegado el toque de queda, los chicos tuvieron que marcharse. Esa noche se quedaría con ella su tía, por que Sam sabía que ellos debían descansar bien para el concierto y Alice quería pasar la noche en su cama después de tanto tiempo durmiendo en aquella incómoda cama de hospital. Sam los vio partir mientras le aseguraban que vendrían a verla antes del gran momento.

-Es una promesa. – bromeó ella.
-Lo es. – afirmó Bill. Ella rió.


Una vez estuvieron solas en la habitación, tía y sobrina charlaron durante largo rato antes de que a Teressa le venciera en cansancio. Sam sonrió al ver los párpados de su tía cerrarse y la lucha que ella mantenía por quedarse despierta.

-Anda, apaga la luz, vamos a dormir. – le dijo, como respuesta obtuvo un bostezo. Ella rió al tiempo que Teressa apagaba las luces.


No pasaron ni diez minutos cuando Sam escuchó la pausada respiración de su tía al dormir. Sonrió. Ella debía estar muy cansada después de levantarse temprano para ir a trabajar por lo que seguro había estado deseando irse a dormir desde que se habían quedado solas. Pero no era lo mismo para Sam. Desde que llevaba allí, sus horas de sueño se habían descontrolado. Dormía cuando le apetecía y el tiempo que le daba la gana, no tenía un despertador que la llamara para que se levantara ni nadie que la zarandeara para que despertara. En cierto modo, aquello era el cielo… Sin nada que hacer, prácticamente con la vida resuelta. Pero Sam sabía que solo era cuestión de tiempo volver a la vida real, donde tendría que ir a trabajar, con un despertador, horarios… Agitó la cabeza hacia ambos lados apartando esas ideas de la cabeza, ahora no era el momento de preocuparse por nada por lo que cerró los ojos y trató de dormir. Era demasiado temprano para ella… De haber estado Alice con ella en esa misma habitación, de seguro habrían pasado horas y horas charlando sin parar, sin cansarse, pero ella estaba ahora en su cama, lejos de allí y su lugar lo ocupaba su tía, que dormía profundamente. Dejó de pensar en ello, tenía que dejar la mente en blanco para poder conciliar el sueño, y eso intentó… Media hora más tarde se sometía a los brazos de Morfeo…


Otra vez el mismo lugar en mitad de ninguna parte. Un árbol sin hojas, muerto hacía años en el centro, una roca gigante que servía de asiento, una luz venida de ningún sitio enfocaba aquel paisaje, y alrededor una profunda oscuridad, penetrante, silenciosa. Ni una mota de aire se movía por aquel extraño lugar, ningún atisbo de vida que me hiciera ver dónde me encontraba. Mis pies tocaron algo frío conforme avanzaba hacia la roca, dispuesta a sentarme a esperar. Miré hacia abajo: agua. Aguas oscuras que se aclaraban según se aproximaban al foco de luz. ¿Qué demonios era aquello? Mis pies flotaban sobre ella, como si pudieran caminar sobre las obscuras aguas, y no me mojaba. A pesar de caminar sobre ellas mis pies se mantenían secos. Me arrodillé y atrapé un poco de agua entre mis manos, igual ocurrió. El agua nunca logró alcanzar mi piel. Tampoco mojó las bordes de la falda de mi largo vestido blanco. Empecé a asustarme de veras, no entendía nada de lo que había allí. El suelo era agua, un árbol ennegrecido por el paso del tiempo, una roca también negra, mi vestido blanco y aquella luz… Desde luego, si aquello era una broma, era de pésimo gusto. Quise gritar pero mis cuerdas vocales no me respondían… El pánico empezó a apoderarse de mi cuando de la nada empecé a escuchar voces… Voces que conocía, las voces de mis amigos, sus risas… Dios, ¿se alegraban por que me había ido? Grité, grité hasta la saciedad pero ningún sonido se escapó de mi boca, hasta que la luz se acentuó dirigiéndose hacia mí, haciéndose tan intensa que tuve que taparme los ojos con ambos brazos. Solo un segundo más tarde descubrí allí, frente a mi, a dos personas que conocía bien…


