¡Hola a todos de nuevo! Como siempre muchas gracias por sus comentarios. Me alegro que les gustara el capítulo anterior ya que me costó mucho de escribir. Gracias a todos por su tiempo, un beso enorme y sigan cuidándose. ^_^Descubrí que estábamos sobrevolando las nubes y el paisaje era precioso. En silencio me despedí de mi querida Alemania y de la gente que allí residía. Hasta muy pronto, Alemania…
Sam escribió la última línea y miró el reloj de su mesita de noche. Era demasiado tarde. Había pasado prácticamente toda la noche escribiendo y se le había ido el santo al cielo. Faltaban escasas tres horas para que su despertador sonase para despertarla. Tenía que ir al instituto. No iban a hacer nada aquel día, ¿para qué asistir? A regañadientes dejó el despertador como estaba, sin quitarle la alarma y se acostó a dormir. Quedó completamente dormida al instante. Se notaba que estaba cansada… Tres horas más tarde el despertados la despertó. Odiaba esto… Tenía que haber dejado de escribir antes. Pero ya estaba hecho. Ya casi había terminado su historia. ¿Qué más faltaba por añadir? ¿Qué se había vuelto a reencontrar con ellos y que al día siguiente, después de clase, se embarcaría de nuevo en un avión junto a ellos para ir a visitar la ciudad natal de su madre? Se levantó de la cama muy a su pesar y se dio una ducha de agua helada para despejarse. Poco después se miró en el espejo y descubrió las enormes ojeras que surcaban sus ojos. Odiaba eso. Estaba horrible. Suspiró, ¿qué podía hacer ahora? Se vistió con lo primero que encontró y salió a desayunar. Su tía ya le tenía preparado un cargado café que la despertó al instante. Teressa también se fijó en las enormes ojeras de su sobrina. Desapareció un momento para tenderle poco después su lápiz anti-ojeras, Sam se lo agradeció. Al menos se podían disimular un poco. Terminado de desayunar, alguien tocó el timbre. Sam supo que era Alice, siempre iban juntas al instituto. Terminó de beber el café deprisa, cogió su mochila, dio un beso a su tía y corrió a reunirse con su amiga, que la esperaba sonriente en la puerta. Eso solo podía significar una cosa. Lo había arreglado con sus padres y se venía con ella a Barcelona… Sam la miró ceñuda para asegurarse y ella asintió efusiva con la cabeza. Ambas amigas se abrazaron y rieron. Ambas habían tenido un miedo terrible de que los padres de Alice no la dejaran ir… Y, contentas y felices como dos perdices, se encaminaron al odioso instituto, aunque ya nada podía amargarles la mañana.
Esa misma tarde las chicas fueron de compras para comprar algunas cosas que les hacían falta para el viaje. Sam iba a trabajar pero también a disfrutar. No todo tenía que ser currar… Habían quedado con los chicos para cenar pero esa tarde la querían para ellas. Ya tenían tiempo de sobra para estar con ellos… Y lo pasaron como niñas entre risas y mucho, mucho cachondeo… Hacía tiempo que no lo pasaban así ellas dos solas y lo echaban de menos. No era que los chicos les estorbaran, eso no era así, pero si es cierto que sí que les hacía falta un tiempo para estar ellas solas. Por la noche se reunieron con los chicos en la pizzería a la que habían estado yendo todos los días desde que se habían reencontrado y todo había estado bien entre ellos. En realidad, puede que ese sea el único sitio al que los chicos sabían ir ellos solos sin la compañía de las chicas porque se encontraba cerca de su hotel. Como siempre muchas risas, la verdad nunca se aburrían juntos. Habían echo buenas migas, como aquel que dice… Aunque Sam estaba un poco ausente. Sonreía siempre pero la verdad era por que por su mente estaban pasando a una velocidad de vértigo los momentos que ella misma había escrito la noche anterior y que le recordaban a lo que estaban viviendo en esos momentos. Los chicos la miraron ceñudos al verla ausente y riéndose sola.
-Sam, ¿estás bien? – le preguntó Bill
-Ehm… - ella despertó de su letargo. – Claro, ¿por qué lo dices?
-Estabas ausente y riéndote sola…
-¡Oh, eso! Veréis, escribí algo que me hizo recordar esto. – ellos la miraron sin entender… - Escribí nuestra historia. Todo. Desde cuando nos conocimos hasta que nos despedimos en el aeropuerto de la capital. Necesitaba sacarlo de mí y me decidí escribirlo, para mí. No lo ha leído nadie. Y lo guardaré bajo llave. Nadie sabrá lo que hay ahí escrito. No os preocupéis. No voy a venderlo. Aunque podría sacar un buen dinero…
-No me preocupo por eso. Sé que no lo harás. Pero me gustaría leerlo. – Tom dijo eso antes de llevarse un trozo de pizza a la boca
-Yo también- Bill lo imitó, sonriendo.
-Me apunto. – agregó Georg. Sam tragó saliva. No le gustaría que sus amigos leyeran esas partes tan personales… Gustav se dio cuenta.
