domingo, 22 de agosto de 2010

FALLEN ANGEL CAPITULO 7


Hallo, mis queridos aliens! ¿Cómo pasaron esta semana? Yo tengo que decir que extremadamente aburrida, hace una semana que me quitaron definitivamente Internet y ¡estoy sin saber nada desde el domingo pasado! ¿Me he perdido mucho? Espero que no, espero poder ponerme al día cuanto antes, ya tengo que ir de nuevo a la compañía para que me vuelvan a poner el dichoso Internet que es sin duda uno de mis amores platónicos por numerísimas razones… Bien, dicho esto aquí os dejo el siguiente capítulo. Aviso: el capitulo esta sin corregir por lo que puede haber varios fallos, faltas de ortografía y demás pero tengo una explicación, acabo de terminar de escribirlo y son las una y media de la noche. No me apetece ponerme a corregir ahora, solo tengo ganas de dormir antes de quedarme completamente grogui sobre el teclado. Ahora ya si las dejo leer. Nos vemos pronto, pequeños aliens!







Capítulo 7


By Bill

No puedo explicar con claridad que fue lo que sentí cuando escuché aquellas palabras salir de la boca de mi propia madre. Rabia, ira, frustración, rencor, ¿odio? No podía creer como mi madre me había mentido de aquella forma tan descarada, ¿qué pensaba? ¿Qué no me iba a dar cuenta? ¿Qué yo nunca me pararía a pensar en qué sería de aquel con el que compartía la misma sangre? ¿Por qué mierda me había mentido de aquella manera? Me había hecho creer que él se había ido de la ciudad, me había hecho creer que estaba bien, que era feliz… ¡y yo le había creído! ¡Todas y cada una de sus palabras! Como un ciego estúpido me creí todas las mentiras que había soltado por aquella boca sin pararme a pensar un solo segundo en la posibilidad de que no fueran ciertas, ¡porque era mi madre! ¿Cómo iba a mentirme mi madre con algo que nos incumbía a los dos? ¡Era su hijo y era mi hermano! ¿Esperaba mentirme toda mi vida?¿Esperaba llevárselo a la tumba? Porque otra explicación no tenía para aquella maldita mentira. Tampoco entiendo su cara de no entender nada cuando salí de la cocina a toda pastilla dirigiéndole una mirada llena de odio y me encaminé hacia las escaleras, en dirección a mi habitación, necesitaba salir de allí, algo que me distrajera, algo que me impidiera volver sobre mis propios talones y gritarle a mi madre todo lo que me pasaba por mi mente, porque aunque quisiera saber la verdad sabía como manejarla, sabía que tenía que hacer las cosas con calma, a su debido tiempo. Aquello dolía como el infierno, sentir que la confianza que tenias en una persona se desmoronaba como un castillo de arena pisoteado, como un muñeco de nieve al sol. Había sido traicionado por muchas personas en mi vida pero nunca había imaginado que mi propia madre se sumara a la larga lista, no quien me trajo a la vida, quien cuidó de mi, quien me mimaba, quien siempre había estado cuando la había necesitado. ¿Por qué nos separó a nosotros dos? ¿Por qué no dejar que tuviéramos contacto? ¿Por qué ocultarnos el verdadero paradero del otro? La vida hubiese sido millones de veces más fácil, ¿qué ganaban ellos ocultándonos a pesar de vivir en la misma ciudad? Aunque no vivíamos en el mismo barrio, Hamburgo no era una ciudad tan grande y fácilmente nos podíamos haber encontrado de casualidad… Ok, la probabilidad de ello era prácticamente nula, él y yo no vivíamos la misma vida, no frecuentábamos los mismos lugares, teníamos vidas completamente diferentes pero una casualidad podía haber ocurrido ¡como la noche anterior en el hospital! ¿Cómo habría sido aquel encuentro su ambos hubiésemos sabido la verdad? Si nos hubiéramos conocido, si hubiéramos sabido de la presencia del otro. Igual toda la culpa no había sido solo de mi madre, yo nunca había preguntado, nunca había dudado de ninguna de sus palabras… ¿Significaba eso que debía empezar a hacerlo? ¿Qué debía creerle ahora? ¿Qué poder esperar de la mujer que me había traído a la vida? Dudar de mi propia madre… quien lo hubiera dicho, sobre todo después de haberla tenido en un pedestal, de saber que era la persona en la que más confiaba, y saber de pronto que me había mentido y que no sabía con exactitud cuan grande podía llegar esa mentira. Pensar en esto me hizo preguntarme por él, por Tom, mi hermano… ¿Qué estaría haciendo? ¿Sabría él de mi existencia? ¿Sería yo el único ignorante en aquella situación? ¿Me reconocería? ¿Qué estoy diciendo? Si me hubiera reconocido me habría saludado en el hospital, no me habría mirado con aquella mirada lujuriosa que más tarde pasó a ser de asco al darse cuanta de que era un chico y no una tía como él pensaba… ¿no? Deliraba, estaba empezando a delirar. Seguro que dentro de poco ya no sabría ni por qué estaba en aquella maldita situación que me estaba poniendo realmente nervioso, ansioso por saber, necesitaba saber, ponerme al día de todo lo que había pasado con mi hermano, saber de él, hablar con él, una necesidad que nunca antes había tenido y que ahora, sin embargo, se hacía muy presente en mi mente. ¿Por qué? No lo sé, realmente no se de donde procede esta curiosidad ahora cuando todos estos años han ido avanzando sin la necesidad de saber de mi hermano, quizá por que después de verle desde la lejanía y recordar la ropa que llevaba, la mirada mortal que poseían sus ojos, el respeto que le tenían sus camaradas, y el disparo en el hombro de la chica que había llevado a que atendieran me hicieron ver la realidad, la realidad que mi hermano vivía cada día. No era nada de lo que yo había estado imaginando todos estos años, no vivía una vida de lujo en una ciudad de Alemania del este, no estaba yendo a la universidad, puede que ni siquiera se hubiera graduado, y la maldad reinaba en aquel corazón que años atrás había sido un adorable niño. ¿Cómo se todo esto? Pura intuición. Por eso quería comprobarlo, quería volver a verlo, hablar con él, retomar nuestra relación de hermanos. ¿Cómo hacerlo? Ni idea. Solo supe que tenía que hacerlo de algún modo…

