domingo, 21 de marzo de 2010

RECUERDOS DEL PASADO CAPITULO 34

Hola de nuevo! Aquí ando otra semana más con un nuevo capítulo de esta loca historia. Personalmente, creo que este capítulo contiene demasiado relleno… pero os prometo que el siguiente será mejor! Lo estoy preparando bien para ello. Un beso y cuídense. Espero les guste!
La mujer dejó escapar unas lágrimas y Sam le sonrió, apartando con su dedo las saladas lágrimas del rostro de su abuela. Todo estaba bien, ahora y siempre…
Sam caminaba en silencio clavando la mirada en el suelo. No podía creer nadad de lo ocurrido esa misma mañana, todo estaba confuso en su mente. Justo la noche anterior no había tenido más familia que su tía y sus hermanos y ahora… ¡ahora tenía una abuela solitaria que vivía! Esto era de locos, su vida era una continua noria con sus subidas y bajadas, una vida que ni en las películas de Hollywood se podía ver… Suspiró. En fin… Tenia que estar ya acostumbrada… Dobló la esquina sin saber bien dónde estaba. Ahora no iba a regresar al hotel, al menos no antes de que acabara con las posibles repercusiones de su ajetreada noche. Buscó con la mirada alguna farmacia cerca… Maldición, aún no divisaba ninguna. Continuó caminando con Tom, que no entendía nada, pisándole los talones.
-Ehm… Sam… Entiendo que estés… ¿Alterada? Pero… ¿dónde se supone que vamos?

