
-No hay de qué preocuparos, chicos. Estoy bien. Solo que ahora, digamos, que me vuelto más solitaria, por decirlo de algún modo…
-La soledad no es un buen amigo- Bill saltó con su filosofía…
-Lo sé, Bill, pero me gusta – hice especia énfasis en la última palabra. – me gusta estar sola, a solas con mis pensamientos… Es una sensación… agradable.
Bill me miró a los ojos y supo qué era lo que me pasaba. Todo aquello era por culpa de otra persona, no porque yo me hubiera hecho amiga de la soledad...
Y esa persona apareció en la puerta de la sala de ensayo con una sonrisa cínica y falsa y fue corriendo hasta Tom para engancharse a su cuello y allí quedaron los dos como si fueran uno solo…
Desvié la mirada, acercando mi bandolera a mí, para echar a correr en cualquier momento. Yo no tenía por qué aguantar la escenita que estaba dando lugar en la habitación.
Para mi sorpresa, al poco tiempo de aparecer ella y engancharse a él, él la apartó y le preguntó con un tono de voz bastante desagradable:
-¿Qué haces aquí? ¿Te he invitado acaso? No. Pues te largas. Ya.
Para mi sorpresa, al poco tiempo de aparecer ella y engancharse a él, él la apartó y le preguntó con un tono de voz bastante desagradable:
-¿Qué haces aquí? ¿Te he invitado acaso? No. Pues te largas. Ya.
Mi mirada se concentró en ellos. Yo no era la única. Georg, Gustav y Bill también miraban al gemelo mayor sin saber muy bien por qué actuaba de esa manera. Pero todos supimos que aquel era el fin de la “relación” Así era Tom. Jamás podría estar con una sola. Le gustaban todas. Y todos sabíamos que había estado viéndose con más chicas cuando no estaba la niña esta delante. No se por qué, pero sonreí para mis adentros.
-Pero, Tom… - intentó explicarse ella
-Nada. Lárgate.
-Nada. Lárgate.
Se rindió y cuando fue a salir me descubrió. Hasta ese momento no se había percatado de mi presencia, estaba acostumbrada ya, era invisible para todo el mundo. Vi su sonrisa diabólica. Se aproximaba otra tanda de insultos. Lo sabía. Agarré mi bandolera y me levanté. Ella me empujó. Sin duda me tenía envidia porque yo era la única chica a la que permitían estar allí viéndolos ensayar. Caí de vuelta al sofá.
- Eres una torpe. Mira por donde vas. – las palabras que se suponía que tenían que herirme salieron de su boca cual veneno.
Fue solo un instante. Un abrir de ojos. Se oyó un ruido y cuando me di cuenta, descubrí a Tom aprisionándola contra la pared y mirándola furioso.
- No vuelvas a atreverte a decirle nada a Sam, no te atrevas si quiera a mirarla… Ni tú ni tus estúpidos amigos… ¿Me has entendido? – ella asintió como pudo – Bien, porque si te veo cerca de ella otra vez me olvidaré que eres chica… Y te destrozaré la vida. No te tocaré, pero desearás no haber nacido.
Fue solo un instante. Un abrir de ojos. Se oyó un ruido y cuando me di cuenta, descubrí a Tom aprisionándola contra la pared y mirándola furioso.
- No vuelvas a atreverte a decirle nada a Sam, no te atrevas si quiera a mirarla… Ni tú ni tus estúpidos amigos… ¿Me has entendido? – ella asintió como pudo – Bien, porque si te veo cerca de ella otra vez me olvidaré que eres chica… Y te destrozaré la vida. No te tocaré, pero desearás no haber nacido.
Me quedé completamente helada. No podía respirar. Creo que hasta me olvidé de hacerlo. En ese momento sus palabras me dejaron hecha una estatua de hielo de los pies a la cabeza. No era la primera vez que me defendía. Siempre lo había hecho, desde que nos conocimos. Una vez hasta se enfrentó a mi madrastra y eso trajo sus consecuencias… Pero lo importante era que siempre me había defendido, pero no como lo acababa de hacer. A los niños siempre les pegaba, pero a las niñas nunca las tocaba, simplemente se reía de ellas por cualquier cosa y las hacía sentir mal… Pero nunca las llegaba a tocar… Nunca… Ni por mi, ni por su hermano… Y ahora…
-¡Tom! – exclamó Georg corriendo hasta él para separarlo de la estúpida niña y cuando logró hacerlo miró a la chica y muy secamente le dijo – Vete.