-Bill, cielo, ¿estás bien?

La voz de mi madre llegó desde detrás de la puerta. ¿Qué contestarle? Aún no podía olvidar la traición, la mentira… Pero era mi única forma de encontrar a mi hermano y eso fue lo que me hizo moverme. Levantándome rápidamente de la cama, apagando el cigarrillo que estaba fumando contra el cenicero y guardando este debajo de la cama (mamá no tenía ni idea de que había empezado a fumar, si lo supiera estoy seguro de que me cortaría las pelotas) y abrí la puerta. Me encontré con la mirada azulada de mi madre, (aún no sé por que mierda no heredé sus ojos) y suspiré, ahora o nunca, campeón.

-Tenemos que hablar, mamá, sobre mi hermano. – sentencié. Ella llevó una de las manos a la boca, creo que pensó que nunca le diría eso. ¡Ja! Otra prueba de que quería ocultármelo toda la vida.
-¿Cómo te has…?
-Mamá, no estoy sordo. Te oí hablar con papá. – si podía llamarlo de aquella forma… En mis casi veinte años aún no recuerdo una sola llamada de teléfono desde que se fuera con mi hermano hacía mas de trece años. Ella asintió con la cabeza después de un largo suspiro. ¿Qué demonios significaba eso?
-Esta bien, hablemos… Pero primero, baja a cenar.