Sam se giró para mirarlo, era cierto. No le había dicho nada de lo que su abuela le había contado, es más, no le había dirigido la palabra desde que habían salido de casa de la mujer… Y ni siquiera le había mencionado su falta de responsabilidad. La de ambos. Sonrió.
-No querrás hacer abuela a Simone tan pronto, ¿verdad?
-¿De qué estás…? ¡Oh! – calló de pronto- Vale, no, la verdad no. – ella le sonrió. – Lo siento… Creo que se me olvidó. – ella rió.
-No te preocupes, también a mí se me olvido. Nos lo apuntamos para la próxima, ¿no?
-Eso si no me vuelvo loco primero… - le confesó él susurrándole al oído, posando sus manos sobre su cintura desde atrás y posando sus labios sobre su cuello…
Muy a regañadientes ella se separó de él y continuó su búsqueda. Él la tomó de la mano y caminó a su lado, orgulloso. Sam quedó pensativa. ¡Cómo habían cambiado las cosas en unos años! Antes nada de esto lo solían hacer por la calle, pero eran niños cuando eso pasó. Ahora… Ahora era diferente. No sabía explicar en qué había cambiado pero había algo que lo hacía diferente, único, especial… Quizá por que él ya no mostraba esa faceta suya de duro ante ella o quizá por que ella ya no sentía esa vergüenza típica suya… Fuera como fuere ahora era simplemente perfecto.
Encontraron una farmacia y sin dudarlo, Sam se adentró por la puerta. Al principio el farmacéutico miró a ambos con sorna, pero no hubo ningún problema. Les dio las pastillas sin ningún problema por lo que Sam compró una botellita de agua en un bar cercano y tomó la primera pastilla, la segunda tendría que esperar unas horas, bajo la atenta mirada de Tom. Nunca hubiese querido que ella tomara una de esas, sobre todo por que era una sobrecarga de hormonas para su débil cuerpo pero no había otra salida. Había sido un idota por olvidarse de lo importante. Como disculpa, rodeó sus brazos por entre la delgada cintura de ella a lo que ella lo miró sin entender antes de que él depositara un beso sobre su cuello. Ella rió, separándose de él, consciente de lo que podría llegar a pasar si volvía a perder el control. Rápidamente continuó la marcha hacia el hotel, deseosa de llegar a la hora del desayuno, estaba muerta de hambre…
Cuando los demás los vieron entrar por la puerta del comedor con sus manos entrelazadas no pudieron evitar mirarlos atónitos. Sam desvió la mirada para evadir la mirada de su mejor amigo, transparente, completamente fija en ella. El rió al ver su reacción y entonces ella si dirigió la mirada hacia él, pero él ya no la miraba, estaba concentrado en llevarse un vaso de agua a los labios. Con la mirada de quien se encontró fue con la de Alice que la miraba sin dar crédito a lo que veía… Su reacción fue inesperada, no esperaba que se levantara de la silla y corriera a abrazarla.
-Alice… -pudo decir ella, entrecortadamente
-¡Oh! Me alegro tanto… Mira que habéis tardado… Pero mejor tarde que nunca… - la felicitó en castellano para que ninguno pudiera entender lo que le decía – Por cierto… Leí tu cuaderno… Me hiciste llorar unas trescientas veces… Y mira que yo no soy de lágrima fácil… Mucha suerte, Sami, realmente te mereces esto después de todo lo que has pasado… Pero, ¡ya córtala! Vamos a desayunar- agregó separándose de ella y pasando la mano por sus ojos, solo para borrar algún resquicio de lágrimas, si las había.
-Si ya decía yo que os habíais quedado para algo… -bromeó Georg cuando se sentaron a la mesa. Sam le sacó burla y él rió como única respuesta.
El resto del desayuno transcurrió sin ningún percance, a veces alguna broma que otra provocaba en Sam cierta tensión pero rápidamente lo olvidaba. No le gustaba mucho que bromearan con su vida privada pero ¡eran sus amigos! Era lo más normal del mundo, así que ¡qué demonios! Que dijeran lo que quisieran, ya realmente le daba igual todo. A veces puede que se sintiera un poco alejada del mundo, como si se evadiera de la realidad en plena conversación y realmente no sabía muy bien por qué, en apenas doce horas su vida había dado un giro tremendo, había encontrado a su abuela que creía muerta, había estado con el chico que había deseado desde hacía años, todo eso en menos de veinticuatro horas. Un verdadero record para ella pues normalmente su día a día solía ser más monótono y aburrido. Se alegraba por ello, sin embargo. Los dos acontecimientos le habían traído la mayor de las felicidades y se moría por compartirlo con alguien. Y ese otro alguien no era nadie más que su mejor amiga. Se moría por quedar a solas con ella, contarle todo lo ocurrido, limando algunos detalles un poco delicados, pero compartiendo con ella todos los momentos intensos que habían hecho que el latido de su corazón se acelerase hasta un punto desorbitado. Bromear con ella, ponerse empalagosas y cursis, reír, llorar de emoción y felicidad… Todo eso que jamás había hecho con nadie. Experimentar lo que se siente al saber que tienes una amiga a tu lado a la que puedes contar todo sin miedo a medir tus palabras o sin parecer de lo más cursi posible. Aunque sabía que Alice se iba a reír de ella al principio, sabía que en fondo la entendía. Pues no se reía de ella en serio, lo hacía solo por que ambas odiaban esa parte de ellas que sabían que tenían a pesar de querer ocultarlo lo mejor posible… Pero, a pesar de ello, quería arriesgarse, por que sabía que no solo era ella la que podía ponerse cursi…
-¡Hey! – alguien la llamó, despertándola de su letargo. Ella se volvió para ver de quien se trataba. Descubrió a su lado a Alice, sonrió, justo la persona con la que deseaba hablar… - ¿Vienes? – ella la miró sin entender- Vamos a la playa antes de que empiece a venir la gente…
-Alice… Yo quería… Hablar contigo… - le confesó en castellano. Ella la miró largo tiempo antes de asentir con la cabeza. Ella misma también necesitaba hablar con ella…
-Vamos. – fue lo único que dijo añadiendo un movimiento de cabeza para que la siguiera.
Sam se levantó de la silla y sin mirar a nadie más que a su amiga la siguió pero eso fue antes de que alguien la tomara de la muñeca. Giró para encontrarse con unos ojos marrones.
-Tengo que hablar con Alice… - le comunicó. El rió.
-Lo sé. Sólo quería saber sobre lo de tu abuela…
-Antes de irme quiero ir a verla… Realmente quiero que venga conmigo a Madrid…
-Eso no es ningún problema. Hablaré con David.
-¿De verdad? – él sonrió. – Oh, muchas gracias… Creo que mi deuda se está haciendo inmensa…
-Idiota… Nada de deuda… No pienso cobrarte nada que lo sepas… Ni yo ni ninguno de nosotros…
-Lo sé y odio eso… - él rió y la beso poco después. Amaba cuando se enfadaba, realmente estaba linda cuando hacía eso.
Sam se volvió de nuevo para irse cuando vio a Alice enganchada a Bill. Rió por lo bajo antes de que ella se volviera y le sacara burla. Sam rió a carcajadas cuando eso pasó y entonces Alice le respondió levantando una pierna dispuesta a darle una patada que nunca llegó a rozarla. Sam aprovechó para cogerla de los hombros y arrastrarla al ascensor, riendo a carcajadas.

