domingo, 28 de marzo de 2010

RECUERDOS DEL PASADO CAPITULO 35

Hola de nuevo! ^_^ Estoy realmente feliz de que os gustara el capítulo anterior, aunque creo que al final de este me vais a odiar… XDD Lo lamento, pero es necesario… Ya descubriréis el por qué en el siguiente… Un día más seré un poco malvada… Un beso y feliz semana a todos!

-Descansa ahora que puedes. – le sonrió, abrazándola
-Eso suena a amenaza…
-Mmm… Puede ser. Mañana te quiero entera.
– Sam rió. – En serio, descansa.
-Lo haré. Tú también, ¿eh? Que mira las ojeras que tienes ahí…-Por que no has visto las tuyas… - ella suspiró. Seguro que tenían que ser del tamaño de dos olas gigantes alrededor de sus ojos. – Nos vemos mañana, ¿de acuerdo?
-De acuerdo… - él la besó en los labios antes de volver a entrar en el coche con una sonrisa.
Sam se volvió hacia su abuela, que había desviado la mirada para no presenciar la escena. Sonrió y se acercó a ella. El momento había llegado.
Sam abrió la puerta de casa un tanto nerviosa. Apenas eran las seis de la tarde por lo que sabía que su tía estaría en casa. Solía salir a dar una vuelta con sus compañeras solteras del trabajo sobre las ocho de la tarde por lo que estaría allí, pero… ¿y si había aprovechado la ausencia de Sam para traer a alguien a casa? Eso no lo había pensado… Prendió la luz del salón y la llamó. No obtuvo más respuesta que el silencio. Volvió a llamar hasta que escuchó a su tía desde el baño:
-¡Ya voy!
Sam sonrió. Teressa no tenía ni idea de lo que iba a encontrarse en su salón. Su tía fue corriendo a abrazarla, al parecer la había echado mucho de menos estos tres días que no se habían visto. Sam rió cuando escuchaba a su tía delirar diciéndole que tenía que contarle todo al más mínimo detalle. Teressa sólo se dio cuenta de la presencia de una tercera persona solo cuando se apartó de su sobrina. Puso los ojos en blanco cuando vio a la mujer de oscuros cabellos y profundos ojos negros. Despacio se llevó una mano a la boca mientras Sam se apartaba de su campo de visión para que pudiera contemplar a su madre…
-Teressa… - susurró la anciana.
-Ma… Madre… - su tía adelantó un pie para ir a abrazarla, pero pareció duda. Sam sonrió mirando a ambas
-Hija…
-¡Mamá!
Teressa perdió la compostura y fue corriendo a abrazar a su madre, llorando en su hombro, feliz de encontrarla viva y a salvo. La mujer no se quedó atrás y también atrajo a su hija hacia sí, llorando con ella, susurrando palabras que solo ellas podían entender. Sam miraba la escena con un cierto respeto, sonriendo. Estaba realmente feliz de que ambas, madre e hija, se hubieran reencontrado después de tanto tiempo separadas. Sin decir nada, retrocedió unos pasos para dejarles intimidad, querrían estar solas, tenían tantas cosas que contarse… Así que abandonó la estancia con una amplia sonrisa dibujada en su rostro y se encerró en su dormitorio. Estaba cansada y quería dormir hasta tarde. Dejando la maleta en un rincón se tumbó en la cama con la vista fija en el techo, sacó su móvil de la bandolera que llevaba colgada sobre el hombro y tiró ésta al suelo, al lado de la cama, al tiempo que se sacaba las sandalias de una patada al aire. Tecleó una de las teclas de su móvil y descubrió un nuevo mensaje de Alice: << ¡Menudo par de tortolos! Aun me resulta increíble que esto haya ocurrido. Sabes que me alegro muchísimo por ti. ¡Ya era hora! Espero que todo haya genial con lo de tu abuela. Nos vemos mañana. Ahí te dejo un regalito. >> El mensaje venía acompañado por una fotografía. Sam rió cuando se vio ella misma en la pantalla del móvil con los ojos cerrados y acompañada. Alice le había sacado esa foto a traición, pero le gustó. Rápidamente la guardó entre sus archivos y le contestó con otro mensajito: <<>> Sam vio como el mensaje se enviaba y luego dejó el aparato encima de la mesita de noche. Sonriendo se acomodó sobre la colcha, poniéndose en posición fetal, el modo más cómodo para ella para dormir, y no pasaron ni dos minutos cuando los párpados empezaron a cerrarse, sumiéndola completamente en los brazos de Morfeo…