Asentí con la cabeza, y juntos bajemos a la cocina de nuevo. Sentándome de nuevo en la silla que había ocupado antes, Scotty rápidamente corrió hasta mí posando su cabeza sobre mi rodilla, esperando a que le diera algo de la pizza que había traído mamá, algo que estando ella delante no podía hacer. Comimos en silencio, llevando la comida a la boca con cuidado, masticando cien veces la comida antes de tragar, el momento era uno de los más tensos de mi vida. Creo incluso que podía leer los pensamientos de mi madre, puede que hasta estuviera pensando por qué yo lo había descubierto así. No le presté demasiada atención, estaba más concentrado en las preguntas que iba a hacerle, en que ninguna de las preguntas que pasaban por mi cabeza se quedara sin respuesta, que no le di importancia a nada más. Ni siquiera me di cuanta de que la pizza se había acabado y que mamá ahora estaba preparando café para los dos. Sin que ella se diera cuenta, le di a mi querido perro un trozo de pizza que había sobrado, él me miró como dándome las gracias y yo sonreí llevándome un dedo a los labios pidiendo silencio, a lo que él me hizo caso. Mamá volvió a la mesa con el café y se sentó enfrente de mí. Abrí los ojos como platos, el momento había llegado…

-¿Qué quieres saber? – preguntó
-Todo. – contesté.

By Tom

¿Por qué mierda estaba ahí de nuevo cuando hacía dos años había jurado que no volvería? Miré la puerta de madera rajada y desgastada por el tiempo, todavía quedaban algunos resquicios de la pintura original en color blanco, y en el marco dos letras garabateadas con algún rotulador permanente, apenas eran visibles. Suspiré. Otra vez en aquella maldita casa, ¿qué más podía hacer? Dai me había puesto de patitas en la calle, y a pesar de mis insistencias, de mis gritos, de mis amenazas no volvió a abrirme la puerta. Y la vez en que había intentado abrir la puerta con mis propias llaves había escuchado el gatillo de la pistola robada, sabía que si continuaba girando la llave acabaría muerto. Cosas de estar viviendo con una loca psicótica que jugaba con navajas y pistolas, que lo que menos te convenía era intentar matarla aunque hubiera sido de forma accidental. En fin, así me había visto en mi coche dando vueltas a la manzana sin tener un lugar fijo al que ir, podía dormir en el coche con la calefacción puesta si esto solo fuera a durar un par de días pero conocía a Dai y sabía que esto no era una rabieta de un par de días, la tipa me odiaba ahora más que a nada. Lo cual era normal, ¿quien no me odiaba en aquellas malditas calles? Creo que era repetir mil veces lo mismo, me daba igual ser odiado por aquellos mierdas pero no me daba igual que ella me odiara, sobre todo con razón. Me había comportado como un imbécil, solo si… La llamé de nuevo al móvil. Una última vez antes de decidirme a entrar de nuevo en aquella maldita casa que tanto odiaba, solo una última vez para comprobar si su odio había desaparecido y podía volver a casa. Rezaba por ello aunque sabía que solo era una forma de no aceptar que volvía de nuevo a aquellas malditas cuatro paredes con el rabo entre las piernas. Recordé la última vez que había estado allí, todo había sido realmente rápido. Dai me había llamado para comunicarme que definitivamente su padre estaba en la cárcel, fui corriendo a su casa, follamos durante horas para celebrarlo y luego sin pensarlo demasiado volví a casa agarré mis cosas y salí por la puerta para nunca entrar de nuevo. Rápido, sencillo. Ni siquiera había llamado a mi viejo en estos dos años que habían pasado desde esa