-¡Eh! ¿Y nosotros? – bromeó Georg.
Sam miró a Alice que también la miraba y sin pensarlo dos veces se dirigieron de nuevo hasta ellos solo para depositar un beso sobre las mejillas de ambos. Las dos amigas se volvieron para irse no sin antes despedirlos.

-¡Por fin! Mira que sois lentos los dos… - bromeó Alice cuando llegaron a su habitación. Sam se tumbó en la cama y cerró los ojos. Estaba cansada pero no debía dormir, no ahora. Ahora tenía que contarle a su amiga todo…
-He visto a mi abuela. – le confesó.
-¿Qué? – Alice dejó de hacer lo que estaba haciendo de golpe y la miró con los ojos como platos sin dar crédito a lo que oía.
-Mi abuela… No está muerta. – Sam se levantó de la cama al tiempo que decía eso, quedándose sentada y miró a los ojos a su amiga. Alice se dio cuenta de que no alucinaba.
-Cuéntamelo todo.
Eso fue bastante para Sam. De repente y casi sin proponérselo empezó a hablar de todo lo ocurrido, desde que los habían despedido la noche anterior en el hall del hotel hasta esa misma mañana que se habían reencontrado. Quitando algunos detalles que ciertamente pensaba que eran demasiado íntimos para compartir y que Alice realmente no querría saber, se lo contó todo. Confiaba en su amiga y sabía que nada de lo que ella dijera iba a salir de aquella habitación. Aunque ahora estuviera saliendo con Bill, que era uno de los seres más cotillas que hubieran existido en este mundo. Pero Alice sabía que eso tendría que contárselo Sam, no ella, por muy novia que ella fuera. Eso seguía sonando raro en su mente… Novia… La palabra hasta producía escalofríos… ¿Realmente era eso o solo…? ¡Basta! Ahora tenía que escuchar a Sam, centrar su atención en lo que le estaba contando su amiga. Realmente la vida de Sam parecía una telenovela… ¿Con quien se iba a reencontrar ahora? ¿Un hermano de su padre desaparecido hacía años? Su intención no era la de burlarse, es más, le dolía ver como ella que creía que conocía su vida, no la conocía en absoluto. ¿Qué otras mas cosas le ocultaban? Creyó que a Sam algún día le daría algo realmente grave si empezaban ahora a contarle la verdad de su existencia si es que había algo oculto en ella…

