domingo, 7 de febrero de 2010

RECUERDOS DEL PASADO CAPITULO 28

¡Hola a todos una semana más! Muchas gracias por todos sus comentarios, estoy realmente feliz de tener a tanta gente que sigue mis tonterías… Y sobre todo que les guste. Gracias por hacer posible semana tras semana un nuevo capítulo de esta historia. Si no fuera por ustedes no existiría. =) Ahora si, un gran, gran abrazo para todos y una feliz semana. Disfruten conmigo de un capítulo más de Recuerdos del Pasado. Por cierto, me gustaría que escucharan la canción que hay más adelante mientras leen. Creo que hace más emocionante el momento… Y, por último, siento mucho si os hago llorar, incluso yo lloraba mientras lo escribía… ;-) ¡Un beso!

¿Cómo era posible que una mirada la hiciera despertar de la forma en la que él lo hacía? Odiaba eso con todo su ser… Y tenía que buscar la forma de escapar de su dulce encanto… Pero lo haría más tarde. Ahora solo quería probar sus labios de nuevo, olvidándose de lo que le acababa de decir…

-¡Sam! ¡Fuera hace una tarde alucinante! – Alice entró por la puerta, que Tom también había dejado abierta, despojándolos de su mágico momento. Entonces los descubrió- Lo… Lo siento… Debí llamar… - se disculpó y salió, roja como un tomate.

Sam se alegró en cierta parte por lo que Alice acababa de hacer. Por otra parte estaba que rabiaba. ¡Tres veces! ¡Tres ocasiones había tenido la oportunidad de besar a Tom y las tres chafadas por sus amigos! Aunque se lo agradeció. Mejor no volver a caer, aunque supiera que eso solo sería cuestión de tiempo. Se levantó de la cama y fue hasta la puerta.

-Desearía descansar un poco, hermanito. – hizo especial énfasis en la última palabra, señalándole la salida con la cabeza.
-Como desees, hermanita. – ocurrió lo mismo con la palabra clave, se levantó y salió.

Sam cerró la puerta tras de sí, apoyándose en ella poco después y sintiéndose desfallecer se sentó en el suelo, con las manos entrelazadas alrededor de sus piernas encogidas. Sinceramente estaba harta de todas estas subidas y bajadas de sus emociones. Nunca sabía si avanzaba pero siempre sabía cuando retrocedía. Y ahora estaba muy claro que retrocedía. Acababa de cerrarle las puertas a Tom. Nunca más, se juró a sí misma en su intento de permanecer firme con ella misma y cuerda en esta aventura llena de vaivenes de los sentimientos. Alguien llamó a la puerta sacándola de sus pensamientos y se levantó del suelo a toda prisa. Debía mantenerse ocupada, llenar su mente de cualquier cosa, algo que evitara convertirse de nuevo en esclava de su propia mente. Pasó su mano por sus ojos, eliminando cualquier rastro de lágrimas y tristeza en un acto reflejo. No había estado llorando pero tal vez si se le hubieran humedecido los ojos. Abrió la puerta para encontrarse allí a su mejor amiga, que la miraba como pidiendo disculpas por haber interrumpido.

-De verdad, lo siento muchísimo. No sabía que Tom estaba aquí. De saberlo, me hubiera quedado fuera. Lo lamento de veras… Pero ahora dime, ¿qué ha pasado aquí? – decía Alice mientras pasaba al interior de la habitación.
-¿Realmente? – ella asintió con la cabeza, Sam cerró la puerta – Nada.
-¿Cómo que nada? ¡Imposible! – Alice no daba crédito a lo que oía.
- Lo que oyes…
-Pero… Cuando estaba hablando con Bill en el pasillo vimos a Tom salir de aquí y parecía… No se, diría preocupado pero creo que la mejor palabra es enfadado… - divagó Alice
-¿Enfadado? – se extrañó Sam
-¡Si! Pero Bill dijo que estaba dolido… En serio, chica, no sé que mierda pasó aquí dentro, pero lo heriste.
-Solo le dije lo que somos.