-Vamos, hija, es momento de partir. – me decía mi padre. Vestía un estupendo traje blanco que no habría llevado estando vivo.
-Vamos, mi niña, ellos no te comprenden… No los necesitas… - me dijo mi madre ataviada con el mismo vestido blanco que yo llevaba. No le creí y ella se dio cuenta. – Solo mira…


En la oscuridad se abrió una brecha que mostraba imágenes conocidas para mí. Pero ligeramente cambiadas. En una de ellas se veía cómo estaba tirada en el suelo, con un grupo de chicos alrededor, compañeros de clase de mi niñez que reían y me señalaban. No era algo realmente nuevo para mí pero si lo fue encontrar allí a mis amigos, a mis dos gemelos idénticos, enfrente de todos ellos y riendo como los que más. No lo pude soportar, pero me obligaron a seguir mirando. Otra mostraba en la adolescencia, siendo patéticamente rechazada, humillada delante de todo el mundo, viendo al gemelo mayor liándose con una rubia que reconocí. Pero la peor de todo había sido cuando el día de su partida nadie había ido a despedirla al aeropuerto, y la Sam de la imagen sentía el vacío en su interior… Las lágrimas empezaron a agolparse en mis ojos, no podía creer lo que allí veía, no podía si quiera imaginar que algo como aquello fuera verdad…. El golpe fuerte fue cuando los vio a ellos, a los cuatro reunidos, riendo y Bill preguntaba: ¿Os acordáis de la patética de Sam?, a lo que Tom contestaba: ¿De quien me hablas? Mientras los demás reían. Eso dolió como el infierno… No quería seguir mirando… No quería ver nada más…
- Nunca les has importado. – afirmó mi padre.
“¡Mientes!” me moría por gritar pero ningún sonido escapó de mis labios… Me sentía frustrada sin poder hacer nada… ¿Y si todo fuera cierto? ¿Y si, de verdad. Nunca les había importado en absoluto…?


Sam despertó gritando en sueños. Otra vez ese maldito sueño. ¿Qué mierda significaba todo aquello? ¿Por qué su propio subconsciente la torturaba de esa manera? Llevaba ya varios días soñando lo mismo, ¿qué pintaban sus padres? ¿por qué le mentían? ¿dónde querían llevarla? Ellos estaban muertos… Oh, Dios… No, no podía ser, sus padres no querrían llevársela con ellos. Ellos habrían querido que viviera lo más feliz y plenamente posible, no la alejarían de esa felicidad… Entonces, ¿por qué se repetía ese sueño una y otra vez? No obtuvo ningún tipo de respuesta a esa pregunta. Maldita sea… De pronto se descubrió gritando en los brazos de su tía, con lágrimas en su rostro, encogida sobre sí misma. No se había dado cuenta de ello hasta ese momento. Se alegró de ver que su voz le respondía, que podía gritar, hablar, que la escucharían… Pero dejó de hacerlo, seguro era molesto para otras personas escuchar sus gritos, por lo que se recostó sobre la almohada de nuevo encogida sobre sí misma mientras su tía se tumbaba a su lado, cantándole en susurros para que se durmiera… Siempre lo hacia cada vez que Sam tenía pesadillas. La ayudaba a calmarse, a relajarse, a dejarse ir… Volvió a cerrar los ojos, pero no estaba dispuesta a dormir, no quería que la pesadilla volviera a apoderarse de ella, esa sensación de no poder despertar jamás, de sentir que el sueño era la cruel y violenta realidad… Un escalofrío recorrió su cuerpo a través de la espina dorsal, estremeciéndola de pies a cabeza. Odiaba eso, odiaba sentirse tan débil e impotente… Recordó la primera vez que había tenido ese sueño… Había sido la noche de la operación, cuando se suponía que debía de estar más calmada y relajada, había despertado en mitad de la noche gritando y bañada en sudor frío. Recordó quien había estado a su lado, quien le había sonreído y con tiernas palabras la había calmado. El sueño no podía ser real… No tenía nada que ver con la realidad… Sintió como su cuerpo se tranquilizaba ante este pensamiento. ¿Qué iba a tener de real algo tan cruel? No viniendo de sus amigos. No sus amigos, sus hermanos. Sintió como los párpados volvían a cerrarse sin poder hacer nada para remediarlo, y una cálida sonrisa se dibujó en sus labios, escuchando levemente la reconfortante voz de su tía, sometiéndose de nuevo al sueño…