La chica asintió con la cabeza y se dispuso a irse. Tom le gritó.
-Por si no quedaba claro, no quiero volver a verte.
Ella no dijo nada y se fue de allí con la mirada clavada en el suelo y con el rabo entre las piernas, o mejor dicho, entre los cuernos.
La chica asintió con la cabeza y se dispuso a irse. Tom le gritó.
-Por si no quedaba claro, no quiero volver a verte.
Ella no dijo nada y se fue de allí con la mirada clavada en el suelo y con el rabo entre las piernas, o mejor dicho, entre los cuernos.
Yo seguía completamente helada aún sin poder decir absolutamente nada. Pero si observé algo, que los cuatro clavaban su mirada en la espalda de la chica cuando se marchaba, acribillándola con la mirada y supe que siempre estarían a mi lado, pasase lo que pasase.
Tras dos o tres horas, no recuerdo bien, Simone fue a recogernos ya que nuestras casas estaban bastante apartadas del lugar de ensayo y había empezado a nevar. Hacía frío fuera y yo solo llevaba una chaqueta. Gracias a Simone, que había dejado el coche justo en la puerta del local, no me quedé echa un muñeco de nieve.
Tras dos o tres horas, no recuerdo bien, Simone fue a recogernos ya que nuestras casas estaban bastante apartadas del lugar de ensayo y había empezado a nevar. Hacía frío fuera y yo solo llevaba una chaqueta. Gracias a Simone, que había dejado el coche justo en la puerta del local, no me quedé echa un muñeco de nieve.
Como yo vivía a dos calles de ellos, le dije a Simone que no hacía falta que me llevara, que podía ir caminando, que no me importaba y que me vendría bien. Ella accedió después de todo. Cuando bajé del coche empecé a temblar, hacía frío, pero yo sabía que no era por eso. Tenía miedo de volver a casa. Sin embargo me despedí de los gemelos y de su madre y comencé a andar en dirección de mi casa. Y mientras caminaba arrastrando los pies sobre la nieve, mis pensamientos volvieron a la carga… “Te ha defendido porque eres su amiga, no por otra cosa… Eres como su hermana pequeña… Que haya dejado a la estúpida esa no significa que tú… ¿De verdad piensas que le vas a gustar? Tiene que estar ciego… Mírate, Sam… No eres para nada atractiva… Y menos su tipo de chica…“ La voz de mi madrastra burlándose de mi se sobrepuso sobre la mía en mi cabeza…
-¡Eh! ¡Espera! – dijo una voz detrás de mí
Me dí la vuelta y vi a Tom correr tras de mí. Esperé. Y cuando estuvo a mi lado me dí cuenta de que volvía a temblar…
-¿Qué querías?
-Acompañarte a casa. – contestó él, extrañado.
-¡Oh! Vale...
Me dí la vuelta y vi a Tom correr tras de mí. Esperé. Y cuando estuvo a mi lado me dí cuenta de que volvía a temblar…
-¿Qué querías?
-Acompañarte a casa. – contestó él, extrañado.
-¡Oh! Vale...
Volvimos a caminar en silencio. Lo cierto es que desde que él había empezado a salir con chicas y tenía otros amigos nuestra relación se había enfriado un tanto. Ya nada era igual que hacía unos años y los dos lo sabíamos.
Al doblar una esquina nos rozamos y él notó cómo yo temblaba. Se quitó su chaqueta y me la puso por encima de los hombros. Me venía enorme.
-¿Mejor?
-Si… - claro que él no sabía que yo no temblaba de frío – Gracias.
-Por nada.
Al doblar una esquina nos rozamos y él notó cómo yo temblaba. Se quitó su chaqueta y me la puso por encima de los hombros. Me venía enorme.
-¿Mejor?
-Si… - claro que él no sabía que yo no temblaba de frío – Gracias.
-Por nada.