-Creo que no deberíamos. – los demás lo miraron. – Conociendo a Sam como la conozco, puedo apostar a que está escrito en primera persona. O sea, que puede contar cosas que no nos interesan ni a ti, Bill, ni a ti, Georg, y mucho menos a mí. – Sam creyó que todos se dieron por enterados. – Aunque creo que Alice si podría leerlo. Es injusto para con ella. Además, creo que sabrá apreciar todos los detalles de nuestra ajetreada adolescencia…
-Totalmente de acuerdo. Creo que Alice tendría que ver cómo éramos. Siempre y cuando Sam y Tom quieran que lea esas partes. – agregó Bill
-Por mí no hay problema. – dijo Tom, que seguía comiendo.
-Ehm… - ella despertó de su letargo. – Claro, ¿por qué lo dices?
-Estabas ausente y riéndote sola…
-¡Oh, eso! Veréis, escribí algo que me hizo recordar esto. – ellos la miraron sin entender… - Escribí nuestra historia. Todo. Desde cuando nos conocimos hasta que nos despedimos en el aeropuerto de la capital. Necesitaba sacarlo de mí y me decidí escribirlo, para mí. No lo ha leído nadie. Y lo guardaré bajo llave. Nadie sabrá lo que hay ahí escrito. No os preocupéis. No voy a venderlo. Aunque podría sacar un buen dinero…
-No me preocupo por eso. Sé que no lo harás. Pero me gustaría leerlo. – Tom dijo eso antes de llevarse un trozo de pizza a la boca
-Yo también- Bill lo imitó, sonriendo.
-Me apunto. – agregó Georg. Sam tragó saliva. No le gustaría que sus amigos leyeran esas partes tan personales… Gustav se dio cuenta.
-Creo que no deberíamos. – los demás lo miraron. – Conociendo a Sam como la conozco, puedo apostar a que está escrito en primera persona. O sea, que puede contar cosas que no nos interesan ni a ti, Bill, ni a ti, Georg, y mucho menos a mí. – Sam creyó que todos se dieron por enterados. – Aunque creo que Alice si podría leerlo. Es injusto para con ella. Además, creo que sabrá apreciar todos los detalles de nuestra ajetreada adolescencia…
-Totalmente de acuerdo. Creo que Alice tendría que ver cómo éramos. Siempre y cuando Sam y Tom quieran que lea esas partes. – agregó Bill
-Por mí no hay problema. – dijo Tom, que seguía comiendo.
Alice miró a Sam y ésta le devolvió la mirada. Sabía que su amiga se moría por leer todo lo que había escrito, y sabía que ella era la única que podía ver esa parte de ella que solo cuatro personas más conocían. Asintió con la cabeza y poco después se agachó para sacar la libreta de su mochila. Siempre la llevaba encima para evitar que su tía le entrara la curiosidad. Esta era una parte importante de ella y no soportaría perderlo. Sobre todo porque odiaría que la prensa metiera sus narices en su vida personal. Tendió la libreta a su amiga con una advertencia en su mirada “Como te burles, te mato” Alice sonrió. Sabía que lo decía de broma. Nunca podría burlarse de nadie que le abriera el corazón de la forma en la que su amiga le daba el pasaje a sus recuerdos. Alice guardó la libreta en su propia mochila y los seis intentaron seguir cenando en paz, como siempre, acompañados de un buen ambiente cargado de risas y bromas, que los convertían en amigos sin quererlo ni beberlo…
Después de cenar, los chicos fueron un rato al pub donde trabajaban las chicas. Alice y Sam tenían que informar a Nick que no trabajarían ese fin de semana porque estarían en la capital catalana. No habían tenido tiempo antes por los exámenes que habían tenido y que tenían que estudiar. Por suerte, aquel fin de semana, Nick no tenía pensado hacer la gran fiesta que todos los meses hacía, porque ya la había hecho dos semanas atrás y no hubo ningún problema. No perderían su trabajo en el pub, después de todo. Solo que a la vuelta tendrían que ayudarle un poco más. No había ningún problema con eso, con tal de que les dejara el fin de semana libre, harían cualquier cosa. Las chicas se reunieron con los chicos en su mesa de siempre para confirmar los últimos detalles del viaje. Las recogerían a las tres de la tarde al salir del tuto, irían a la casa de cada una de ellas a recoger las maletas y a las cinco de la tarde ya tenían que estar en el avión que los llevarían hasta Barcelona. A pesar de los esfuerzos de las chicas de que no se les notara lo emocionadas que estaban, ellos ya se habían dado cuenta y, aunque no decían nada, se les notaba cada vez que reían que se estaban riendo de ellas. Sam odiaba eso. Le recordaba aquella noche en la que se había sentido tan estúpida. Olvida eso, Sam, no tiene nada que ver. Pero si seguía odiando cada vez que se le escapaba la risa tonta.
Cerca de las diez y media de la noche, y ante un bostezo de Sam que había intentado disimular, los chicos decidieron que ya habían tenido bastante por aquel día y que tenían que descansar para el viaje de mañana. Sam, al llegar a casa, no tardó ni dos segundos en tirarse a la cama y quedar completamente dormida. Tenía que recuperar el tiempo de sueño perdido la noche anterior. No le preocupó ni siquiera que tenía que hacer las maletas para el día siguiente. Ya estaba en el séptimo sueño cuando el despertador volvió a sonar. Gruñó antes de levantarse. Había olvidado que ese último día no entraba hasta las diez de la mañana y que sólo tenía que ir a recoger las notas. Pero ahora que estaba despierta, le iba a costar volver a dormir. Así que se levantó de la cama muy a regañadientes y fue a reunirse con su tía, que estaba desayunando antes de irse a trabajar. Esta sería la última vez que la viera hasta el domingo por la noche que tenían pensado volver.