Los días pasaban sin ningún percance que pudiera lamentarse. Las chicas pasaban prácticamente todo el día juntas. Al no tener que asistir a clase, ambas solían despertarse tarde y quedar para estar juntas mientras los chicos trabajaban. Habían ido de nuevo al pub para informar a Nick de que ya habían vuelto y que estaban libres para el viernes. A pesar de los adinerados chicos ellas querían seguir ahorrando para sus gastos, no consideraban algo realmente limpio aceptar el dinero de alguien, además ambas eran unas luchadoras natas y querían seguir siendo independientes económicamente. Cabe mencionar también que se sentían en deuda con el jefe, lo conocían desde que Sam había llegado a la ciudad y habían sido amigos desde entonces, no pensaban dejarlo en la estacada. Era ya mucho tiempo y aunque sus vidas hubieran dado un pequeño giro no significaba que fueran a dejar a sus amigos atrás. Y hablando de giros, Sam ya le había comentado su pequeño desliz a su tía. Ocurrió lunes por la mañana. Sam salía de su habitación a la hora de comer, medio desgreñada, con el pelo revuelto, y el vestido del día anterior todo arrugado de haber dormido con él puesto. Su abuela estaba preparando la comida y su tía colocando los cubiertos y los platos sobre la mesa del comedor. Adormecida, Sam preguntó si faltaba mucho para comer, por si le daba tiempo a darse una ducha y cambiarse antes de sentarse a la mesa. No había ningún problema, aún faltaba un poco. Ya a la mesa, su tía le comentó que su madre le había visto con un chico y quería saber si era quien ella sospechaba. Sam no tuvo más remedio que confesar. Con su abuela delante, le contó todo lo que pudo a su tía, sin demasiados detalles, lo esencial. Teressa sonrió. Estaba realmente feliz por su sobrina, echaba de menos cuando sus mejillas se encendían y la sonrisa sincera y enamorada, los ojos brillantes y la mirada cristalina, una mirada completamente enamorada… Sam se dio cuenta de que su tía no apartaba la mirada de ella mientras ésta charlaba con su abuela, así que la miró preguntándole si pasaba algo a lo que Teressa se encogió de hombros, sonriéndole poco después. Sam volvió la vista a su plato y pronto olvidó lo ocurrido. Su tía a veces podía ser tan extraña como ella misma.
En lo que respecta a su vida privada, todo fluía como la seda. Era sorprendente ver lo mucho que había cambiado todo en apenas un fin de semana. Podía sentirse como en una nube, como flotando en el aire, ajena a todo y a todos. Hacia años que no sentía algo como ello e incluso podía jurar que todo era mejor que hacía tres años. Se despertaba con la sonrisa estúpida pegada a la cara y no desaparecía en todo el día, y… ¡Dioses! Él sacaba de ella cosas que ni siquiera había imaginado que pudieran existir. Siempre que podían verse, normalmente por la noche, pues aunque ella ya había acabado el instituto, ellos aún trabajaban, él se mostraba ansioso y lo más alucinante es que ella cedía. Podía sentir como su cuerpo respondía por ella, como si su mente quedara desconectada, tal y como le había pasado la noche de la playa. Y era alucinante. Le gustaba perder el control, decirle adiós a las normas, a las convenciones, dejar atrás cualquier resquicio de las normas de la sociedad… La hacía sentirse genial.
Lunes por la noche, cuando se encontró desnuda de nuevo entre las sabanas de la cama del hotel, sintiendo como los párpados se cerraban de cansancio y su cuerpo volvía retomar su ritmo normal, sentía las respiraciones de ambos debilitarse recuperando su habitual ritmo, estando reposada sobre su hombro izquierdo, posando la mano sobre su torso mientras el jugueteaba con un mechón de pelo rojizo.
-¿En qué piensas? – susurró.
-En nada realmente… - contestó ella en otro susurro. – Es todo tan extraño… Apenas unas semanas atrás moría por veros de nuevo, cuando os encuentro al fin, me sale la vena estúpida y me peleo con vosotros… Nos reconciliamos, éramos amigos de nuevo y en apenas cuarenta y ocho horas llegaste tú y revolucionaste mi mundo… - él rió ante eso.
-Creo que tengo que decir lo mismo…
-Y además es todo tan diferente a hace tres años… No se que haces pero… me haces cambiar. – él sonrió.
-Supongo que hemos crecido. Antes era todo como un juego de niños, inocente, estúpido… Ahora realmente sabemos lo que queremos.
-Creo que tienes razón.
-¿De verdad? ¿Y qué es lo que quieres? – preguntó él, sabiendo la respuesta. Ella alzó la cabeza y fijó sus ojos verdes en los de él.
-Creo que eso está bastante claro.
-Mmmm… Tal vez, o tal vez no… - estaba jugando con ella, estaba bien claro
-Idiota… - sonrió ella antes de besarlo en los labios.
Él la atrajo hacia él, impidiendo que ella se separara de él, tomándola de la cintura y colocándola sobre él, poco después volvían a rodar unidos por la inmensa cama, sedientos…