-Sam… ¿tú estás bien?
-Por suerte, si. No puedo estar más feliz. Sé que lo que hizo mi abuela está mal, que quizá debería guardarle rencor por ocultarse así de mí y de mi tía, pero no se lo guardo. No puedo… No ahora que la encontré…
-¡No! Claro que no… Me alegro que la hayas encontrado y estoy feliz por ti… - Alice la abrazó como respuesta. No sabía que decirle y lo único que realmente decía lo que sentía era un simple abrazo lleno de significado.
Ambas amigas sonrieron. Sam se alegraba de haberle contado aquello a Alice, había sido como sacarse un peso de encima por lo que ahora estaba más relajada y feliz. Ahora era el turno de ella de contarle todo. Se sorprendió cuando le dijo que habían dormido juntos: SOLO DORMIDO. Matizó para posibles confusiones. Le contó que se sentía extraña, que nunca había imaginado algo como ello, que sí había fantaseado con la idea pero que nunca creyó que pasara de verdad por eso ahora estaba como en una nube de la que era difícil bajar. Que no sabía lo que sentía, no sabía si solo era una tontería pasajera… o algo más. Sam se llevó una mano a la boca cuando escuchó eso. Alice nunca había creído en el amor…

-Alice… ¿Eres consciente de lo que acabas de decir? – ella agachó la mirada ligeramente avergonzada…
-Si… Lo soy… Pero es que no se… Yo… Nunca había sentido algo como esto… Por nadie. Cuando me mira simplemente me olvido de respirar, es como que no existiera el aire… No sé que me pasa, Sam y tengo miedo por ello…
Sam la miró sin añadir palabra alguna. Ciertamente no sabía qué debía decirle a su amiga en un caso como este. Lo único que se le ocurrió fue que disfrutara, que aprovechara la ocasión, que viviera el momento. No tenía que buscarle explicación por que no la había, y cuanto más indagara en la relación buscándole una demostración menos disfrutaría… Y ambos sufrirían… Nunca se le había dado excesivamente bien dar consejos… Alice sonrió tomándolo bien. Era exactamente eso lo que tenía que hacer. Olvidar sus tonterías y disfrutar. Sam sonrió a su vez y la miró a los ojos lo que provocó que más tarde ambas estallaran en carcajadas sin saber muy bien por qué. Nunca lo habían entendido bien pero a veces solo les bastaba una mirada para ponerse a reír casi al instante. ¿Complicidad? Puede que si… Alice agarró una de las almohadas de la cama y se la tiró a Sam en broma, pero ésta no se quedó atrás y cuando quisieron darse cuenta ambas estaban saltando en la cama y tirándose las almohadas la una a la otra como niñas pequeñas riendo sin parar… Cuando quisieron darse cuenta ya eran más de las once de la mañana y los párpados de Sam empezaban a cerrarse solos. Alice rió.

-¿Qué? ¿De fiesta anoche? – le preguntó con sorna
Alice rió a carcajadas ante la perplejidad de su amiga.

-Desde luego, algo se te tenía que pegar de mí… - exclamó entre risas
-Si, ya veo, tú mucho hablar pero poco hacer… - contestó la aludida
Alice contestó tirándole de nuevo una almohada a la cara. Sam rió, esquivando el ataque.

-Yo… No quiero precipitarme- apenas dijo la morena en un susurro. Sam la miró asombrada.
-Alice, lo sé. No tienes por qué avergonzarte de algo como eso. Algo como eso no lo planeas, surge en el momento y ambos sabréis cuando os llegara el vuestro. No temas por nada. Él… Lo entenderá. Lo conozco, Ali, y sé que eso para él es algo mágico, especial, por eso puedes confiar plenamente en que no te presionará en ningún momento… Mírame Alice. – Sam alzó la cabeza de su amiga posando una de sus manos bajo la barbilla de la morena y obligándola a mirarle a los ojos. Alice fijó sus azulados ojos en los verdes de su amiga – Confía en mí. – Alice sonrió. Confiaba en ella.
-Confío en ti. Confío en él… Además no imagino a Bill del tipo macarrilla intentando hacer algo pervertido…
-No lo sabes bien tú… - contestó la ¿ingenua? ¿modosita? ¿Cuándo demonios había dejado aquello atrás, su inocencia, sus mejillas encendidas por algún tema como aquel?
Ambas rieron a carcajadas al tener durante un segundo esa imagen en la cabeza. Alice tenía razón. Esa imagen no encajaba con Bill por mucho que quisieran imaginarlo. Estaban en plena carcajada cuando un teléfono sonó en la estancia. Era el de Sam. Alice bromeó con la posibilidad de quien podría ser quien la llamara pero se equivocó. Era David. Quería hablar con ella del tema de su abuela. No, no había ningún problema en que ella viniera le comunicó. Sólo quería saber si podía ir ella con el chófer para ir a recogerla pues ninguno sabía dónde residía ella. Ella rió aliviada y le contestó que estaría abajo en dos minutos. Colgó y miró a Alice que se preparaba para acompañarla. Sonrió. Estaría bien que su abuela conociera a su mejor amiga.