Volvimos a quedar en silencio. Un incómodo silencio. No me gustaba esto, no con uno de mis mejores amigos, con quien había pasado los mejores años de mi vida, mis mejores momentos de niñez… No, tenía que haber alguna forma de recuperar nuestra amistad… Porque yo solo quería eso… Me conformaba con su amistad… Sabía que yo no era digna de él… Mi madrastra se había encargado de destruir mi autoestima… ¿Se nota?
Me paré en seco. Quería a mi amigo de vuelta. Quería nuestras risas, nuestros momentos juntos…
Me paré en seco. Quería a mi amigo de vuelta. Quería nuestras risas, nuestros momentos juntos…
-¿Sam? – mi amigo se giró y me vio con las lágrimas recorriendo mi rostro. Se acercó a mi rápidamente… - Sam, ¿qué pasa? Me estas asustando… Samantha, háblame, dime algo... – clavé mi mirada en sus ojos como única respuesta. Estaba asustado de verme así. Me abracé a él. No quería dejarlo ir, no quería que se fuera… - Sam…- susurró mi nombre en mi oído mientras me devolvía el abrazo…
-No te vayas, Tomi… No me gusta esto, me asusta… No quiero perderos a ninguno… no quiero crecer si sé que os perderé… Quiero nuestros momentos juntos… Todos habéis crecido y sé que me dejaréis… - fueron las palabras que salieron de mi boca antes de caer desmayada…
-No te vayas, Tomi… No me gusta esto, me asusta… No quiero perderos a ninguno… no quiero crecer si sé que os perderé… Quiero nuestros momentos juntos… Todos habéis crecido y sé que me dejaréis… - fueron las palabras que salieron de mi boca antes de caer desmayada…
Cuando desperté lo hice en una cama, la mía, y Tom estaba conmigo, tumbado a mi lado mirando la tele. Recordaba lo que me había pasado pero no sabía por qué. Tuve una ligera idea. Supongo que la falta de sueño y de alimento.
Sonreí al ver que él estaba allí conmigo. No me había dejado, no se había ido…
Sonreí al ver que él estaba allí conmigo. No me había dejado, no se había ido…
-Hey, ¿estás ya despierta? ¿Sabías que duermes más que Blancanieves?
-¿Y eso a qué viene?
- A que nada ni nadie te puede despertar…
-Recuerdo que a ella la despertaban con un beso…
-Creo que eso no funcionaría contigo… - me reí para evitar pensar lo que mis hormonas gritaban….
-Te quedaste. – no era una pregunta, era una afirmación.
-Me lo pediste, así que lo hice…
-¿Me trajiste a casa? ¿Tú solo?
-No estábamos lejos… Y sí, yo solo… ¿A qué se nota el ejercicio?
-Creía que solo lo hacías para impresionar a las chicas…
-Nah… Nada que ver…
-¿Y eso a qué viene?
- A que nada ni nadie te puede despertar…
-Recuerdo que a ella la despertaban con un beso…
-Creo que eso no funcionaría contigo… - me reí para evitar pensar lo que mis hormonas gritaban….
-Te quedaste. – no era una pregunta, era una afirmación.
-Me lo pediste, así que lo hice…
-¿Me trajiste a casa? ¿Tú solo?
-No estábamos lejos… Y sí, yo solo… ¿A qué se nota el ejercicio?
-Creía que solo lo hacías para impresionar a las chicas…
-Nah… Nada que ver…
La conversación no era realmente interesante, pero algo es algo. Al menos estábamos hablando. Y se había quedado conmigo. Le importaba. Aunque sólo como amiga. Me conformaba con eso.
Mi mente estaba en calma, pero no podía decir eso del resto de mi cuerpo. Lo sentía débil y pesado y me dolía la cabeza. Sentía la frente arder y mis parpados empezaban a cerrarse de nuevo… Solo quería hacerle saber lo afortunada que era por tenerlo como amigo antes de que volvieran a cerrarse por completo…
Con un leve susurro, me sinceré.
-Gracias… No te merezco… Tomi… - mis ojos se cerraron y perdí la noción del tiempo…
Con un leve susurro, me sinceré.