Pero no era solo Sam la que vivía en una nube de felicidad y estupidez, Alice podía sentirse como algo que jamás había experimentado: una estúpida adolescente encaprichada. Típica de las películas americanas de adolescentes, ese tipo de chica que tanto había odiado. Nunca había querido transformarse en una de ellas, las odiaba, eran patéticas, ridículas, pero ahí estaba, igual a ellas. Odiaba esto. Lo odiaba pero al mismo tiempo lo amaba, lo amaba por que se sentía feliz, una felicidad que la recorría por dentro, un estado que creía olvidado, algo que nunca había sentido en su interior: calidez. Siempre había sido un poco fría con respecto a los chicos y a las relaciones y ahora… Ahora la pared de hielo que encerraba su corazón había sido rota, traspasada por la calidez de un nuevo sentimiento… Un sentimiento que le traía la mayor felicidad nunca vivida… Pero… ¿Cuánto duraría esto? Él se marcharía tras el concierto, y posiblemente Sam se fuera con él, con ellos, sus amigos, sus amigos de siempre, los que la conocían desde que tenían uso de razón, con los que había vivido tantas cosas… Sintió su pecho oprimiéndose. No soportaría eso. Perderlos a los dos al mismo tiempo, a la misma vez después de todo… Sabía que era cuestión de tiempo, sabía que ellos se marcharían, pero... sentía que el tiempo se le echaba encima. Si esta era su última semana juró que la viviría al máximo aunque se negaba por completo dejarlos ir, eran sus vidas. Sabía que Sam estaba deseando volver a Alemania. Allí había dejado su vida, a su hermana… Sabía que quería encontrarla, volver a verla, volver a retomar su amistad, la complicidad que tenían. Ahora la pequeña tendría unos quince años, justo la edad que había tenido la morena cuando se marchó de su país y se sumergió en un desconocido mundo, podía incluso que la pequeña Rose ya se estaba convirtiendo en una mujer y que necesitaba a su hermana mayor más que a nada, incluso más que a su madre, esa odiosa mujer que había maltratado a Sam desde que había sido una niña. Por otra parte, estaba Bill, el famosísimo cantante de Tokio Hotel. Por supuesto no esperaba que algo con él, lo que tenían, fuera lo que fuera, no iba a durar para siempre, es más sabía que ni siquiera duraría más que esa semana, pero le dolía. Dolía como el infierno. Lo sabía, joder, lo sabía, tenía que haberse mantenido lejos de él. Ahora… ¿Ahora que iba a hacer cuando él se marchara con un: Fue muy bonito. Gracias por todo? Claro, él subiría a ese avión y encontraría a otra chica con la que pasar el rato. ¿A quien pretendía engañar Sam diciéndole que confiara en él? Vale que él fuera todo un caballero y esas cosas… Pero en el fondo era un chico. Igual que todos. ¿Por qué mierda seguía con esto? ¿Por qué no lo llamaba ahora y cortaba por lo sano? Oh, Dios la idea de dejarlo ir dolía, dolía demasiado… ¡Por Dios, Alice! ¿Dónde están tus principios? Geez, curioso ¿verdad? Los principios desaparecen cuando el amor entra en escena…
Sentada en la cama, encogida sobre sí misma, Alice se debatía entre continuar o cortar, y no se decidía. Sentía que el mundo estaba completamente y sin ninguna duda en su contra. La puerta de su habitación se abrió en el momento en que ella se había movido para levantarse de la cama y ponerse a hacer cualquier cosa que la distrajera un poco, cualquier cosa estaría bien para alejar sus malévolos pensamientos de su mente. Por la puerta apareció una sonriente pelirroja vestida con unos sencillos shorts y una camiseta de tirantes. Alice sonrió. El fin de semana había sido maravilloso para su amiga y juraría que Sam venía del hotel en el que había pasado la noche con Tom. Llevaban los dos unos días en que no se despegaban. Sam la miró con el entrecejo fruncido cuando ella rió al pensar en eso. Estaba bien, ella se lo merecía.
-¿Una divertida noche? – le preguntó con sorna. Sam le respondió con un leve golpe sobre su hombro sabiendo a lo que se refería su amiga. Esto hizo que Alice riera de nuevo. – Perdona… ¿A qué se debe tu visita?
-¿No puedo estar con mi mejor amiga?
-¡Por supuesto! Siempre eres bienvenida. – ambas amigas rieron pero Alice abandonó la risa poco después, clavando la mirada en el suelo, encogida sobre sí misma…
-Al…
-Dime algo, Sam. Te irás, ¿verdad? Cuando él se vaya, te irás con él, ¿cierto?
-Yo… - Sam quería decir tantas cosas, demasiadas respuestas le venían a la mente pero desgraciadamente ninguna salió de sus labios.
-¡No me mientas! ¡Sé que lo harás! – Alice desvió la mirada hacia los verdes ojos de su amiga. La pelirroja reaccionó al ver los ojos humedecidos de su mejor amiga. La conocía y sabía que había estado dándole vueltas a eso por algún tiempo. Tal vez desde que habían vuelto de Barcelona y se había dado cuenta de que solo faltaba una semana para que ellos se marcharan de nuevo. Sam corrió hasta ella y la abrazó con fuerza.