-Un hombre, por no decir un niño, y una mujer que se quieren y desean estar juntos pero la mujer es así de cabezota, que sigue en sus trece y no da brazo a torcer.
- No. Hermanos. Eso es lo que somos.
-¡Por Dios, Sam! ¡¿Eres o te haces?! Porque yo ya no sé que hacer contigo… Ahora siéntate y explícale a la doctora Amor, aquí presente, qué te pasa…

Sam así lo hizo, se sentó al lado de su amiga y le contó todo lo que pasaba por su mente. Su amiga la escuchaba sin interrumpir, atónita a lo que le decía Sam. Era alucinante escuchar cómo su amiga se destruía a sí misma de aquella manera. Pero Alice intuía la razón por la cual daba tantas vueltas a su relación con Tom y esa solo podía ser una: miedo. ¿Miedo a qué? Miedo hacia sus propios sentimientos, rechazo hacia ellos tal vez, se ocultaba, se camuflaba y escapaba. Era su manera de huir, como hacerse un ovillo y creer que has desaparecido de la Tierra, aunque nunca desapareces del todo, te escondes pero siempre estarás ahí. Lo mismo ocurría con sus sentimientos. Los escondía, los reprimía, por temor al dolor, al rechazo o a la burla. La entendía pero a Alice siempre le habían enseñado algo y es que el que no arriesga no gana. Y no estaba sola. Si salía mal allí estarían sus amigos para ayudarla, apoyarla, darle cariño. El miedo que ella sentía era fácil de superar como cuando se es pequeño y quieres aprender a nadar, cuando crees que el agua es tu enemigo y te niegas a saltar pero ahí está esa mano adulta y esa voz que te dice que confíes en él y tú confías y saltas… Esto era más o menos parecido. Ella tenía que saltar y confiar en que alguien estaría con ella al fondo de la piscina… Y así se lo explicó una vez ella terminó de relatarle su relato. Luego la dejó sola para que reflexionara sobre lo que acababa de decirle.

Dejó a su amiga sentada en la cama con la boca abierta sin creerse del todo lo que acababa de aconsejarle. Podía llegar a ser muy seria cuando quería. No era que no le gustara esa parte de ella, pues sabía que aunque pareciera tonta, no lo era en absoluto, y podía realmente dar muy buenos consejos. Aunque ser así todo el tiempo resultaba aburrido por eso prefería ser la viva la vida, cabeza loca que era. Alice entró a su habitación aún dándole vueltas a todo el relato de su amiga. ¿Ahora era la excusa de las fans? Seguro que muchas, por no decir la inmensa mayoría, harían lo que quisieran sin reparar nunca en las demás como ellas. Lo sabía, había conocido a algunas de ellas. Por eso, Alice se alegraba de haber sido ella y no las demás la que había tenido la suerte de conocerlos personalmente, porque ninguna de las de ahí afuera pensaría un solo instante en las demás tokiohoteleras. Suena extremadamente egoísta y puede que lo fuera, pero cualquiera en su lugar haría lo mismo. Y le importaba muy poco ser juzgada o no. Y Sam debería hacer lo mismo. Ella más que nadie debería sentirse afortunada por mantener esa amistad con los chicos tantos años. Pero Sam era demasiado buena… No estaba en su naturaleza ser un poco maliciosa… No se trataba de eso tampoco, pues los chicos no pertenecían a nadie, pero Sam no soportaría estar con uno de ellos sabiendo que millones de chicas alrededor del mundo estarían despotricando contra ella. Era la realidad, cruel e inexpugnable. Pero bueno, ahora no era tiempo de pensar en esas cosas, habían venido a trabajar y, por supuesto, a pasarlo bien. No se había tirado la última semana estudiando como una burra ni le había suplicado a sus padres tanto para que ahora se les esfumara la diversión de entre los dedos. Miró su reloj de pulsera. Aún era temprano, el sol todavía alumbraba las costas y tenía unas ganas tremendas de darse un chapuzón. Ya hacía mucho tiempo que no iba a la playa. Por desgracia, era lo que le faltaba a Madrid… Sonrió. Irían todos juntos a pasar el resto de la tarde. Y le daba igual lo que le dijeran…