-¿Preparada para Barcelona? – la saludó su tía al verla medio dormida.
-Eso espero.
-Bueno, tenía que haber dicho: ¿lista para desmelenarte?
-Tía, voy a trabajar. David me pidió que hiciera de traductora y eso voy a hacer…
-Yo no digo que no, pero no vas a pasarte todo el fin de semana trabajando. Solo recuerda lo que debes utilizar.
-¡Tía!
-¿Qué? Yo solo me preocupo por ti, sobrina. No seas tonta y aprovecha para atacar. – Teressa ya estaba en la puerta, lista para salir cuando se volvió y añadió – Ataca, Sam, él será tuyo. –entonces sonrió y cerró la puerta tras de ella.
-Eso espero.
-Bueno, tenía que haber dicho: ¿lista para desmelenarte?
-Tía, voy a trabajar. David me pidió que hiciera de traductora y eso voy a hacer…
-Yo no digo que no, pero no vas a pasarte todo el fin de semana trabajando. Solo recuerda lo que debes utilizar.
-¡Tía!
-¿Qué? Yo solo me preocupo por ti, sobrina. No seas tonta y aprovecha para atacar. – Teressa ya estaba en la puerta, lista para salir cuando se volvió y añadió – Ataca, Sam, él será tuyo. –entonces sonrió y cerró la puerta tras de ella.
¿Qué demonios había querido decir con eso? ¿Teressa era una especie de vidente o simplemente era así de extraña? ¿Qué tenía que hacer? ¡Ni de coña, vamos! Ni loca, ni borracha… Claro que iba a divertirse, además de trabajar, pero jamás haría otra cosa… No, aparta ese pensamiento de tu cabeza, tía… Yo no voy a hacer algo como eso… Pensó la pobre. Terminó de desayunar y encendió la radio mientras fregaba los platos y los vasos. Oh, genial, la misma canción de su sueño… ¿Qué demonios era esto? ¿Un complot? ¿Una forma de lanzarla a los brazos de…? Negó con la cabeza y apagó la radio. ¿Ahora qué pasaba? ¿Se estaba poniendo nerviosa por simples coincidencias? A su mente regresó la imagen de la espalda de él, esos brazos bien formados… Sam se mordió el labio al tiempo que cerraba los ojos en un acto reflejo de apartar de su mente aquella imagen. Odiaba a su tía, la odiaba por hacerle esto… Dejó los platos y se apartó de la cocina, ese lugar solo le traía malos pensamientos, y se dispuso a ir a su habitación para preparar las maletas. ¿Qué echar a la maleta? Solo se trataba de un fin de semana, pero nunca se sabía, tendría que echar ropa normal para trabajar y ropa para salir. Algunas deportivas pero también tacones… Esto era una absoluta M… Necesitaba a Alice, ella sí sabia que ponerse en cada momento. Dejó la maleta abierta con algunos trapos sobre la cama y cogió su móvil. No lo dudó y marcó el número de su amiga. Ella lo cogió al vuelo. Al parecer estaba haciendo lo mismo. Acordaron quedar en media hora. Alice tenía que acabar de hacer la suya. Sam suspiró mirando su maleta medio hacer. Desde luego, nunca se le había dado bien estas cosas, era un completo desastre… Se levantó de la cama y apartó la maleta. Al menos recogería un poco la casa mientras hacía tiempo hasta que llegara su amiga, y para evitar pensamientos que la distrajeran de su propósito, prendió la radio con su CD de música favorito. Todo lo tenía que hacer acompañado con música. Era su gran pasión… Como lo acordado, Alice llamó al timbre justo a la media hora, tal y como habían quedado, y eso era un poco extraño, porque Alice solía ser un poco más impuntual. Eso demostraba la impaciencia de su amiga por el viaje… Y en solo un cuarto de hora, Alice le organizó a Sam la maleta con zapatos y complementos incluidos.
-¿Nunca te he dicho que eres la mejor amiga del mundo? – exclamó Sam al ver su maleta perfectamente organizada, con ropa de sobra, por si algo pasaba, sus complementos favoritos, su ropa, y, como no, con la ropa “femenina” que ahora Alice la obligaba a ponerse. Bueno, no la obligaba… Pero sí la presionaba… Sonrió. ¡¿Qué haría sin Alice?!
-¡Oh, sí, lo sé! – le guiñó un ojo Alice. Ambas sonrieron.
-Por cierto, hay que avisar a estos que hoy no salimos a las tres.
-Cierto. Se me había olvidado.
-¡Como no! – exclamó Sam mientras cogía el móvil y le mandaba un mensaje rápido de texto a Bill.
-¿Qué insinúas?- frunció el ceño su amiga.
-¿Yo? Nada… - sonrió Sam – Anda, vamos que llegamos tarde. – la apresuró mientras cogía su bandolera con lo necesario. Cuando se dio la vuelta vio a su amiga de morros. Rió pero no añadió nada más.
-¡Oh, sí, lo sé! – le guiñó un ojo Alice. Ambas sonrieron.
-Por cierto, hay que avisar a estos que hoy no salimos a las tres.
-Cierto. Se me había olvidado.
-¡Como no! – exclamó Sam mientras cogía el móvil y le mandaba un mensaje rápido de texto a Bill.
-¿Qué insinúas?- frunció el ceño su amiga.