-Gracias… No te merezco… Tomi… - mis ojos se cerraron y perdí la noción del tiempo…
Los próximos días fueron mejor. Aún seguía estando débil y casi no podía ponerme de pie, pero poco a poco, siguiendo la dieta estricta que me puso el médico y que mis amigos me obligaban a seguir, fui recuperando fuerzas. Todas las tardes venían a verme y se quedaban hasta muy tarde. Tom no les había comentado mi pequeño desliz de desconfianza y se lo agradecí. Eran más felices no sabiendo eso. Por lo demás, nos volvimos a unir como antes. Yo volví a reír, las ojeras desaparecieron de mis ojos, el color volvió a mi piel y lo más importante, volví a ser la chica alegre que siempre fui estando con ellos… Dioses, como amaba a estos chicos… Siempre sacaban lo mejor de mí en cada momento… Los amaba demasiado…
Una tarde vino sólo él a visitarme. Yo estaba poniéndome al día con los deberes atrasados del instituto. En estos que había estado enferma no había hecho nada y estaba un poco perdida. Había llamado a Bill para que viniera ayudarme. Y lo esperaba. Pero quien abrió la puerta de mi habitación no fue mi mejor amigo si no su hermano… Fue una gran sorpresa para mí descubrirlo allí. ¿Lo primero que pensé? “Madre mía, y yo así, con estos pelos y el pijama…” Nunca había sido coqueta y menos me había preocupado por mi aspecto… Ya he dicho que yo era bastante chico y lo relacionado con la cosmética femenina me daba igual, pero era una adolescente y en el fondo siempre te importa que el chico que te gusta te vea guapa.
Eché un vistazo a mi alrededor. La cama estaba sin hacer, la toalla que había usado esa misma mañana para secarme después de ducharme estaba tirada en el suelo, ropa por todos lados, y de todo tipo, pantalones, camisetas y hasta sujetadores y braguitas… El skate sobresalía de debajo de la cama, una de las puertas del armario estaba abierta dejando a la vista más ropa doblada y sin doblar, los cajones de mi mesita de noche estaban medio cerrar, de los que sobresalían los cinturones, cadenas y collares, el joyero de la mesita también estaba abierto, la ropa de cama tirada en el suelo, y encima de mi escritorio no cabía ni un solo papel más… Me quería morir de vergüenza cuando él pasó dentro, no era la primera vez que veía el desorden de mi habitación pero ya que había tenido tanto tiempo libre, podía haberlo ordenado un poco, cosa que a la vista estaba, no hice…
Él rió cogiendo algo que no pude llegar a ver. Pero cuando lo hice me quise morir en serio. Mis braguitas de Piolín… Eran mis favoritas, y estaban muy usadas por ello… Y él las tenía en la mano…
-Mmmm… Muy sexy, Sam…-se rió en mi cara, se las arrebaté de las manos y las metí al cajón, sacándole la lengua a modo de burla.
-Son mis favoritas- alegué.
-No hay duda…
-¿Y qué te trae por aquí? – pregunté mientras empezaba a hacer la cama, para que pudiera sentarse en algún sitio decente…
-Solo venía a visitarte… - dijo mientras jugaba con uno de mis pendientes entre sus manos – a decir verdad, venía a hablar contigo… Sobre la otra noche…- dejó el pendiente en el joyero y lo cerró de golpe. Seguí haciendo la cama esperando que él hablara, pero no lo hizo…
-Mmmm… Muy sexy, Sam…-se rió en mi cara, se las arrebaté de las manos y las metí al cajón, sacándole la lengua a modo de burla.
-Son mis favoritas- alegué.