Abandonó su habitación para ir a buscar a los demás. Como imaginaba, todos estaban sacando la ropa de la maleta y guardándola en el armario y ninguno se animaba demasiado al plan de Alice… Hasta que amenazó con enfardarse de veras, haciendo pucheros. La que más se negó fue Sam, como siempre. Sin que ella se diera cuenta Alice le había echado a la maleta un par de trajes de baño que tendrían unos añitos… Como sospechaba ninguno de ellos le venía muy bien, sobre todo la parte de arriba… Nunca se había puesto a pensar sí le habrían crecido o no… Nunca se había dado cuenta de que, en efecto, habían aumentado de tamaño. Alice rió cuando después de preguntarle si no se le habría ocurrido comprarse alguno más nuevecito y ella la había contestado con lo que le pasaba la mente. Y era cierto. No era un tema que solía rondar por su cabeza… Sam achinó la mirada viendo cómo su amiga se reía a carcajada limpia… Cuando pudo calmarse, Alice la dirigió a su cuarto y le prestó uno. Solían usar la misma talla, era una gran ventaja, podían intercambiar prendas de ropa cuando fuera necesario o por diversión. Dio gracias a Dios por ello. No hubiese salido con eso puesto ni por todo el oro del mundo y eso hubiese supuesto el enfado de su amiga… Aún así muy a regañadientes Sam complació a su amiga pero insistió en ponerse encima una camiseta ancha, vieja y holgada que solía usar para dormir y unos pantalones cortos negros que usaba para estar por su casa. Alice la miró como regañándola por el atuendo que llevaba puesto pero no dijo nada. Seguramente le tocaría decírselo en la playa, pues sabía que Sam tramaba algo y ese algo iba a ser no quitarse la ropa. No la entendía, la verdad, tenía un físico estupendo pero ella era una vergonzosa. Negó con la cabeza al tiempo que cerraba la puerta de su habitación tras ellas. Los chicos ya salían de sus habitaciones, como esperaba, sin camisetas absurdas, como también ella, que solo llevaba unos pantalones cortos además del bikini.

-¡Ja! ¡Te lo dije! – exclamó Tom a su hermano, señalando con la cabeza a Sam. Bill negó con la cabeza mirándola. Sam no entendía nada. – Hoy invitas tú, Bill. ¡Gracias, Sam! – exclamó al pasar por su lado.
-¿Se puede saber qué pasa? – preguntó la aludida, sin entender nada.
-Tom apostó con Bill que no te atrevías a bajar sin camiseta y le diste la razón. – explicó Gustav señalando su camiseta holgada.

Sam puso los ojos en blanco. ¿Tan predecible era? ¡Pues no iba a pasar por esas! Y en un acto reflejo, sin pensar en nada más que desprestigiar a Tom, quitándole por un momento la seguridad que tenía de que ella no se atrevería a hacer algo como aquello, aunque en realidad él tuviera razón, pasó la toalla que tenía en las manos a su amiga y se quitó la camiseta. Luego se arrepintió, claro. Nunca había estado a gusto mostrándose así pero lo hecho estaba hecho, ya no había vuelta atrás. Abrió un momento la puerta de su habitación y tiró dentro la vieja camiseta. Luego se volvió de nuevo a sus amigos.

-Creo que hoy pagas tú, Tom. – pudo decir caminando hacia el ascensor haciendo todo lo posible para que no se le encendieran las mejillas de vergüenza.

Los demás se reunieron con ella en el ascensor riendo a carcajadas. El habitáculo era amplio y cabían perfectamente pero el espacio restante era muy reducido, no era para nada el momento de quedarse suspendidos en el aire dentro de aquel cuarto de metal. Al llegar a la planta baja el ascensor dio una ligera sacudida y todos tropezaron unos con otros, con tan mala suerte que Sam dio un cabezazo con la pared metálica del fondo. Un quejido se escapó de su boca, había dolido de veras… En un acto reflejo se llevó la mano hacia la zona golpeada pero no descubrió allí rastro de sangre.