vez pero él tampoco lo había hecho. No me sentía culpable por ello, hacía tiempo que el viejo y yo no compartíamos nada, hacía tiempo que había volado del nido, hacía tiempo que pasaba temporadas enteras sin saber de mi, y por eso no importó demasiado el que me fuera de casa tan repentinamente. Creo que aquel día él había salido a hacer algún reparto, pero no podía estar seguro. Nunca supe cuando salía ni cuando regresaba, podíamos pasar días y días sin vernos. Él sabía que yo dominaba estas calles. Que no lo aprobara era otra cosa. El sonido del contestador de mi ex compañera de piso me hizo ver que mi última oportunidad se me había esfumado y con un suspiro abrí la vieja puerta. Miré a mi alrededor para descubrir que nada allí había cambiado, la vieja tele, el sofá, la cocina, la mesa del salón, cuatro o cinco muebles mal colocados y algo sucios. En realidad no se diferenciaba mucho de la casa de Dai, bien también por que mi padre no hacía su vida aquí, si no que la tenía en la carretera, con su camión. Me pregunté donde estaría pero no me sorprendió al contestarme a mi mismo que ni siquiera me importaba. Esto solo iba a ser por un par de días. Solo el tiempo suficiente hasta que a Daiana se le bajara el cabreo, cosa que yo mismo dudaba considerablemente aunque prefería tener esa esperanza que no tener nada. Igual podía ir de ocupa a la casa de Georg o la de Anne y T.J. Algún hueco podría hacerme… ¿no? Esa había sido mi primera opción pero no me apetecía dormir entre los jadeos y gemidos de la pareja y tampoco encontrarme con la madre depresiva de Georg que cada vez que me la cruzaba me miraba muerta de miedo y no paraba de preguntar qué hacía si hijo con un criminal como yo. Lo que su madre no sabía era que si no hubiese sido por mi y por Dai, hacía tiempo que ya no tendría hijo al que admirar. Georg era un buen tipo, siempre lo había sido pero había sido débil, como todos en nuestros inicios, cuando a penas era un adolescente había sentido toda la presión de sacar a su familia adelante, tenía que hacerlo él, sentía que debía hacerlo. Poner la vida de su familia en las manos de su padre alcohólico era sin duda la peor de las ideas. Y, como todos en aquellas calles, dejó de ser un niño a edad muy temprana, pronto empezó a robar en tiendas, atracar a turistas de los barrios altos, cualquier cosa que pudiera darle algo de dinero con el que salvar a su familia de la mugre y la mierda. Guardaba todo el dinero que conseguía cada céntimo, cada euro, solo para que su padre lo encontrara después y lo gastara en litros y litros de alcohol barato, no importaba cuan celosamente lo escondiera, el viejo borracho siempre acababa por encontrarlo y robándoselo. Cierto día Georg se cansó y enfrentó a su padre, dejándose llevar por la rabia que sentía y acabó tumbándolo, amenazándolo con una botella de cristal rota. Puedo ponerme en la piel de mi colega. Puedo entenderlo, pero no puedo entender por qué ni siguió adelante, por qué no acabó el trabajo. Si, puede que sea un puto sádico, un loco asesino, un criminal, pero joder, aquel hijo de puta se estaba llevando el dinero de su familia para gastárselo en su puto vicio, definitivamente hubiese acabado con el tipo sin dudarlo si quiera. Era su padre… Bien, eso lo cambia todo. ¡Ja! No para mí. Puede que sí para las personas normales el hecho de matar a tu propio padre sea algo que se escapa de cualquier ética o moral, para mi, sin embargo, solo se trata de cuestión de supervivencia, pero claro yo no era la moral personificada. Y hablando del rey de Roma…