Cerca de las dos de la tarde, las chicas llegaron al hotel con una nueva compañía. Les había costado convencer a su abuela para que fuera con ellas hasta el hotel donde después de recoger las maletas y a los chicos irían al aeropuerto, a decir verdad les había costado convencerla de que fuera con ellas a Madrid… ¡Como se notaba que eran madre e hija! Su abuela y su tía eran bien cabezotas las dos… Cuando pisaron el hall del hotel, los chicos ya las esperaban. Tres de ellos quedaron un poco alucinados pues no sabían que aquella mujer era la abuela materna de Sam ni que viajaría con ellos. Parece que a cierta personita se olvidó comentar algo como ello. Sam tragó saliva. Se le había olvidado por completo decírselo a sus amigos. Tom rió al ver las caras de sus compañeros. Ellos lo miraron… Con que él también sabía… El momento era algo tenso, Sam tenía que decir algo, lo que fuera…
-Chicos… Esta es… Mi abuela. – oh, si excelente presentación. Tardía y… Sosa.
-No cabe duda. – afirmó Bill
-¿Eh? – pronunció ella sin saber bien a que se refería su amigo.
-Tenéis… Un cierto parecido. – Ciertamente no sabía como tomarse eso.
-¿Gracias?
Él rió como única respuesta. Ella desvió la mirada hacia su abuela, contándole que ellos eran sus mejores amigos y cosas que debería saber, como, por ejemplo, que eran los integrantes de una banda famosa. Su abuela abrió los ojos como platos al escuchar eso.

-Ya te contaré. – sonrió la pelirroja.
Media hora más tarde los chicos salieron hacia el aeropuerto que, afortunados como era, estaba vacío de fans. Al ver la gran cantidad de gente que se agolpaba en la entrada al aeropuerto, las chicas decidieron entrar por otro lado. Pasaban de recibir malas miradas, sobre todo, por que podía intuir que la abuela de Sam saltaría a las mínima si escuchaba palabras feas dirigidas a su nieta y a la amiga de su nieta. Se reunieron con los chicos en la puerta de embarque, tres cuartos de hora más tarde. Una vez en el avión y cada uno sentado en su asiento, la abuela de Sam le comentó algo al oído a su nieta lo cual le hizo reír.
-Si, es que son muy divos ellos… - sonrió Sam. Alice escuchó eso y pudo imaginarse lo que la mujer había notado. Todos llevaban aún sus gafas de sol puestas.

El resto del viaje fue totalmente tranquilo, sin ningún percance que pudiera lamentarse. Sam notó a su abuela nerviosa y lo entendió. Hacía al menos diecisiete años que no sabía nada de su hija y pudo intuir su preocupación de saber cómo la recibiría Teressa. Pero Sam conocía a su tía, y aunque le dolería saber la verdad al principio, le abriría los brazos de par en par y estaba segura de que le insistiría en que se quedara en Madrid con ellas a vivir. Sam tomó la mano de la mujer que tenía a su lado y la estrechó, mostrándole su total apoyo. Ella estaría con la mujer en cualquier momento. Su abuela le devolvió el apretón como símbolo de que estaban juntas en esto.
En el coche de camino a casa Sam sintió como sus párpados empezaban a cerrarse. Habían pasado más de veinticuatro horas desde la última vez que había podido dormir bien y ahora eso empezaba a pasarle factura sobre su débil cuerpo. Luchó contra sus párpados pero de momento eran éstos los que salían ganando. No esperaba la hora de tumbarse en su añorada cama y dormir hasta las cuatro de la tarde del día siguiente. Dio gracias a que no tuviera clases a la mañana siguiente por que estaba segura de que no aguantaría despierta ni a la primera hora.