-¡No! ¡No! ¡No lo haré! ¡No me iré! ¡No me iré a menos que tú vengas conmigo!
Alice abrió los ojos de par en par al escuchar eso. Quería creerla, de veras quería creerla pero… ¿qué pasaría si él se lo pidiera? ¿Por qué iba Sam a renunciar a su felicidad por ella, por una chica que había conocido apenas tras años atrás? Pero recordó que Sam no era así. Sam la quería de verdad. Y sabía que sus palabras eran ciertas. Ella deseaba volver a Alemania y se le estaba presentando la oportunidad de volver antes de lo planeado, ella no podía retenerla a su lado, si lo hacía era bastante egoísta por su parte, pero ¿qué había de ella? De todas las risas y los momentos vividos, de las carreras con el skate, las peleas de almohadas, las risas contagiosas… Todos los momentos que habían pasado juntas… Todos y cada uno de ellos permanecerían por siempre en su memoria. Sam debía volver. Su destino era su amado país con su gente, su verdadera familia. Ella solo tenía que sobrevivir, y lo haría, lo haría sabiendo que ella iba a ser feliz en alguna parte del país germano…
Alice se separó de su amiga y la miró a los ojos. Descubrió que ella misma también había estado llorando mientras la abrazaba fuertemente. Ambas clavaron la mirada en los ojos de la otra y poco después las risas inundaron la habitación, como si todo lo que había pasado o lo que se había dicho hubiese sido algo como una escena de una película, algo realmente ajeno a ellas, algo que solo la complicidad entre dos amigas era capaz de entender…
El resto del día lo pasaron juntas, yendo de compras al centro comercial donde rezaron por no encontrarse con personas indeseadas, recorriendo tiendas sin comprar nada, tomando helado y una de sus grandes perdiciones: las gomitas. Se lo pasaron como niñas yendo de un lado para otro recorriendo tiendas sin control. En cierto modo Sam echaba de menos esto, su skate, sus zapatillas, su ropa holgada. Estaba un poco cansada de verse siempre tan femenina. No era que no le gustara, a decir verdad, le gustaba cuidarse un poco más que antes, pero echaba de menos el levantarse por la mañana y vestirse con lo primero que encontraba en el armario. Pero al parecer no era la única. Por un día Alice se olvidó de su aspecto y simplemente se calzó sus zapatillas de skate unos pantalones vaqueros rotos y desgastados y una camiseta básica. Aún así, estaba perfecta. Por la tarde fueron al parque donde solían hacer skate con sus amigos que conocieron gracias a la tabla con cuatro ruedas. Era martes por lo que estaban seguras que, al haber acabado el instituto, habría por allí algunos de ellos, si no todos. Bueno, algunos eran demasiado vagos para salir con el calor que hacía. Se encontraron allí con tres de ellos, lo cual no estaba nada mal. Compartieron risas y momentos divertidos. Alguno de ellos bromeó con que ya no se les veía el pelo a ninguna de las dos por allí a lo que otro añadió que nos habíamos echado novio y que por eso estábamos muy ocupados. Claro, lo decía en broma. Él no tenía ni idea de que su broma era totalmente cierta. Alice y Sam se miraron nerviosas y los demás supieron lo que eso significaba. Las chicas frías y de impenetrables corazón habían acabado sus días.
Cerca de las ocho de la noche, las chicas decidieron ir al hotel de los chicos. Era como algo ya convencional. Alice todavía dudaba de qué hacer con aquella historia pero sentía dentro de ella que en realidad no quería hacerlo, no quería dejarlo ir, por lo que moría por verlo de nuevo. Volver a besar sus labios, sentir sus brazos rodeándola… ¡Oh, Dios! Solo de pensarlo la hacían correr aún más sobre su skate haciendo que Sam se quedara atrás y tuviera que llamarle la atención con un “¡Eh! ¡Espera!” a lo que Alice reía. Sam volvió a alcanzarla poco después sonriendo. A su amiga se le notaba que había algo en su interior que la había hecho cambiar de idea con respecto a cierto sentimiento que ella creía inexistente. La pelirroja sonrió para sus adentros. Estaba tan feliz por su amiga… Pero ella tenía razón. ¿Qué pasaría dentro de unos días, cuando al acabar el concierto ellos tuvieran que irse? De pronto, sintió la proximidad de ese día. Hacía apenas dos días lo sentía tan lejano y en cambio ahora veía como se le echaba encima… ¿Que haría? No tenía ni la más remota idea… Pero tendría que decidir, tarde o temprano… Aunque doliera, aunque doliera como el mismísimo infierno…