-¿Tom? – la voz de aquel que se hacía llamar mi padre me llegó desde la cocina. Me volteé para mirarlo. No había cambiado nada en estos últimos años, bueno, puede que se acumularan algunas arrugas alrededor de sus ojos pero no mucho más que eso… - ¿Qué haces…? – comenzó a preguntar. Lo interrumpí antes de que siguiera hablando.
-Solo un par de días. Volveré a irme en un par de días no pienses que he vuelto. – él asintió con la cabeza
-Me alegra verte… ¿Todo bien? ¿Cómo está Dai? – empezó a preguntar. – Oí que le dispararon anoche… - ¿cómo mierda sabía él eso? Enarqué una ceja, él medio sonrió – Tu madre trabaja en el hospital, ¿recuerdas? Afirmó que te había visto, solo tuvo que investigar un poco. No pasas desapercibido nunca… - Cierto, la zorra embustera era… ¿pediatra? Ni me acordaba, tampoco me interesaba.
-Ella está bien. – no pensaba decirle más que eso – Y deja de preguntarme como si fuéramos viejos colegas. No te acostumbres, no estaré aquí mucho tiempo.

Me alejé de allí antes de que abriera la boca de nuevo, encerrándome en mi antiguo cuarto que estaba igual a cómo lo recordaba. La cama en el mismo lugar, el mismo colchón desgastado y sucio, las mismas sábanas sobre él, el armario entreabierto debido a que una de las puertas la había roto yo de una patada en un momento de ira repentina hacía ahora algunos años, las bombillas de la lámpara no habían sido cambiadas, una de ellas aún estaba fundida, y aquella silla de madera en un rincón donde solía acumular toda la ropa sucia que me quitaba, y que tardaba en echar a lavar. Bien, eso nunca lo hacía yo, pero ése su único uso. No entendí por qué mi viejo no se había deshecho de toda aquella mierda una vez que se dio cuenta de que me había ido y esta vez para no regresar, porque no nos engañemos si Dai no me hubiera echado de casa yo no estaría ahora en mi antigua habitación preguntándome por qué demonios todo seguía exactamente igual a como lo dejé el día que me marché. Creo tener la respuesta ante este hecho y la verdad no la entendía del todo, ¿por qué iba a querer mi viejo tenerme de vuelta en aquella casa cuando estaba claro que lo despreciaba con cada palabra que le dirigía, si llegaba el caso de que le hablara? Hacía años que había perdido el total respeto por mi padre, él no tenía ni idea de lo que había sido para mí abandonar mi acomodada vida en los altos barrios para venir a vivir a esta pocilga de mierda, él no tenía ni idea de todo lo que yo había pasado por sobrevivir en estas malditas calles, no podía siquiera ni imaginar hasta donde había tenido que llegar para poder hacerme con el respeto de más de medio barrio. Y lo despreciaba, lo despreciaba por haberme traído a este infierno lleno de mierda, podredumbre y miseria, lo despreciaba por haberme abandonado por su trabajo cuando más lo necesitaba. Pero eso había quedado atrás, ya no era un niño, ya no era el indefenso niño que había llegado al barrio con una sonrisa en los labios, ya no era el chico nuevo al que sacudían día si día también, ya no era aquel estúpido niño, ya no necesitaba a mi padre. Por mí podía estar pudriéndose en el fango con la zorra de mi madre y el maricón de mi hermano. Entonces empecé a preguntarme qué diablos hacía allí, por qué había vuelto a aquel agujero al que hacía tiempo no pertenecía, me pregunté por qué estaba perdiendo mi tiempo allí entre aquellas malditas cuatro paredes que habían sido testigo de muchas de las cosas que me habían pasado en mis años viviendo allí, las que me habían visto herido, las que me habían visto dolorido y magullado… Aquellas cuatro paredes que quería olvidar, aquellas cuatro paredes que formaban mi vida pasada, y que necesitaba enterrar en el más completo olvido, no quería estar ahí, si tenía que pasar tiempo fuera de la que si consideraba mi casa estaba claro que no quería pasar ese tiempo aquí, por que acabaría volviéndome loco y terminaría destrozándolo todo. Intenté llamar a Dai de nuevo pero solo recibí un tono que me comunicaba que el teléfono estaba comunicando. Por unos momentos me imaginé a mi deseable amiga colgada al teléfono hablando con Anne y contándole a ésta todo lo sucedido mientras la morena despotricaba contra mí, tal y como dos adolescentes normales típicas de las películas americanas cutres y las chicas de los barrios altos. Claro que ninguna de las dos haría eso, eran colegas, camaradas, pero cada una tenía su vida y sus secretos que mantener ocultos. ¿Por qué estaba pensando en estas cosas? Lo que debería hacer es correr calle abajo, abrir la puerta y enfrentarme a ella sin esperar que pasara más tiempo en que la herida causada por mí se hiciera tan grande que fuera imposible de sanar. Exactamente, eso es lo que tenía que hacer. Con paso decidido volví a coger las maletas y salí por la puerta de la habitación sin mirar una sola vez atrás. Jörg me miró con el entrecejo fruncido sin duda sin saber por qué me estaba yendo de nuevo.

-Cambio de planes. Nos vemos, viejo. –sentencié abriendo la puerta de casa y empezando a salir por ella
-¡Tom! ¡Espera! – le oí pero no presté atención, cerré la puerta antes de que siguiera hablando. El viejo no me siguió. No esperé que lo hiciera.