-¿No has dormido nada? – le preguntó en un susurró cerca de su oído una voz conocida. Ella negó con la cabeza. Él colocó su brazo por entre sus hombros y ella, a su vez, apoyó la cabeza sobre el suyo, cerrando los ojos. Él sonrió y depositó suavemente su mejilla sobre la cabeza de ella, cerrando los ojos también.
Sam sintió el coche detenerse poco tiempo después y abrió los ojos para ver donde se encontraba. Se habían detenido en casa de Alice y tanto ella como Bill salieron del coche, seguro para despedirse. Sam sonrió antes de volver a cerrar los ojos. Le gustaba eso. Su mejor amiga con su mejor amigo y hermano… Sí, una pareja entrañable. El coche se puso en marcha poco después una vez Bill volvió a subir. La conversación no era fluida, por no decir que era prácticamente inexistente pero estaba bien. A veces el silencio era mejor que cualquier palabra. Además todos estaban demasiado cansados y tenían todos la mente puesta en una cosa: sus camas. Ninguna de las dos noches que habían pasado en Barcelona habían descansado bien. Las fiestas y el trabajo era lo que tenían… El coche se detuvo de nuevo y esta vez Sam supo que estaba en casa. No esperaba el momento de ver el reencuentro entre madre e hija, estaba más ansiosa que la propia mujer mayor. Ni siquiera había avisado a su tía, por lo que iba a ser una completa sorpresa para ella. Sonrió. Salió del coche al tiempo que Henrie le sacaba su maleta del maletero del coche y la posaba sobre la calzada. Tom había bajado tras ella.
-Descansa ahora que puedes. – le sonrió, abrazándola
-Eso suena a amenaza…
-Mmm… Puede ser. Mañana te quiero entera. – Sam rió. – En serio, descansa.
-Lo haré. Tú también, ¿eh? Que mira las ojeras que tienes ahí…
-Por que no has visto las tuyas… - ella suspiró. Seguro que tenían que ser del tamaño de dos olas gigantes alrededor de sus ojos. – Nos vemos mañana, ¿de acuerdo?
-De acuerdo… - él la besó en los labios antes de volver a entrar en el coche con una sonrisa.

Sam se volvió hacia su abuela, que había desviado la mirada para no presenciar la escena. Sonrió y se acercó a ella. El momento había llegado.

4 comentarios:

  1. Que bonito capitulo, estoy ansiosa de ver como reaccionará la tia de Sam al ver que su madre sigue viva despues de tanto tiempo...

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  2. hola amanda vaya que la pones interesante como siempre jajaja uyyy ahora cual sera la reaccion de teressa ahhh...bueno me esperare hasta el otro fin de semana jajaja gracias amanda por este capitulo muchas muchas gracias. A esperar se a dicho, te cuidas muchisimo..........tqm bye. ""jas""

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  3. ¿De verdad crees que es relleno? Pero si esta muy bien !!!

    Muy buen capitulo, parece increible que ya vayas por el 34 y siguiendo...

    Otra semana mas de espera hasta el siguiente, felicidades y mucha suerte Amanda, y haber si nos vemos por msn jajaja.

    † Elfire

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  4. Mi geme hermosa, muy lindo capítulo, nose porque dijiste que tenía mucho relleno, esta perfecto amor. Felicitaciones nuevamente hermanita, y ya estoy esperando el siguiente capítulo, la ansiedad es inaguantable jaja. Te quiero infinitamente muchisimo mi geme, un beso enorme, tu demente hermana Dai

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