A la mañana siguiente, Alice despertó demasiado tarde. Se había acomodado perfectamente de nuevo a su adorada cama y le había costado separarse de ella tan pronto, además necesitaba recuperar fuerzas. Sonrió ante eso. Desde hacía un par de días se encontraba radiante. Sam estaba a salvo. Ella la había salvado. ¿Qué podía ser más satisfactorio que eso? Rió ante eso. Seguro de haber estado Sam allí, o tal vez el gemelo mayor, hubieran dicho una palabra destacable que no se podía borrar jamás del vocabulario de Tom. Rápidamente se levantó de la cama de un salto y empezó a sacar ropa del armario. Con lo presumida que era tenía que elegir el modelito perfecto que luciría esa noche en el concierto de su banda favorita. ¡Wow! Su primer concierto de Tokio Hotel. Sola. Esa palabra se estancó en su mente haciendo un fuerte eco que no podía controlar. Ladeó la cabeza pensando en las veces en las que, en la habitación de Sam, ella misma había fantaseado con la idea de ir juntas a uno de sus conciertos, aunque a Sam ya no le gustaran. Mentirosa. Eso es lo que era, una embustera. A ella nunca le habían dejado de gustar, solo pretendía alejarlos de su vida, pero le salió el tiro por la culata, afortunadamente. Sonrió ante eso. ¡Cómo hubieran cambiado las cosas en su vida si ella nunca los hubiera conocido! ¡Ahí estaban! Había encontrado los pantalones que había estado buscando: unos shorts diminutos rojos de cuadros escoceses. Hacía tiempo que no se los ponía pero igual le quedaban. Hasta con la operación había perdido peso. Incluso Sam. Evitó pensar en la imagen que recibía de ella todas las mañanas. Pálida, demacrada. No era ni la sombra de lo que había sido. No lo entendía, ella comía, se alimentaba bien, se estaba recuperando, pero la imagen que daba era la de una enferma terminal, aparentemente consumida. Dio gracias a que cerca de ella no había ningún espejo. Si lo hubiera habido, se habría vuelto loca. Recordó habérselo comentado a los chicos, Bill le había dado la razón pero Tom evadía el tema. En cierta parte lo entendía. No quería ni siquiera aceptar la idea de que ella no se estuviera salvando. Él confiaba en que si, no podía aceptar que la estaba perdiendo… Admiraba esa confianza y esa fe ciega, y ella pensaba lo mismo, al menos era lo que quería pensar, por lo que rezaba todos los días, pero la realidad jugaba en su contra… No, basta, ella estaba bien… Ella iba a sobrevivir. Si habría de morir iba a ser dentro de muchos años, y lo harían juntas, como todo lo que hacían, juntas, viejitas, sentadas en un par de sillones, agarradas de la mano, rodeadas de todos sus nietos. Y entonces ambas irían a la Iglesia juntas y las enterrarían juntas, como siempre habían querido, ninguna de las dos sobreviviría a la otra, se lo habían jurado la una a la otra, no le dejarían ese sufrimiento a la otra, y Sam no iba a romper su promesa…


El día del sábado fue mucho más aburrido que el anterior para Sam. Los chicos había ido a verla temprano antes de irse al Palacio de los Deportes para el ensayo del concierto, atender a las fans, y todo el lío que tenían encima. Ella los despidió muy a su pesar. Sabía que ese día era para sus fans. Más tarde, poco tiempo después de que los chicos se fueran, llegó la sonriente, atolondrada y alegre Alice, con la sonrisa en los labios reflejada en sus cristalinos ojos. Al parecer se había encontrado con los chicos en el pasillo y le habían dicho que mandarían un coche para recogerla una hora antes del concierto. Tenía un asiento asegurado en la zona VIP, cortesía de ellos mismos. Alice bromeó con la pérdida de dinero que había resultado el haber comprado las entradas, sabiendo esto. Sam rió, tenía razón.