Corrí de nuevo hacia mi coche, sentándome en el asiento del conductor y rápidamente encendí el motor para salir corriendo de allí, recorriendo las calles desiertas con la vista clavada en la carretera, concentrado en las palabras que iba a decirle a Dai cuando la viera. ¿Qué decir en estos casos? Nunca me había disculpado antes, nunca había dado explicaciones, las palabras Lo siento o Perdóname no estaban en mi diccionario, ¿cómo se supone que iba a disculparme por mi acto estúpido y repentino que casi le cuesta la vida a la única persona que valía la pena en aquellas asquerosas y ruinosas calles? Sabía que dos simples palabras no iban a bastar para ella, sabía que seguiría enfadada conmigo durante varias semanas, sabía que no me iba a poder acercar demasiado a ella en los próximos días, fin de la partida, no, fin del juego. Ella me ganaba por goleada. Esa era su forma de martirizarme por lo que le había hecho, tenerme al margen, sin probarla, sin poder marcarla como mía, sin hincar mis dientes en su cuello, tenerme completamente a dos velas mientras la veía estar con otros. Claro, yo también podía estar con cien o doscientas tías sin tener que ser ella, pero sabía que por muchas tías que me follara siempre iba a volver a ella, porque nuestro juego era, sin duda, mejor que cincuenta tías experimentadas. Y por eso sabía que ella al final volvería a aceparme en su cama solo que lo haría con el tiempo, era una tía, era sádica, era una jodida cabrona si se lo proponía y aguantaba con creces el doble que yo. Aparqué el coche en el escondido garaje destartalado y salí de él, cerrándolo con seguridad me dirigí a las escaleras hasta el cuarto piso. En momentos como eso echaba de menos un buen ascensor cosa que no era para delincuentes drogadictos y pobres como los que vivíamos por esos andares. Me planté en la puerta sacando las llaves del bolsillo y posándola sobre la cerradura, estaba dispuesto a girarla y entrar sin más, pero algo me decía que no debía hacerlo, no si quería seguir con los sesos en su sitio, la llamé pero no me contestó, cosa que ya sabía que no iba a hacer. Continué hablando.

-Dai, joder, siento… Sé que me porté como un idiota, voy a pasar… Voy a pasar y… Hablamos… - no quise dar más detalles, no sabiendo que alguien podía estar viéndome desde alguna de las mirillas de las puertas de los pisos de al lado. Ella siguió sin contestar - ¿Dai? – pregunté acercando el oído a la puerta, empezaba a dudar de si se encontraba en el piso o no.

No escuché nada durante los primeros segundos pero poco después empecé a escuchar ruidos secos y sordos como si alguien estuviera golpeando algo de forma continua y constante. Enarqué una ceja preguntándome qué demonios podía ser aquel ruido y qué estaba haciendo ahí dentro la rubia para que sonara de esa manera. La volví a llamar pero siguió sin contestarme. Agudicé el oído por si podía escuchar algo más o reconocer aquel sonido pero no, no lo supe identificar. No lo pensé dos veces y empecé a girar la llave en la cerradura para abrir la maldita puerta, ningún sonido de gatillo de pistola, ningún sonido se navaja al abrirse. Abrí la puerta de un tirón y entré a la casa, el ruido seguía sonando, pero no lo supe ubicar. Dai no estaba en el salón, avancé unos pasos, moviéndome en la dirección que creía que venía el ruido. Creí que procedía de la habitación así que me dirigí hasta ahí, pero mis pies se pararon de golpe cuando entendí que posiblemente los ruidos fueran los de la cama al chocar contra la pared cuando… Bueno… ¿Estaba Dai con alguien? ¿Ahora? ¿Cuándo apenas hacía una hora que me había ido de la puerta de su casa con mis gritos y mis amenazas? ¿Tan rápida? No era que dudara de las cualidades de la rubia pero… Un momento, si estaba en el asunto, ¿por qué no se oía nada más que el ruido sordo y continuado? Conocía a mi amiga, y eso no era normal. Posé la mano sobre el pomo de la puerta y empecé a girarlo, temeroso por encontrarme algo ahí dentro que no me convenía saber. Abrí la puerta de par en par pero lo que me encontré no fue a mi amiga con otro tío en la cama si no a ella sentada en un rincón alejado de la habitación de espaldas contra la pared, abrazada a sus piernas y balanceándose sobre sus propios talones, tomando la cabeza entre sus manos. El ruido que había estado escuchando era el de su espalda chocar contra la pared de forma seguida sin pausa alguna. Me acerqué a ella corriendo, verla de aquella forma era algo realmente extraño, nada la hacía debilitarse de aquella forma, y estaba seguro de que no estaba así por lo que había sucedido en el baño tiempo antes. Algo mucho más fuerte tenía que haber pasado para que se mostrara tan indefensa y perdida… Vi el móvil de ella tirado en el suelo a varios metros de ella cuando me acerqué a ella y me tiré a abrazarla. Necesitaba saber qué demonios había pasado, necesitaba saber contra que infiernos me estaba enfrentando pero antes la necesitaba calmada, relajada, necesitaba que ella volviera a ser firme y volviera a sentirse segura. La reacción de ella me dejó perplejo, se agarró a mi cuello y no me soltó, empezó a temblar, asustada…