-¿Yo? Nada… - sonrió Sam – Anda, vamos que llegamos tarde. – la apresuró mientras cogía su bandolera con lo necesario. Cuando se dio la vuelta vio a su amiga de morros. Rió pero no añadió nada más.
Las chicas abandonaron el pequeño piso de la pelirroja dispuestas a caminar hacia el instituto donde les esperaban unas fantásticas notas que serían su pasaporte para la diversión de todo un verano…
Cerca de las dos de la tarde, las chicas se plantaron en el hotel de los chicos, maletas en mano, como habían acordado de segundas. Bill las había llamado cerca de las once de la mañana justo cuando acababan de salir de una entrevista y habían quedado a las dos en la recepción del hotel. Les costó un poco entrar pues las fans se habían vuelto a enterar de que no estaban en el Ritz si no en el Palace, por lo que volvieron a la entrada de este. Ninguna de las dos supo cómo lo descubrieron. Rieron. Claro que lo sabían. Seguramente al ver que no salían lo habrían imaginado. Bueno, no importa habían ganado tiempo… Los chicos se reunieron con ellas en el hall, sin maletas. Claro, cosas de ser famosos. Las maletas se las llevaban sus enormes guardaespaldas… Y justo cuando Sam y Alice iban a improvisar una de sus paridas en la que interpretaban a los chicos en papel de divos, uno de los guardaespaldas se volvió hacia ellas y con una sonrisa y un: ¿Me permite? Que las dejó más muertas que vivas, les cogió las maletas a ambas y las cargó a la espalda. ¡Santo Dios! Cada maleta debería pesar una tonelada… Las chicas se volvieron a los chicos sin poder mediar palabra y éstos sólo rieron.
-Vale, ¿ahora como vamos a hacer para salir al coche sin que lluevan bombas sobre nosotras? – preguntó Sam señalando las fans de la entrada
-¡Eso!- coincidió Alice
-Vamos, no seáis tan trágicas… Solo son cuatro chicas adolescentes que se mueren por verme… - “¿por qué siempre tiene que saltar con algo así?” pensó Alice mirando a Tom incrédula. Sam puso los ojos en blanco.
-¿Trágicas? No hay nada más destructivo en este mundo que un puñado de fans adolescentes y sobrehormonadas detrás de su ídolo… - vale, Sam, ahí te has pasado… - Excluyendo a algunas, la mayoría es implacable. Y sí, con vosotros serán adorables, no lo dudo, pero si nos ven con vosotros, nosotras seremos su blanco…
-Y todo esto es para decirnos que quieres seguir en las sombras, ¿no? Que nada de prensa, ni rollos raros… - Bill había captado la idea. Sam lo miró y se quedó sin habla.
-… ¡Eso!... – pudo decir señalando a su mejor amigo con el dedo. Los chicos rieron.
-Pero eso también incluye a vuestras fans. – salió Alice en defensa de su amiga
-Tú eras una de ellas, Alice. – Tom hizo que Alice se callara. No podía negarlo. Lo había sido y lo seguía siendo. Era una de ellas, sí, pero no como ellas.
- Si, lo soy. Pero no COMO ellas.
-¡Eso!- coincidió Alice
-Vamos, no seáis tan trágicas… Solo son cuatro chicas adolescentes que se mueren por verme… - “¿por qué siempre tiene que saltar con algo así?” pensó Alice mirando a Tom incrédula. Sam puso los ojos en blanco.
-¿Trágicas? No hay nada más destructivo en este mundo que un puñado de fans adolescentes y sobrehormonadas detrás de su ídolo… - vale, Sam, ahí te has pasado… - Excluyendo a algunas, la mayoría es implacable. Y sí, con vosotros serán adorables, no lo dudo, pero si nos ven con vosotros, nosotras seremos su blanco…
-Y todo esto es para decirnos que quieres seguir en las sombras, ¿no? Que nada de prensa, ni rollos raros… - Bill había captado la idea. Sam lo miró y se quedó sin habla.
-… ¡Eso!... – pudo decir señalando a su mejor amigo con el dedo. Los chicos rieron.
-Pero eso también incluye a vuestras fans. – salió Alice en defensa de su amiga
-Tú eras una de ellas, Alice. – Tom hizo que Alice se callara. No podía negarlo. Lo había sido y lo seguía siendo. Era una de ellas, sí, pero no como ellas.
- Si, lo soy. Pero no COMO ellas.
-Ese no es el caso. A ver, lo entiendo, chicas. Así que haremos una cosa. Salid vosotras antes. Os esperamos con el coche al final de la calle, justo en la esquina de la cafetería que hay ahí. ¿Ok? – Bill las había salvado… otra vez.
-Ok. Nos vemos ahí. – Sam cruzó una mirada con su mejor amigo y poco después abandonó el hotel al brazo de su amiga, que despotricaba contra Tom.
-Ok. Nos vemos ahí. – Sam cruzó una mirada con su mejor amigo y poco después abandonó el hotel al brazo de su amiga, que despotricaba contra Tom.