-¿Estas bien?

Alzó la vista al lugar de donde había procedido la voz y descubrió a su lado al gemelo mayor, que la miró por un instante y luego desvió la mirada hacia otra dirección tras un asentimiento de cabeza de ella. Sam se sonrojó, muy en contra de su propia voluntad, y también hizo lo mismo. Un segundo más tarde, las puertas de hierro se abrieron y salieron al aire libre. Sam no escuchaba nada de lo que pasaba a su alrededor, estaba absorta en sus pensamientos, sabía que tenía que haberlos dejado en la habitación junto a sus demás preocupaciones y que ahora tenía que divertirse, pero no dejaba de pensar en lo que le había dicho su amiga y quería saber cómo se sentía su amigo al respecto. Estaba cansada de tanto juego, necesitaba las cosas claras. Blanco o negro, pero no gris. Pero no se atrevía a sacar el tema. Tal vez Alice tuviera razón y rehuía de sus propios sentimientos. Miró de reojo a su amigo. Reía como si nada. “Claro, ¿Por qué no iba a hacerlo si eres tú la única que se emparanoia demasiado?” Tenía que admitirlo, si de verdad le había afectado lo ocurrido en su habitación esa misma tarde, lo disimulaba de perlas… Sam intentó volver a la realidad demasiado tarde… Tropezó con una tabla que había en el suelo y se torció el tobillo. Un nuevo quejido de dolor… Estaba realmente torpe ese día, ¿qué le estaba pasando? No daba pie con bola… Los demás rieron. Claro, ¡cómo no! ¿Qué iban a hacer? ¿Llorar? El sarcasmo se apoderó de su mente pero no salió de ahí. Cojeando, se unió de nuevo al grupo e intentó unirse también a la conversación que mantenían.

Tumbada sobre una de las hamacas que cedía el hotel para sus huéspedes observaba como los demás corrían a zambullirse en el agua. Sonrió ante la imagen. Si quitaba a Alice y se ponía ella en su lugar, le recordaba a tiempos pasados cuando los cinco corrían por el jardín empapados de agua a causa de la guerra de los globos de agua o por la gracia de alguno de mojar con la manguera… La sonrisa se hizo más amplia y rió a carcajadas cuando observaba como Alice peleaba contra Tom con el objetivo de ahogar a este. Cosa que era relativamente imposible. Él era altísimo y ella demasiado pequeñita. Esto dio paso a otro pensamiento en su cabecita… Negó efusivamente moviendo la cabeza hacia ambos lados. No debía pensar en eso, se haría daño otra vez… Últimamente se estaba comportando como una masoquista en toda regla… Desvió la mirada en otra dirección al tiempo que sentía un golpe en la cabeza. Cerró los ojos en un acto reflejo. ¿Qué había sido eso?

-Perdona, ¿estas bien?

Sam abrió los ojos y quedó ligeramente mareada por lo que vio. Un chico rubio de ojos azules, en bañador estilo surfero, peinado alborotado, gran parte mojado, musculatura perfectamente marcada… Sam no sabía que contestar, ¿era esto el cielo?

-Mmmm… ¿Eres un ángel? – como única respuesta el chico rió.
-No, no lo soy… Tú… ¿vienes mucho por aquí? Sé que suena a muy típico, pero juraría que yo te he visto antes… Solo que no…. Pelirroja… - Sam se quedó anonadada, si hubiese visto antes a ese chico que traía consigo un cártel que gritaba: “Méteme en tu cama” lo sabría.
-¿En serio?
-¡Erik! – la voz de Alice llegó desde la periferia de la playa. Sam y el chico miraron en esa dirección. Alice llegaba corriendo hacia ellos.
-¿Alicia? – preguntó él cuando ella estaba a una cierta distancia que ya podía distinguir su rostro…

Alice llegó hasta donde estaban ellos y se enganchó al cuello del chico, besándole infinidad de veces en la mejilla. Los demás iban tras ella, mirándola como sin entender nada, igual que la miraba Sam.