- ¿Estás segura de que quieres que vaya? Puedo quedarme aquí contigo, solo tengo que hacerle una llamada a Bill y…
- ¡No! Estoy bien… En serio… Tú solo disfruta… Te lo mereces. Además, tienes que mantener a Bill vigilado… Si Jessica...
-¡Agg! – Alice hizo un gesto de asco. Sam rió a carcajadas. – Esa no se acercara a MI Bill… Ni a ninguno de ellos… Ya me encargaré yo de eso… Tal vez si Georg o Gustav… Pero no, no creo, no después de lo ocurrido a la salida del instituto… Y puedes estar tranquila, tampoco se acercará ni a un milímetro a Tom… Que nunca se sabe… - Sam rió a carcajadas.
-Bueno, se lió con la hermana, ¿no?
-¡No compares! Lucy no tiene nada que ver con esa…
-Lo se. ¿Sabes? Vino a verme la otra noche. No sabes las veces que me pidió perdón. Se me partió el corazón… Yo jamás le guardé rencor, por que yo había sido la que había estado detrás de todo…
-Aún sigo sin saber por qué lo hiciste…Sí, se que me lo explicaste… - se antepuso a la pelirroja al ver que esta abría la boca para hablar. – Pero eso no quita que no fuera una estupidez… Quitando eso, me imagino la cara que va a poner Jessica… ¡oh, Dios! No me perdería eso por nada del mundo…


Ambas rieron a carajadas al recordar la cara que se le había quedado a la rubia cuando las había visto acompañadas de los chicos en la puerta de su mismo instituto, la forma en la que habían bromeado y reído. Había quedado completamente estupefacta. Se lo merecía, por malévola. El resto de la tarde fue igual, repartiendo risas y conversaciones profundas entre las horas que estaban juntas, antes de que la morena de ojos azules se fuera a disfrutar de su esperadísimo concierto. En toda la tarde nunca faltaron sus típicas pasayadas ni sus conversaciones sin sentido. Sam se sintió mucho mejor, por unos momentos había olvidado el sueño que la atormentaba noche tras noche que no sabía como combatir. Estando Alice a su lado, sentía que todo iba perfecto, que no había nada más real que lo que compartían en esa minúscula habitación de hospital…

Cerca de las ocho de la noche, David llegó a la habitación. Venía por Alice. Saludó a Sam y se interesó por como estaba, simple convencionalidad, él estaba al tanto de todo, aunque no venía siempre a visitarla, sabía que los chicos lo mantenían al corriente de todo. Alice sabía mucho más que eso, le habían advertido que no dijera nada sobre su aspecto. Ella se hundiría y supiera lo demacrada que estaba, las ojeras alrededor de sus ojos, el color de sus labios o su palidez extrema, eran puntos que mejor no tocar en su presencia. Necesitaban subirle la moral, no destruírsela. Alice se despidió de su amiga con un beso en la mejilla y una promesa de que la llamaría en cuanto los chicos comunicaran algo importante o cualquier cosa… Sam pensaba que Alice estaba convencida de que los chicos irían a dedicarle alguna canción… Sonrió. Si ella era feliz creyendo eso, la dejaría.


Sólo diles que espero que den lo mejor de ellos. Saben que los apoyo desde aquí. Siempre lo he hecho. Espera, antes de que Bill salte al escenario, acércate y dile al oído: No nos harán callar. Él lo entenderá. – Alice asintió con la cabeza aún sin entender nada. Se lo diría, sabía lo que era mantener un secreto que solo dos personas podían entender. Bill y Sam estaban muy unidos, y nada iba a cambiar eso.