Encontraron a los chicos en el vestíbulo del hotel, las fans rodeaban el recinto y se les hizo realmente difícil el paso. Realmente no lucían como dos niñas ricas que se alojaban en uno de los hoteles más caros de la capital y sabían que conforme avanzaban se veían completamente insultadas, claro que no a la cara. Sabían que por las mentes de esas niñas pasaban cualquier cosa malévola. Sobre todo por que sabían que se codeaban con los chicos. Sin saber cómo se había extendido por Madrid la presencia de dos chicas, una morena y otra pelirroja, junto al grupo de moda. ¿Paparazzi, tal vez? Esto hizo preocupar a Sam, ella había estado completamente segura de que lo que habían hecho en la playa solo lo habían presenciado ellos dos… Pero… ¿y si…? ¡No! ¡Seguro hubiese salido ya en la prensa! No tenía de qué preocuparse. Las chicas entraron por la puerta del hotel sin mirar a ninguna de las chicas que había allí presentes. No querían parecer superiores a nadie pero era la verdad, no les importaba lo que aquellas chicas pensaran de ellas. Encontraron a los chicos sentados en los sillones del hall, esperándolas para cenar. Las chicas se miraron, ellas no encajaban en aquel ambiente lujoso. En un habitáculo bañado de luz y que solo podían permitirse algunos pocos. Allí sus ropas holgadas y rotas destacaban como ninguna. Tenían que haber pensado eso antes de llegar al hotel. Tenían que cambiarse cuanto antes. Ya sabían de antemano dónde se sentarían a cenar y sabían que tendrían decenas de pares de ojos puestos sobre ellas, así que se echaron a la bandolera algún conjunto de ropa apropiado con sus respectivos zapatos. Ahora todo lo que necesitaban era un lugar para cambiarse. Y ese lugar solo podía ser una habitación. ¿Y quién se alojaba allí? Las chicas los miraron a los ojos con una mirada que decía claramente: Sácame de aquí, a lo que los chicos respondieron con una carcajada al tiempo que se levantaban de sus asientos y llevaban a las chicas a sus respectivas habitaciones.
Una vez en la habitación, Sam se tiró de cabeza a la cama, dejando su skate apoyado tras la puerta. Había echado de menos esa cama, era el doble más cómoda que la suya propia… ¿Ventajas de ser famoso tal vez? Tenía toda la pinta de ser algo como eso. Clavó la mirada en el techo, las pequeñas bombillas de luz repartidas por toda la habitación que la mantenían bien iluminada, observó los diminutos detalles del techo, pensando en lo ocurrido esa mañana en la habitación de Alice… Tal vez ella tenía razón… No, no la dejaría, no la dejaría atrás, no cometería de nuevo el mismo error, no dejaría a ninguno de sus amigos atrás.
-¿En qué piensas que estás tan concentrada? – de repente volvió a la Tierra cuando descubrió a Tom sobre ella, apartando de su campo de visión las bombillas relucientes del techo que empezaban a marearla.
-No, en nada… Nada relevante. – disimuló ella. – En que debería ir a darme una ducha rápida para bajar a cenar. No deberíamos hacer esperar a los demás…
-¡Que esperen! ¿Crees que Bill no estará intentando hacer cosas indecentes con Alice? – Sam rió.
-De Bill, lo dudo.
-Si, yo también lo dudo… Mira que es tonto… Teniendo a Alice y no… - Sam frunció el ceño - ¿Eh? ¿Qué dije? No dije nada… - Sam rió a carcajadas al verlo intentar solucionar su metedura de pata. Él sonrió. Sabía que a Sam eso no le había molestado en absoluto. Ella lo conocía y sabía que esas cosas eran parte de él aunque no quiso haber dado pie a desconfianza. – Lo lamento… Yo no debí…
-¡Eh! No importa, sé que ella te gusta. – él la miró con los ojos como platos. En ningún momento él…
-Yo no he dicho eso. – dijo, decidido. Ella rió.
-No, pero lo sé. Alice es o se asemeja al tipo de chica que te solía gustar.
-Idiota… Alice puede ser o puede estar tremenda pero no me interesa. Deja de subestimarte, ¿quieres? – Sam lo miró. ¿Se estaba enfadando? – Tú eres todo lo que yo quiero, Samantha.- y dicho esto la besó en los labios.
Sam cerró los ojos sintiendo como sus ojos se humedecían de la emoción, pero se había jurado dejar de llorar, ella era fuerte y tenía que demostrarlo, no debía ponerse sensible con cosas tan simples… Pero… Había deseado tanto escuchar de sus labios algo como ello… Sintió su corazón latir a mil por hora cuando los labios de él descendieron hasta su cuello y ella respondió arqueando su cuerpo y enredando sus propios brazos alrededor del cuello de él. Empezaba a notar su cuerpo arder de nuevo y la vista nublarse… No… Tenía que…
-Ven conmigo.