Sam sabía que Alice tenía motivos para “odiar” a Tom. Porque no lo odiaba de veras, sólo que no se entendían bien. Lo cual era lógico. Él era un prepotente y un egocéntrico que hacía a Alice perder los nervios con facilidad. Sonrió ante esto. Tal vez hicieran mejor pareja de lo que realmente parecía. Eso dolió. Dolió como el infierno. Pero era cierto. Podía verlo. Tal vez a él le gustara en serio Alice y hacía esas tonterías para ligar con ella, lo cual no le parecía una estupidez, pues esa era la forma en la que muchas habían caído. Con ella había funcionado. Estúpida. Olvida eso. De pronto tuvo miedo de que a su amiga también le gustara Tom. ¿Por qué no? Todo era posible en este mundo y cosas peores se habían visto… Alice decía que le gustaba Bill y, de verdad, tenía que creerla. Solo había que ver la forma en la que se le iluminaba el rostro cuando hablaba de él, la forma en la que tartamudeaba cuando le hablaba… Sam sonrió ante eso. Sin duda a Alice le gustaba mucho su mejor amigo, pero, ¿por qué no también su gemelo? Eran personas muy diferentes, la noche y el día, la luz y la oscuridad, pero había una especie de química entre ellos. Al fin y al cabo los polos opuestos se atraen, ¿no? ¿O todo eran alucinaciones suyas? ¿De verdad podía llegar a ser tan paranoica? Miró a Alice por el rabillo del ojo mientras caminaban por la calle en dirección del café. El coche de ellos hacía rato que había pasado por la calle y ya las esperaban. Alice se dio cuenta de la mirada de su amiga y se la devolvió acompañada con una pregunta:
-¿Qué pasa?
-Alice… ¿a ti…? – le costaba arrancar hoy…
-Suéltalo.
-¿A ti te gusta Tom?
-Alice… ¿a ti…? – le costaba arrancar hoy…
-Suéltalo.
-¿A ti te gusta Tom?
Como única respuesta Alice rió a carcajada limpia. Sam se sintió estúpida.
-Sam, ¿me has estado escuchando los últimos… -miró su reloj- …diez minutos? –señaló Alice – He estado metiéndome con Tom desde que salimos del hotel. ¿Cómo me preguntas si me gusta? Es el peor cretino de la historia. – Sam rió ¡Por eso mismo le decía! - ¿Te ríes?
-¿Nunca te han dicho que los que se pelean, se desean?
-Sam, escúchame. No me gusta Tom. No lo odio, claro que no. Solo que no soporto cuando se pone en ese plan de “yo soy el mejor”. Y sólo me meto con él por diversión, para intentar dejarlo en ridículo. Pero no me gusta. Si, también me puede parecer guapo. Sólo en ciertas ocasiones, no siempre, claro. Pero no me gusta. No es mi tipo, no me atrae, y, sobre todo, no siento por él nada más que amistad. Además, él solo tiene ojitos para ti.
-¡No es verdad!
-¡Oh, sí! ¡Sí que lo es! Puede que tú no te hayas dado cuenta pero yo sí. Créeme la forma en la que te mira no es la forma en la que un hermano mira a su hermana. Pero tú estabas ocupada pensando que lo vuestro nunca puede volver a suceder.
-No, estaba ocupada mirando como Bill clava sus ojitos en ti. Lo tienes loquito, chica. No sé qué le has dado…
-¿En serio? Creía que Bill estaba enamorado de ti.
-¿Aún sigues con esas? Bill es la persona más especial para mí. Existe una conexión entre nosotros, siempre nos hemos sentido como alejados del mundo en nuestra propia burbuja. Y es cierto que lo amo, lo amo con todo mi corazón, con todas mis fuerzas, él es una de las razones de mi vida. Pero no la única. Lo amo, sí, pero no de la forma en la que una mujer ama a un hombre. Por eso, si no entiendes la relación que existe entre nosotros nunca podrás ser feliz a su lado porque siempre te podrán los celos. Y ambos sufriréis. Por favor, piensa en ello. Aprovecha este fin de semana para pensar en ello. Ya te he dicho que Bill está loquito por ti y seguramente aproveche esta escapada para decidirse, y debes estar preparada.
-¿Nunca te han dicho que los que se pelean, se desean?
-Sam, escúchame. No me gusta Tom. No lo odio, claro que no. Solo que no soporto cuando se pone en ese plan de “yo soy el mejor”. Y sólo me meto con él por diversión, para intentar dejarlo en ridículo. Pero no me gusta. Si, también me puede parecer guapo. Sólo en ciertas ocasiones, no siempre, claro. Pero no me gusta. No es mi tipo, no me atrae, y, sobre todo, no siento por él nada más que amistad. Además, él solo tiene ojitos para ti.
-¡No es verdad!
-¡Oh, sí! ¡Sí que lo es! Puede que tú no te hayas dado cuenta pero yo sí. Créeme la forma en la que te mira no es la forma en la que un hermano mira a su hermana. Pero tú estabas ocupada pensando que lo vuestro nunca puede volver a suceder.
-No, estaba ocupada mirando como Bill clava sus ojitos en ti. Lo tienes loquito, chica. No sé qué le has dado…
-¿En serio? Creía que Bill estaba enamorado de ti.
-¿Aún sigues con esas? Bill es la persona más especial para mí. Existe una conexión entre nosotros, siempre nos hemos sentido como alejados del mundo en nuestra propia burbuja. Y es cierto que lo amo, lo amo con todo mi corazón, con todas mis fuerzas, él es una de las razones de mi vida. Pero no la única. Lo amo, sí, pero no de la forma en la que una mujer ama a un hombre. Por eso, si no entiendes la relación que existe entre nosotros nunca podrás ser feliz a su lado porque siempre te podrán los celos. Y ambos sufriréis. Por favor, piensa en ello. Aprovecha este fin de semana para pensar en ello. Ya te he dicho que Bill está loquito por ti y seguramente aproveche esta escapada para decidirse, y debes estar preparada.