Alice se marchó. La habitación volvía a estar vacía y triste. Sam resopló. Toda una mañana de risas para sentir ahora el silencio que la rodeaba, odiaba este hospital, odiaba no poder estar esa noche con sus amigos, ocupando algún lugar entre la muchedumbre, brindándoles su apoyo, recibiendo patadas, codazos y empujones por verlos un instante en acción, por verlos tocar juntos después de tres años. Estaba segura que habían mejorado muchísimo pero quería comprobarlo, ser consciente de su gran éxito, disfrutar de ello, celebrarlo a su lado. ¿Por qué una maldita cama de hospital tenía que arrebatarle ese sueño? Maldijo en silencio, mientras su mano se aferraba a lo único que le hacía sentirles cerca, su antiguo discman, viejo y casi inutilizable, en el que su mejor amiga le había dejado el CD de uno de sus directos. Estaría con ellos esa noche, aunque no personalmente, como lo había hecho durante los últimos tres años…

Los gritos de las fans casi dejaron sorda a Alice, y creyó que sí se había quedado así por unos instantes. Y pensar que ella había sido una de ellas… ¡Qué demonios! Lo era. Solo que ahora con ciertos privilegios. Rió ante eso. Siempre había soñado con esto y ahora que se le presentaba la ocasión, parecía flotar en una nube… Uno de los guardaespaldas le comunicó que debía seguirle a su lugar, el concierto iba a empezar en cinco minutos y los chicos estaban demasiado nerviosos para hablar. Alice les echó una ojeada y sonrió.


-Sé que lo haréis perfecto y ella también lo sabe. Me dijo que os dijera que teníais todo su apoyo, que ella está con vosotros ahora mismo, así que dad lo mejor. – sonrió. No esperaba que le respondieran, una sonrisa nerviosa se curvó en los labios de cada uno. – Por cierto… - se acercó a Bill y le susurró al oído aquello que Sam le había dicho. Él la miró con los ojos como platos. Y luego sonrió.
-Es cierto, chicos, lo haremos bien… Lo haremos mejor que nunca… Por Sam. – les comunicó a los demás.
-Por Sam. – estuvieron de acuerdo los demás, con una leve sonrisa.


Alice rió realmente feliz y poco después abandonó la parte trasera del escenario acompañada del guardaespaldas que la dirigió al lugar que los chicos se habían encargado de reservar para ella y para Sam. Desgraciadamente, la pelirroja no se encontraba con ella en esos momentos. Preparó el móvil para llamarla en cuanto pudiera y minutos más tarde las luces del recinto las luces se apagaron y los chicos salieron a escena…

4 comentarios:

  1. Si supieras lo emocionada que estoy ahora mi geme hermosa, me siento tan felíz, no... no tengo palabras,solo tengo una enorme emoción y alegría que no puedo controlar ahora. Gracias mi vida por tus palabras, en este momento me muero por abrazarte y agradecerte todo lo que haces por mi. Vos también sabes todo lo que te amo mi hermanita, y que siempre, siempre voy a estar con vos, siempre que me necesites me vas a tener, no importa nada, porque ahi voy a estar. No quiero dejar de lado felicitarte por este gran capítulo,por tu enorme talento, que siempre me deja más sorprendida, te admiro tanto, por todo, sos la persona más maravillosa que conoci, y la que me hace inmensamente felíz. Bueno amor, me empiezo a despedir,felicitaciones nuevamente, y gracias, mil gracias por haberme dedicado esas hermosas palabritas, te quiero con el alma mi geme, un beso enorme enorme, tu hermana que te adora y ama mucho, Dai.

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  2. oh woww que emocion que emocion ya me imagino el concierto todo genial y por sam ayy eso fue realmente lindo de veras jajaja ay amanda de verdad que me alegras el dia con los capitulos (bueno hablo de los capitulos felices jaja) gracias por otro capitulo increible. Y tu amanda niña maravillosa te cuidas mucho y felicitaciones jajaja te quiero muchooo... bye.
    NOTA: vayaaa amanda tienes una hermana bien linda de palabras...jajaja su amistad y amor es unico.
    ***jas***

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  3. awwww me enknto tarde pero lo pude leer muy lindo cap ja no tengo ke esperar tanto para el ke sigue ;P saludosss xD

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  4. Muy bueno, habra que esperar al siguiente para ver como sigue >_< ya tengo ganas xD.

    Muchas felicidades y Continua escribiendo :)

    † Elfire

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