-¡Sam, Sam! ¿Te acuerdas de mi primo Erik? – a Sam le vino a la mente la imagen del Erik que había conocido dos años atrás… No tenía nada que ver con lo que ahora se mostraba ante ella.
-¿Erik?
-¿Sam? – él la miró igual de extrañado…

Y luego se abrazaron a modo de reencuentro. Pasaron varios minutos entre que se pusieron a hablar de lo que habían estado haciendo estos dos años hasta que se dieron cuenta de que los chicos estaban ahí observándolas. Alice se disculpó y trató de presentarlos, pero ninguna de ellas esperó la reacción de uno de ellos. Tom alzó las cejas en señal de saludo, se dio la vuelta y se encaminó al hotel… Sam observó con atención cómo se alejaba, ¿había sido cosa suya o le había dedicado una última mirada antes de marcharse? Su primer impulso fue salir corriendo a hablar con él. Su relación estaba yendo viento en popa desde hacía dos semanas y por nada del mundo quería que se enfriara de nuevo. No podría soportar mirarlo a los ojos y ver frialdad en ellos, no, jamás quería volver a mirar al falso Tom… Pero sus piernas no le respondieron. Debía mantenerse alejada de él, ella misma lo había decidido así, no tenía que ir a buscarlo, él no era nada suyo… Su amigo en último término, pero nada más. Volvió a girar la cabeza para mirar a los ojos a los demás. Charlaban en inglés porque Erik no dominaba el alemán y se estaban riendo… Después de todo, se lo estaban pasando bien…

Sam volvió a su dormitorio para arreglarse para la cena. Se sentía cansada y solo quería dormir pero Erik insistió en invitarlos a todos a cenar fuera. Ninguna cosa extravagante, ni lujosa ni cara, pero insistió demasiado que todos aceptaron. No tenía ganas de ir pero Alice hacía mucho que no veía a su primo y estaba muy emocionada por ello. Suspiró al tiempo que se tiraba de plancha sobre la colcha… ¿Por qué se esforzaban tanto de separarla de su cama? Muy a su pesar se levantó y trató de ducharse. No tardó nada y como sabía que Alice y, sobre todo Bill, iban a tardar más decidió salir a investigar un poco. Bajando por las escaleras se encontró con una pareja joven que subían con sus manos entrelazadas. No pudo evitar la sonrisa tonta que se le quedó al ver algo como aquello… Era bonito observar como la gente se sentía feliz de estar con la persona que amaban… Algo que ella nunca podría saborear… Negó con la cabeza y continuó su camino. Imposible no pensar. Había parejas por toda la recepción, parejas jóvenes que se dirigían miradas de complicidad, casados con niños, jubilados… ¡Ni que esto fuera Paris! Tuvo que alejarse de todo, tenía que borrar esas imágenes de su mente… Echó a correr sin dirección ninguna, tenía que estar sola… Es lo que más necesitaba ahora… Abrió una puerta y entró por ella con la esperanza de que el interior de esa habitación estuviera solitario… Y así lo encontró. Cuando levantó la cabeza, descubrió un pequeño teatro. El hotel era de cuatro estrellas, tenía que haberlo imaginado… Se fue alejando de la puerta conforme iba observando el decorado. Las butacas perfectamente organizadas y revestidas de terciopelo rojo destacaban como nada, aunque lo realmente impresionante era la enorme lámpara de cristal que colgaba del techo.