Sam abrió los ojos cuando él le susurró esas palabras al oído. No sabía a donde quería que fueran, no tenía ni idea de nada, pero le siguió. Él la cogió de la mano y la llevó a través de la habitación hasta el baño. Sam abrió los ojos de par en par cuando él se acercó a la bañera y cerró el grifo. La tina estaba llena de agua, preparada para ella. ¿Él había hecho eso? ¿Para ella? Por primera vez se sintió querida, mimada por alguien. La emoción creció en su pecho pero tuvo que retener las lágrimas de nuevo. Él la tomó de nuevo de la mano y la colocó enfrente del espejo. Por primera vez en mucho tiempo le gustó lo que vio. La palidez apenas era visible, sus ojos no estaban enrojecidos de cansancio, sus mejillas estaban encendidas. Sonrió. Creyó que por primera vez podía sentirse… guapa.
-Eres más que eso. – la sorprendió él, adivinando lo que estaba pensando – De verdad eres hermosa. – él se acercó a ella, aferrando entre sus manos el borde de la camiseta que ella llevaba y tirando de ella hacia arriba, dispuesto a quitársela. Ella alzó los brazos, obediente, dejando que la tela ascendiera por su costado, desnudándola, sintiendo las manos de él rozándola… Se estremeció al sentir el delicioso contacto… Y lo mejor de todo es que él no dejó de mirarla a los ojos en todo el tiempo a través del espejo. – Tus ojos… Tus labios… Tu piel… - añadió depositando un suave beso sobre la piel de su hombro descubierto. – Todo es perfecto para mí. Mírate y dime que todo lo que ves no es hermoso…
Sam quedó en silencio asimilando las palabras que él acababa de decirle, y realmente le costaba tragarlas… Nunca había pensado en que alguien le dijera eso, y menos él. Él no era de la clase de personas que… Cielos, él debía de verla así. Si no, ¿de que hubiese servido que lo dijera? Lo amó aún más… Lo amaba demasiado… Si él era capaz de ver algo así en ella tenía que ser el único en su vida…
-Dime eso cuando tenga veinte años más y entonces hablaremos… - bromeó ella.
-Entonces te diré que estás aún más hermosa que incluso ahora… - ella rió volteándose para mirarlo a los ojos. Él sonrió y entonces la abrazó. Ella notó un leve beso sobre su pelo y abrió los ojos de par en par notando como desaparecía el mundo a sus pies… Ahora definitivamente, no existía nada más para ella… Nada salvo el sonido del celular que la avisaba que la estaban llamando… Ella gruñó. ¿Por qué siempre pasaba igual? Él rió. – Quédate. Solo date un baño, yo contestaré. – y antes de marcharse para dejarle intimidad depositó un suave beso sobre sus labios…
Sam se desnudó, o al menos se quitó la poca ropa que le quedaba puesta, y tocó el agua con la mano comprobando su temperatura: perfecta. Sonrió y poco después se precipitó a meterse en la bañera. Casi era una piscina de lo grande que era… Sonrió. Parecía la princesa del cuento de hadas aunque sabía que eso no tenía nada que ver con ella y la vida que llevaba. Suspiró apoyando el mentón sobre sus brazos apoyados sobre una de las paredes de la tina. Escuchaba como Tom hablaba con alguien por teléfono. Había cambio de planes. Él solo había decidido que se quedarían en la habitación. En realidad no le importaba… Volvió a recostarse disfrutando del baño. ¿Desde cuando pensaba algo como eso? Ellos eran sus amigos… Quería pasar tiempo con ellos… Pero especialmente esa noche no sentía ninguna gana… ¿A qué se debía esto? De pronto descubrió que no le importaba el por qué… Exhaló aire y se sumergió, esperando que el agua borrara sus pensamientos, algo realmente estúpido pero… Se sentía tan bien… Hasta aquel pinchazo de dolor en el estómago que la obligó a emerger de nuevo casi a la velocidad del rayo… Llevó las manos al vientre esperando que el dolor desapareciera pero no lo hacía, la vista empezaba a nublarse, el dolor se hacía mas intenso, comenzaba a marearse y unas inmensas ganas de vomitar se hacían eco en su interior… Dejó una de las manos sobre el vientre y otra la llevó a la boca sintiendo como el denso liquido ascendía por la garganta… Sintió como su boca se abría en contra de su voluntad para expulsar aquel material… Abrió los ojos de par en par cuando lo vio. No podía ser… Esto no estaba ocurriendo… ¿Qué había mal en ella? De repente empezó a temblar cuando Tom abrió la puerta del baño y entró bromeando… Pero calló de pronto al ver que ella clavaba la mirada en él, unos ojos llenos de miedo y pánico que hacía años que no observaba. Ella miró de nuevo su mano y él dirigió la mirada hacia allí descubriendo aquel liquido viscoso y rojizo… Dios… ¿Aquello era sangre?....