-Él va a volver, Tom… Vuelve a por mí… - me derrumbé ante el significado de esas palabras que solo podían significar una cosa: Su padre había salido de la cárcel.

6 comentarios:

  1. Nooooo!!!!! comoooo!!! ay amandita!!
    Genial capi!!!!
    t felicito mucho mucho :D
    ayy woow siempre me quedo asi de O.O jaja
    bno amandita felicidades por un capi nuevo! jaja & espero q la historia siga cada vez mejor :) Saludoos
    Bss
    AtoO: Pkniia ♥

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  2. Nooooo!!! mi geme no me podes dejar así, necesito saber más!!! jaja en serio, aiii no quiero esperar (ya me puse en el papel de caprichosa jaja) en fin, felicitaciones hermosa, fantástico el capítulo, y que final, siempre me quedo con la boca abierta, y ahora más todavía, no puede ser que esa basura haya salido de la cárcel.
    Muy pero muy ansiosa quiero saber que va a suceder, pero hay que esperar un poquito, así que por ahora me despido. Un beso enorme mi hermanita hermosa, felicitaciones nuevamente, tu geme, que te quiere y extraña mucho mucho mucho, Dai.

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  3. No se como haces, pero me mantienes de principio a fin con una soobra DIOS!!! esta demaciado bueno.

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  4. WOOOOOWWWWW es que no puedo creerlo me dejas tan ansiosa por saber lo que sigue que quiero leer como loca jaja me encanta como nos mantienes pegadas al monitor por que se que no solo me pasa a mi un excelente capitulo como siempre y ya sabes que me quedo esperando con unas ganas tremendas el sig un gran saludo amandita que sigas teniendo una linda semana y saludos a las demas chikas que se toman su tiempo de leer esta extraordinaria historia ^^ byebye !! xD

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  5. Vayaaa como siempre otro increible capitulo ¡genial!, bueno primero lo primero Amanda lo siento lo siento y lo siento no dejé mi comentario en el capitulo anterior, te imaginaras que recien hoy (domingo exactamente 1:19 de la madrugada) estoy leyendo estos dos maravillosos capitulos seguidos pero ps no pude mas antes porque la semana pasada estuve con los examenes y tuve que chancar estudiando ya que la "chica flojera" saco una muy baja nota en un examen pasado...asi que tuve que subir esa nota.
    Pero tambien me hacia falta ponerme al dia leyendo esta linda y extremandamente interesante historia de veras que me hacia mucha falta, ayyy por eso lo siento para mi es muy importante dejarte un comentario ya que asi te doy las gracias, te felicito, y te doy muchos animos para que sigas esta increible historia y sigas demostrando el GRAN talento que tienes!. Bueno ya finalizando espero que estes bien ya sea de salud y de todo que respecta a TI, cuidate muchisimoooo y no olvides que eres una gran persona GRACIAS nuevamente por este capitulo tan emocionante y que por cierto a quedado muy pero muy interesante como todos los fines de semana jajajaja....Amanda tkmmmmmmm linda todas te queremos y adoramos =) sigue asi animo y suerte en todo, cuidate!!! bye.
    "jAs"

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  6. wow!!!!!!!! felicidades!!! me encanto el capitulo, siempre me dejas picada, menos mal que ya esta el 8, corro a leerlo!!! gracias amandita y felicidades, tienes un gran talento al escribir, saludos.

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