-Wuola! – se le escapó a Sam, cuya voz hizo eco en la enorme sala. Ella se giró para todos lados observándolo todo por encima, encima. Hasta que descubrió el precioso piano de cola encima del escenario…

No lo pudo evitar. Tenía que tocar aquella pieza como fuera… Con cuidado subió uno a uno los escalones que le llevaban arriba del escenario. Y sintió necesidad de hacerlo… Se giró para “mirar” al público e hizo una reverencia. Poco después rió a carcajada limpia y siguió su camino hacia el piano. Posó su mano sobre él, acariciándolo, sintiendo el suave tacto de sus teclas… Hacía tiempo que no veía uno de esos, la última vez fue en el colegio, así que hacía bastante tiempo que no tocaba… Se preguntó si se acordaría… Pasó la mano por una de las teclas y empezó a sonar la melodía que la envolvía… Empezó a tocar inconsciente la canción con la que tanto se sentía identificada… Ajena a todo, sin saber que muy próximo a ella estaba aquel del que hablaba la canción…

(Totalmente recomendable: http://www.youtube.com/watch?v=H127IvdGQbc Digna para escucharla mientras vas leyendo ;) Espero les guste)

Apenas unos metros de donde estaba ella tocando, justo detrás del escenario, Tom escuchaba la canción que interpretaba su amiga. Pudo sentir su voz llena de sentimiento y entendió muchas cosas. Sam sufría. No podía verla así. ¿Quién era el centro de aquello? ¿Quién era el culpable? ¿Quién, en su sano juicio, podía hacerla sufrir de esa manera? “Te echo de menos, como el aire que respiro, te necesito conmigo, no voy a mentir, no puedo imaginar mi vida sin ti, pero yo… supongo que sobreviviré…Te prometo que nunca voy a decir lo que siento, cuando sé que tú no sientes lo mismo…. Nunca podremos estar… “ Estúpido de él, podía sentir cada una de las frases de la canción. Realmente patético… ¿Cómo una simple canción iba a hacerle pensar en eso? Ella era su amiga, su hermana, jamás podrían estar juntos, ¿en qué había estado pensando? Ella merecía estar con alguien que la quisiera y que la hiciera feliz, y él no era la persona adecuada… Nunca podrían estar juntos, entre sus viajes, sus giras, la prensa… Ella merecía algo mejor… Él, sobreviviría…

Entonces fue cuando la canción acabó y la melodía del piano se apagó, dando paso a otra melodía mas dolorosa: las lágrimas. No soportaba eso. Escuchar los débiles suspiros de su amiga al tiempo que rodaban por su mejilla lágrimas saladas que inundaban su rostro y morían en sus labios. Nunca había soportado verla llorar. Se sentía impotente ante aquella situación, sin poder hacer nada para ayudarla… Si salía de su escondite, ella descubriría que la había estado espiando, pero… Imaginarla así, desprotegida, sola, asustada… Quiso salir, no importaba que pasara después, quería abrazarla, decirle que estuviera tranquila, que él siempre la protegería… Y justo cuando sus piernas empezaron a responderle, cuando realmente se había decidido a hacer lo que su corazón le dictaba, alguien abrió la puerta del pequeño recinto. Lo supo porque la puerta era pesada y el sonido que hacia al abrirla era bastante fuerte. Había sido un milagro que Sam hubiese podido abrirla con tanta facilidad.

-¿Sam? Te estábamos buscando… Bueno, a ti y a Tom, que también ha desaparecido… ¿Sam? Sam, no… Dime que no estabas llorando…
-Alice… No… Solo se me ha metido algo en el ojo…
- Y mi abuela es pirotécnica… Sam, me estás mareando… Dices que no quieres estar con él, pero aún así, lloras por él. Viene mi primo detrás de ti, que, y no te lo digo porque sea mi primo, es un buen partido para olvidarlo… Y tú pasas olímpicamente de él… Piensa, Sam, ¿qué quieres realmente?
-¿Realmente? – Alice asintió con la cabeza. – No lo se… A veces me gustaría dejar toda esta mierda atrás, decirle lo que realmente siento, sin importarme el mañana, sin importarme las demás, sin importarme nadie más que nosotros, él y yo… Pero… Mírame, ¿qué soy yo? ¿Qué es lo que valgo? No soy nadie a su lado… Él merece algo más que una vieja muñeca con las ropas rotas…

Solo un segundo después, Sam sintió su mejilla arder a causa de la bofetada que le había dado su amiga. La miró pero no pudo decir nada pues Alice ya la estrechaba entre sus brazos y, llorosa, le susurró en el oído:

-¿Por qué, Sam? ¿Por qué te torturas tanto? El que no te merece a ti es él… Y, no, ni siquiera, merecéis estar juntos los dos. Como tú decías, lejos de todo, solos tú y él… Ya habéis sufrido los dos bastante, por favor, Sam, sólo habla con él… Sé lo que vi en esa habitación esta tarde… Maldita sea, ¿por qué te empeñas en poner distancia entre vosotros? ¿Por qué sois tan rematadamente absurdos?
Sam no pudo hablar, no sabía qué decirle, su amiga tenía razón. Ella lo quería, tanto que dolía, y, aunque no estaba muy segura de que él le correspondiera, se dijo que tenía que intentarlo. No tenía que darse por vencida antes de tiempo. Tal vez, y solo si tal vez, lo intentaba, igual todo resultaba favorable para ella… Cuando Alice se separó de su amiga, ésta la miró sonriendo, y supo que su discurso le había servido para algo. Sam había cambiado el chip. Realmente, ya era hora… Alice sonrió y poco después ambas rieron a carcajadas, nunca habían tenido un momento tan emotivo entre ellas. Eran como hermanas y siempre habían estado la una para la otra en momentos de tristeza, pero, ninguna de ellas habían hablado de la forma en la que Alice acababa de hacerlo. Preferían evitarlo. No hacía falta, ambas ya lo sabían sin necesidad de palabras absurdas pero de vez en cuando una siempre necesita saber que no está sola…

7 comentarios:

  1. Genial capitulo Amanda, lo ame, y la cancion de fondo mientras leia me encanto, hizo el momento tan lindo, tierno, tan romántico, hay dios estoy tan emocionada con este capítulo, lo adore. FELICIDADES DE NUEVO. Siempre me sorprendes con cada capitulo.

    ResponderEliminar
  2. Que linda cancion y el capitulo = de bello hay de vdd que cada semana esto se pone mas y mas interesante uff a esperar para ver el sig xD saluditooss!

    ResponderEliminar
  3. Incluyes una banda sonora y todo para tu novela, muy buena idea. :)

    Felicidades, Menudo capitulo.

    Gracias por seguir escribiendo para entretenernos a tod@s cada semana.

    Mucha suerte y...
    Amanda atenta al dia 14 eh?
    jajaja.

    Bss †Elfire

    ResponderEliminar
  4. Mi querida hermanita gemela como me hiciste llorar por Dios, no hay pañuelo que me sirva en este momento. Felicitaciones por este hermoso capitulo, es asombroso como escribis geme, y menos mal cuando hablamos estabas en ''blanco'', si eso es estar en blanco... jajaja. Bueno vida, un besote enorme, te quiero mucho mucho mucho, y gracias por alentarme a que escriba, si no fuera por vos no hubiera podido hacer nada, te adoro hermanita, segui asi, siendo el amor de persona que sos, Dai

    ResponderEliminar
  5. hallo nena!!! ame este capitulo y la cancion solo como el aire que respiro woa
    cuando la traduje
    fue algo tan emotivo y woa o.o nononoonono quiero mas de esta fic

    ResponderEliminar
  6. Wooow!
    QE HERMOSO CAP *-*
    Fuee demaziadoo!
    Y la canción me encantoo!
    Me muero por saber qe pasa dspues!
    Tom escuchoo todoo ..OHH!
    Aww! Ya qiero qe salga el proximo cap!
    ESTE CAPITULO ESTUVO ALUCINANTE (Y)
    Felicidades! Sigue asi Amanda (:

    Pass Auf!
    fLavia!

    ResponderEliminar
  7. increible amanda esta cada ves mas genial y con respecto a la canción "estupendo" de verdad muy bonita canción me gusto mucho. Me queda decirte sigue asi!! =) espero que estes bien amanda cuidate mucho...como siempre un super capitulo jajaja...tkm bye. ((((((((((((jas))))))))))))

    ResponderEliminar