Alice se quedó plantada en mitad de la calle mientras Sam ya había llegado junto al coche y abría la puerta. Su amiga la miró y le tendió la mano. Era su señal de que estaba con ella en esto, que nunca la dejaría, que la ayudaría a superar todo lo que pasara en ese fin de semana, no estaba sola, no debía tener miedo… Suspiró y cogió la mano que su amiga le tendía con una sonrisa dibujada en su rostro. Estaban juntas en esto. Sam ayudaría a Alice a entender la relación entre ella y Bill y, a cambio, Alice haría lo posible por despojar a Sam de sus estúpidas ideas y la haría ver que la persona que ella amaba aún le correspondía. Y ambas lo harían a tiempo, antes de que fuera demasiado tarde…
El aeropuerto de Madrid estaba despejado, ninguna fan a la vista, pero no se podía decir lo mismo del de Barcelona. Cientos de chicas, puede que también algún chico, esperaban ansiosos la llegada de los chicos de Tokio Hotel, como, semanas antes, habían hecho sus compañeras madrileñas, donde estaban incluidas las chicas. Los chicos, siempre atentos a aquellas personas que los habían lanzado al estrellato, se reunieron con sus fans para firmar autógrafos y hacerse fotos. Las chicas, mientras tanto, se quedaron con David detrás de los chicos, charlando con el manager y vigilando que ninguna se sobrepasara demasiado, aunque ese era más trabajo de los guardaespaldas que de ellas… Al pasar por el lado de las fans, las chicas pudieron escuchar como algunas de ellas se iban de la lengua y otras las miraban por encima del hombro. Estaban cansadas de esto. Antes en el instituto y ahora trabajando. ¿Cuándo podrían estar en paz? Podían entenderlas. Ellas eran sus fans y los querían. Pero, aunque suene muy egoísta, es la realidad de las fanáticas: los querían sólo para ellas. Sam agachó la cabeza y comprendió muchas cosas. No quería hacerles daño a las chicas que ahí se reunían, ella fácilmente había podido ser una de ellas, y las entendía. Nunca podría decir que sólo eran amigos pues nadie les creería. Y ya ni hablar de algo más, jamás volvería a estar con él, no si eso significaba el sufrimiento de millones de chicas, que vivían con la ilusión de algún día poder conocerles, entablar alguna conversación y, en el caso de muchas, lograr que alguno de ellos se enamorara perdidamente de ellas. Sonaba absurdo pero era la realidad. Nunca podrían aceptar que alguno de ellos tuviera novia. Suena cruel para muchas pero esto es siempre un problema. Por unas pocas que pensaran así todas cargaban con el peso. Por eso se sentía estúpida por pensar así. ¿Qué importaban aquellas niñas? No las conocía de nada, ¿qué importaba lo que opinaran? Pero el sentimiento de culpa era más fuerte que todo aquello. Alice la miró. ¿Qué demonios le pasaba ahora a su amiga? ¿Todavía estaba con el rollo de que a ella le gustaba el idiota ese? Desde luego, esta chica se comía demasiado la cabeza… Se acercó a ella y en su susurro le preguntó si se encontraba bien. Sam alzó la cabeza y asintió con una sonrisa dibujada en sus labios. Pero Alice pudo darse cuenta de que esa alegría fingida no llegaba hasta su mirada. Alice vio como su amiga volvía a agachar la mirada hacia el suelo y la sonrisa se le borraba del rostro. Negó con la cabeza. Hacía unos días que no entendía a su amiga. Una vez estaba triste y decaída y al otro contenta y alegre, ciertamente sabía que no tenía trastornos bipolares pero la duda empezaba a aparecer en su mente…
Media hora más tarde se reunieron todos en el coche de camino al hotel. Sam solo quería tumbarse en la cama, cerrar los ojos y dejar en blanco la mente, como si nada pudiera afectarle. Estaba cansada de todo. ¿De qué le servía tanto pensar si siempre acababa igual, pensando que no debería volver a verlos, creyendo que era mejor dejarlo atrás cuanto antes? No lo quería así, por supuesto, pero todo parecía apuntar a eso. A convertirla una infeliz el resto de su vida. Echó la cabeza atrás en el asiento y cerró los ojos, intentó poner la mente en blanco escuchando solo los murmullos que se escuchaban en el interior del vehículo. Cuanto tiempo pasó así es desconocido solo supo que cuando volvió a abrirlos se encontraban en la puerta del hotel. Sam salió del coche, aspiró el dulce aroma del mar y sintió en su rostro la suave brisa marina. Podía pasarse horas allí pero tenía que subir a su habitación a dejar las maletas. Eran las siete de la tarde. ¿Tanto habían tardado? ¡Bah! No importaba. Ahora quería dormir. No tenían su famosa