-No hay duda…
-¿Y qué te trae por aquí? – pregunté mientras empezaba a hacer la cama, para que pudiera sentarse en algún sitio decente…
-Solo venía a visitarte… - dijo mientras jugaba con uno de mis pendientes entre sus manos – a decir verdad, venía a hablar contigo… Sobre la otra noche…- dejó el pendiente en el joyero y lo cerró de golpe. Seguí haciendo la cama esperando que él hablara, pero no lo hizo…
-Siento que tuvieras que cargar conmigo…
-No es eso, Sam, y lo sabes…
-¿Entonces? No me hagas caso, Tom, estaba delirando. La gente cambia y es normal que quieras salir con otra gente. No quiero retenerte aquí conmigo. ¿Me entiendes? Eres tan libre como los demás de salir con quien quieras…
-No es eso lo que quieres, Sam… Me llamaste Tomi y eso solo lo hacías cuando estabas asustada…
-Bien, vale, de acuerdo, no quiero que te vayas… No quiero que os vayáis ninguno, pero no soy nadie para reteneros aquí… Yo solo quiero que… seáis felices…- esto último lo dije en un susurro casi inaudible pero sí lo escuchó. Se acercó a mí y me abrazó como un hermano abraza a su hermana pequeña aunque sólo nos lleváramos veinte días, él seguí siendo más grande que yo.
-Ay, Sami, Sami… - utilizó el aún más diminutivo cariñoso de mi nombre - ¿Cuántas veces tendremos que decirte que para nosotros eres como nuestra hermana y que jamás te dejaremos de lado?
-Tomi… - no podía decir nada más…
-Nunca te dejaremos, enana… - y le creí.
-No es eso, Sam, y lo sabes…
-¿Entonces? No me hagas caso, Tom, estaba delirando. La gente cambia y es normal que quieras salir con otra gente. No quiero retenerte aquí conmigo. ¿Me entiendes? Eres tan libre como los demás de salir con quien quieras…
-No es eso lo que quieres, Sam… Me llamaste Tomi y eso solo lo hacías cuando estabas asustada…
-Bien, vale, de acuerdo, no quiero que te vayas… No quiero que os vayáis ninguno, pero no soy nadie para reteneros aquí… Yo solo quiero que… seáis felices…- esto último lo dije en un susurro casi inaudible pero sí lo escuchó. Se acercó a mí y me abrazó como un hermano abraza a su hermana pequeña aunque sólo nos lleváramos veinte días, él seguí siendo más grande que yo.
-Ay, Sami, Sami… - utilizó el aún más diminutivo cariñoso de mi nombre - ¿Cuántas veces tendremos que decirte que para nosotros eres como nuestra hermana y que jamás te dejaremos de lado?
-Tomi… - no podía decir nada más…
-Nunca te dejaremos, enana… - y le creí.
Sam dejó de escribir para mirar el reloj. ¡Santo cielo! Ya hacía más de media hora que había quedado con Alice y ya llegaba tarde.
-¡Mierda! – exclamó en su lengua natal sin darse cuenta
-¡Mierda! – exclamó en su lengua natal sin darse cuenta
Rápidamente cerró la libreta y la volvió a esconder. Cogió su bandolera y metió en ella todas las cosas que necesitaba. Dinero, llaves, móvil, kleenex… Todo fue a parar al interior del bolso sin ningún orden. No le importó. Ya buscaría más tarde si lo necesitaba. Salió a la cocina para dejarle una apresurada nota a su tía. No sabía a qué hora llegaría así que le dijo que no la esperara para cenar. La llamaría más tarde. Salió corriendo del edificio. Alice no vivía muy lejos, pero ya llegaba media hora tarde. Así que corrió a toda prisa. El móvil sonó desde el fondo de la bandolera pero sabía que se trataba de Alice que ya estaba impaciente y de los nervios de tanto esperar. Siguió corriendo sin mirar bien por donde iba. Hasta que cruzó la calle.
Una enorme furgoneta negra se precipitaba sobre ella y no sabía qué hacer. Quedó completamente helada ante la perspectiva de que aquel vehículo se llevara su vida por delante. El conductor le dio al claxon, y ella quiso moverse pero sus piernas no les respondían, estaba al borde de la muerte…
Felizidades por otra entrega que mejora dia a dia :)
ResponderEliminarSta ChIdO eL ReLaTo AvEr cNdO sCaS OtRo!!!!!!
ResponderEliminarK WAPO!!!! bufffff saca + pa k los leamos.
ResponderEliminarBesikos!!!!!!
meee enncanntaa estaa reee buenoooss qieroo ++++
ResponderEliminarWiiiiiii geniales!!!!! cuando la leo voy imaginando las escenas en mi mente!!! es genial!!!
ResponderEliminar