7 comentarios:

  1. Hay Amanda!!!!! hay amanda!!!!! Amanda!!!! dios de verdad que ahora si!!! me dejaste super preocupadísima!!!! no se si podré aguantar hasta la próxima semana!!! que le pasa a Sam???? ojala no sea nada grave por favor!!! no no no ahora si fuiste muuuuuy mala T.T pero me encantó el capítulo, no hay capitulo que no me guste ^^

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  2. oooo pordios!!!!!!!!!!!
    oooo pordios!!!!!!!!!!!
    ia kiero ke sea
    la proxima semana no
    puedo esperar no inventes
    espero ke a sam no le pase
    algo malo eso seria muy trist
    y mas ahora ke tom y ella estan
    super enamorados!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

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  3. Mi geme hermosa, grandioso capítulo, me encantó, y ahora estoy muy preocupada por Sam, me dió pena imaginarla en esa situación. Felicidades mi vida por el capítulo, es fantastico, y ansiosa ya espero el siguiente. Un millon de besos y abrazos para la personita que me hace muy felíz, te quiero infinitamente mucho mi geme, tu hermana quien te adora con toda su alma, Dai

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  4. Ai Sami, ai Sami... ¡Que pedazo capítulo! Es el mejor que me he leido hasta ahora. ¿Que tendrá Sam? ¿Qué pasara con los demas? Sus amigs, su familia... Eres mala, ¿eh? La verdad es que me has dejado muy intrigada... Eres muy buena escritora tu tendras futuro pero eso si, con tu mejor amiga, jaja Bueno, sigue asi y no lo estropees... Por que te juro que te mato... Y se donde vives...