rueda de prensa hasta las doce de la mañana del día siguiente. Junto a los demás subió a la planta en la que estaban todas sus habitaciones y, poco después, entró a la suya. Alice y Sam se miraron. Tenían una habitación para cada una. Ambas creían que estarían juntas, pero bueno… Ninguna reprochó. Sabían que tenían que pensar en sus cosas y si estaban juntas no lo harían. Sam descubrió su maleta a los pies de la cama, pasó de ella y se tiró al cómodo colchón. ¡Oh, sí! ¡Esto si era vida! La cama era cómoda y bastante grande. Perfecto. Ahora sí descansaría como nunca. La habitación disponía de un gran armario, televisión enorme de plasma, un confortable sillón y un escritorio. A ambos lados de la cama dos pequeñas mesitas de noche sobre las cuales reposaban una lamparita y un teléfono terminaban de formar parte de la decoración. Un cuadro al óleo colgado de la pared sobre el respaldo de la cama hacia juego con todo el inmueble. Sam sonrió. Vale, a decir verdad se conformaba con mucha menos cosa, pero eran sus amigos y sabía que no la iban a enviar a un cuartucho de baja calidad. Se conformaba con esto. Seguramente las suyas serían más lujosas. Cosas de ser famoso… En fin… Suspiró y se incorporó de la cama, dispuesta a sacar la ropa de la maleta pero la vagancia pudo con ella una vez más y se limitó a darle una patada a la maleta, como una niña pequeña con una pelota de fútbol entre sus pies. La luz del sol se filtró por la ventana y le dio de lleno en la cara. Ésta giró la cabeza para encontrarse por primera vez con el inmenso balcón que se extendía ante ella. Aún con la boca abierta se acercó a la puerta corredera de cristal y salió fuera. La recibió el dulce olor a agua salada y la brisa cálida procedente del mar, sin pensarlo dos veces se dejó envolver por su abrazo. Cerró los ojos y trató de sentirse unida al mar. Era algo absurdo así como la sensación de nostalgia que se había apoderado de ella. Absurdo y sin sentido. Pero cierto. Apoyándose en la barandilla dejó correr el tiempo mientras observaba las parejas pasear por la orilla con las manos entrelazadas, a los niños corretear de un lado para otro haciendo castillos de arena, a jóvenes tomando el sol, equipos jugando a fútbol o parejas jugando con las palas… Sonrió ante aquella imagen. Sin duda, le hubiese gustado ser una de aquellas personas…
-Toc, toc… ¿Se puede pasar?
Sam se giró al escuchar a alguien imitar el sonido del golpe sobre la puerta. No se había dado cuenta de que se había dejado la puerta abierta. Allí, apoyado sobre el marco de la puerta, descubrió a Tom. Asintió con la cabeza, contestando a su pregunta, y volvió la vista a la playa. Él se reunió con ella en el balcón, apoyándose también sobre la barandilla y mirando hacia el frente.
-¿Estás bien aquí?
-Sabes que si. Preferiría algo más sencillo pero esto no está mal. Me gusta. Sobre todo las vistas.
-Sabía que te gustaría. La elegí yo, ¿sabes? – dijo él, orgulloso.
-Pues muchas gracias. Me encanta. – sonrió ella a su vez.
-Sabía que te gustaría. La elegí yo, ¿sabes? – dijo él, orgulloso.
-Pues muchas gracias. Me encanta. – sonrió ella a su vez.
Otra vez en silencio. Un silencio que no era necesario romper pues no era nada incómodo. Ambos miraban el horizonte disfrutando de la compañía del otro sin necesidad de palabras absurdas. Mantenían las distancias, eso sí. Lástima, hubiese sido mejor observar esta escena de otra forma. Sam cerró los ojos ante esta idea y agachó la mirada haciendo que el pelo cayera en cascada a modo de cortina entre ella y él. Esto le hizo recordar a las chicas del aeropuerto. La niña sonriente de 15 años, tal vez 16, de la primera fila que muy tímida alzaba una pancarta donde se podía leer “I love you, Tom” Millones de chicas como ella suspiraban por el guitarrista y ella no iba a ser un obstáculo que les impidiera realizar su sueño.
-Tom, tú y yo… Somos… amigos… ¿verdad? – preguntó entre tartamudeos.
-Hermanos hasta la muerte. ¿Por qué lo dices? – preguntó él mirándola.
-Bien, porque entre hermanos no debe pasar nada. – esto último lo dijo en un susurro prácticamente inaudible pero él lo escuchó, y eso fue peor que si le atravesaran el pecho con una espada al rojo vivo.
-Sam…
-Hermanos hasta la muerte. ¿Por qué lo dices? – preguntó él mirándola.
-Bien, porque entre hermanos no debe pasar nada. – esto último lo dijo en un susurro prácticamente inaudible pero él lo escuchó, y eso fue peor que si le atravesaran el pecho con una espada al rojo vivo.
-Sam…
Solo pudo susurrar su nombre al tiempo que ella se volvía hacia en interior de la habitación, dándole la espalda al maravilloso paisaje que se desarrollaba en el horizonte. Aún con la cabeza gacha entró a la habitación, sin atreverse a mirar a los ojos a su amigo. No entendía por qué había dicho eso, claro que no iba a pasar nada entre ellos. Él iba tras Alice, y aunque esta no le daba ni la hora, no quitaba que a él no le gustara. Su amiga le había dicho que hacía tiempo que no iba tras ella si no por ella misma pero no la creía. Era absurdo pensar en ello. Sam no era el tipo de chica que le gustara a Tom… De todas formas, ya estaba todo claro. No debía pasar nada entre ellos. Claro que eso era lo que su parte racional le decía, no lo que verdaderamente pensaba. Sabía que se moría por que él la girara de golpe, quedándose frente a frente el uno del otro y que le robara un beso de película. “Oh, si, claro, Sam, eso es lo que tú deberías de dejar de ver tanto: películas. Sobre todo de las de adolescentes. Te revolucionan demasiado las hormonas.” Su mente, como siempre, atacándola de nuevo y haciéndola parecer más patética todavía si cabía. Nunca podía hacer que se callara la muy estúpida. No, la estúpida y patética era ella pero así era ella, no le importaba serlo si así era feliz. Con la mirada aún fija en el suelo se sentó de nuevo en la cama aún sin atreverse a alzar la vista. Sintió otro peso sobre el colchón y supo que su amigo se había sentado a su lado pero no lo miró aunque por muy poco tiempo. Él la obligó a mirarle posando su mano sobre el mentón de ella y girando su cabeza con suavidad en su dirección. Sus miradas se encontraron y Sam pudo darse cuenta de lo que albergaba en la mirada de su amigo. “No, por favor, no me mires así… No…” ese mismo pensamiento pasaba por su mente una y otra vez. Esa mirada no. Prefería mil veces que le dedicara una mirada de rechazo o fría antes que esa, tan clara y cristalina, que le hacia recordar tiempos pasados… Quiso escapar, pero sus piernas no le respondían. Demasiado tarde, había vuelto a caer en su juego. ¿Cómo era posible que una mirada la hiciera despertar de la forma en la que él lo hacía? Odiaba eso con todo su ser… Y tenía que buscar la forma de escapar de su dulce encanto… Pero lo haría más tarde. Ahora solo quería probar sus labios de nuevo, olvidándose de lo que le acababa de decir…




Amanda, mi gemela hermosa, primero y principal, felicitaciones por este capitulo, cada vez me asombra mas tu talento, y tu historia me da mucha alegria, te lo he dicho, pero mas felicidad me da haberte conocido. Sos un amor de persona,a la que dia a dia, minuto a minuto quiero mas y mas. Te convertiste en alguien muy, pero muy importante y especial para mi, ocupando un enorme lugar en mi corazon y en mi vida, el lugar de mi mejor amiga, algo que nunca habia tenido, hasta que te conoci. Gracias por estar siempre conmigo, por escucharme y entenderme, vos podes contar conmigo tambien, no importa la distancia ni nada, siempre me vas a tener, y gracias por ser ese ser encantador, maravilloso y hermoso que sos, ese ser que me da mucha felicidad cada vez que habla y con la que comparto muchas cosas, segui asi mi hermanita gemela, y segui escribiendo, porque cada palabra que escribis nos transmite mucha alegria a todas las personas que leemos lo que transmite tu gran talento. Te adoro con el alma y con todo mi corazon, un beso enorme, tu hermana gemela, Dai
ResponderEliminarHallo Amanda! (:
ResponderEliminarMuy lindo el cap de hoy
Aunqe ia qieroo qe pase rapido zta semana
para leer qe pasa dspues ;)
Cada vez mejoras mas y eso me alegra muchoo!
Sigue asi ! Entreteniendo a toodooos con tus
lindooos capitulos =D
Muchisimas Gracias!
Pass Auf!
Flavia*
Cada vez quedan menos capitulos, y cada vez son mejores, me ha gustado mucho este ultimo, igual que los anteriores.
ResponderEliminarOtra semana mas para el siguiente... xD.
Animo y continua escribiendo, estoy deseando leer el siguiente.
Gracias por el tiempo que le dedicas ^^
Saludos †Elfire
LINDO LINDO LINDO como todos los anteriores xD casi pude sentir la brisa del mar...y si tendremos que esperar para saber que pasa, me encanta tu trabajo y no me cansare de decirlo :D espero que tengas una excelente semana te mando un gran abrazo y mis felicitaciones besosss byebye !
ResponderEliminarAmanda!! me encanta tu fan fic
ResponderEliminares muy lindo de veras!! adoro thu trabajo bueno.. ps esperemos la sig. semana
te queremos amanda!!
felicidades!!
atte: Pkniia
küss
Que te puedo decir que no te haya dicho ya? Amo todos y cada uno de los capitulos que haces, desde el primer capítulo me enamore de esta historia, historia que adoro y de la cual soy fan, en cada capítulo muestras muchos sentimientos y debo confesarte, yo no soy de llorar pero tu historia definitivamente me ha robado las lágrimas, amo Recuerdos del pasado y no me queda más que agradecerte por semana a semana engancharnos y entretenernos con una nueva historia... Mil felicidades Amanda por este gran capitulo...espero ansiosa los siguientes capitulos y de nuevo te repito SOY TU FAN!!!!
ResponderEliminarBesos y linda semana.
Ciao.
BRAVOOO!!! hola amanda mil felicitaciones porque este y todos los anteriores capitulos son geniales de verdad eres la mejor =) y mil gracias por escribir y compartir con todasss nosotras esta historia que cada ves es mas emocionente e impresionante, eres una persona muy talentosa y eso me pone alegre y rio como nose qué! porque desde que lei esta gran historia he deseado todo lo mejor a quien lo escribio y por eso cuando hable contigo fue lo mejor!! ya que alli te pude decir lo maravillosa que eres! (y te seguire diciendo jaja) gracias por tu ESFUERZO, tu gran esfuerzo que nos demuestras a todos(as) sigue asi amanda! y por último MUCHAS GRACIAS por brindarme tu amistad. TKM bye!!!...{{{{jas]]]]
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