    XDD

    Besos

    Alice ^_^

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  5. ¿Odiarte? que exagerada jajaja, esta bien que cada capaitulo sea diferente, con giros inesperados, esta muy bien amanda. :)

    Ahora toca esperar a la semana que viene XD.

    Mucha suerte con la Novela y el siguiente Capitulo, y Felicidades ^^

    † Elfire

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  6. PAULINA:
    ayy dioOs!!
    creeoO q iia m hice una idea d q tiene sam!!!
    aaaayyy
    poObre....
    poObre sam..
    poObre toOm!!!

    aaayy oOjala alice pueda aclarar mejoOr su mente y sus sentimientoOs coOn bill !!!

    noO puedoO esperar para la prOx semana!!
    yeah!!
    sigue asi chika!!

    bye

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  7. OH NOOOOO!! ayyy que tendra sam, justo en los momentos mas bonitos para ella y sucede todo eso! bueno ¿quien lo escribio? nadie mas que la linda y buena chica jajajaja...muy buen e interesante capitulo, lo que me puso feliz fue que todo con teressa y su mamá se soluciono y estan felices y por otro lado lo que me puso preocupada lo que le pasa a sam!!! ay amanda sabes como cambiarle las emociones a las personas jajajaja...y yo lo acepto jeje bueno como siempre tan buena en lo que haces, tendre paciencia hasta el otro fin de semana ¡TRATARE! jajajaja y tu te cuidas bastante mucho mucho, bye tqmmmmm....
    /jas/

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