Hello everyone! Esta semana se me hizo eterna… Espero que esten bien y que hayan empezado el año con buen pie. Lo cierto es que, de momento, a mí las cosas me van estupendas, espero que a todos vosotros también. Este capítulo es un poco especial para mí, ya que yo también he tenido que decirle adiós a personas que quería y sigo queriendo mucho… Este capítulo va por mi mejor amigo que me soporta día tras día y a mi hermanita querida a la que hecho mucho de menos… ¡Un beso a los dos desde aquí! Ahora sin más preámbulos, el capitulo 25 de Recuerdos del Pasado…
Desde luego, no nos damos cuenta de lo que tenemos hasta que lo perdemos. Por supuesto yo jamás perdería a mis amigos. Siempre iban a estar ahí para todo. Pero sabíamos que si yo me marchaba a España y ellos seguían de gira, iba a ser prácticamente imposible vernos. Pero lo sabíamos. Volveríamos a encontrarnos. No importa el tiempo que tardásemos en hacerlo, sabíamos que volveríamos a estar todos juntos de nuevo...
El día antes de mi partida mientras hacía las maletas no pude evitar que las lágrimas se agolparan en mis ojos mientras guardaba todas y cada una de las cosas que me recordaban a mi infancia y a mi adolescencia. Todos recuerdos guardados. Era imposible guardarlos todos. Pero cada uno permanecería para siempre en mi memoria.
Justo cuando estaba para salir para pasar una última noche con mis amigos mi tía me retuvo alegando que a dónde iba yo con esas pintas. La miré sorprendida, iba como siempre, con mis vaqueros, mi sudadera y mis zapatillas. ¿Qué había de malo en ello? Iba a salir con los chicos. Ellos ya estaban acostumbrados a verme así vestida. Pero mi tía no me soltaba y arrastrándome de nuevo a mí habitación me dijo que esta era mi última noche y que tenía que disfrutarla más que nunca. Me sentó en la cama y sacó de mi maleta el vestido blanco que los chicos me habían regalado y que no había sido estrenado. Suspiré. Supuse que este era el momento adecuado para usarlo. Posiblemente la próxima vez que nos viéramos ya no me quedaría. Así que dejé que mi tía hiciera conmigo lo que quisiera. Volví a sentirme como un títere bajo manos expertas pero esta vez no me importó en absoluto. Sabía que lo hacía para mí. Porque esta era mi última noche y quería que fuera especial…
Media hora más tarde llamaron al timbre. Estaba poniéndome los zapatos cuando eso pasó. Levanté la cabeza para mirar a mi tía que me sonreía. Yo no estaba muy segura de esto. Creo que mi tía me había vestido demasiado elegante para una noche como otra cualquiera. “No seas boba, estás genial” me dijo antes de salir para abrir la puerta dejándome allí sola atándome las cintas de los zapatos alrededor de la pierna. Me levanté de la cama al tiempo que escuchaba las voces de mis amigos en el hall de la entrada. Charlaban con mi tía y reían. Suspiré. Antes de salir me miré en el espejo. Definitivamente esta no era yo. Mi tía me había ondulado el pelo y me había maquillado discretamente sin pasarse demasiado, lo justo para ocultar mis ojeras. Me veía extraña aunque sabía que seguía siendo yo. Volví a suspirar. En fin… Ya estaba hecho… Giré el pomo de la puerta y la abrí. Cuando salí me encontré que no había sido yo la única que se había arreglado demasiado. Me extrañé aun más pero ahora si que no me sentía un bicho raro entre gente normal. Los cuatro chicos me miraron sorprendidos y era normal, era la primera vez que me veían con un vestido al menos Georg y Gustav jamás me habían visto vestida de esa manera pues cuando los conocí yo ya era consciente de las ropas que me ponía, pero para los twins esta era la primera vez en aproximadamente unos ocho años que me veían así vestida. Y sobre todo con el que el mismo Bill había elegido para mí. Miré en otra dirección intentando apartar mi mirada de sus caretos. La bocina de un coche en la calle nos hizo despertar del shock. Bill se volvió hacia mí.
-Es mi madre, nos lleva a todos…
-¿Llevarnos? ¿A dónde? – no entendía nada…
-Es una sorpresa. – Dijo Tom a mi lado cogiéndome del brazo y sonriéndome. Desde luego, no entendía nada de lo que estaba pasando.
Sin preguntar de nuevo, pues sabía que aunque siguiera preguntando nadie me diría hacia dónde nos dirigíamos. Sentada en el asiento de atrás del coche miraba por la ventana los otros coches pasar, aunque me vi evadida del mundo por unos instantes, no hacía más que preguntarme que me deparaba en España, a quien conocería o como sobreviviría sin mis amigos en la inmensa y desconocida Madrid… Alguien tapó mis ojos con un pañuelo de seda blanco. Me sorprendí y me giré. Odiaba cuando me hacían cosas parecidas a estas. Me agobiaba demasiado rápido. Y empezaba a hiperventilar cuando escuché uno voz en mi oído que me alentaba a tranquilizarme mientras me abrazaba a él. Pude reconocer su voz y su aroma, por lo que me tranquilicé. Respiré profundamente. Él estaba conmigo, nada podía pasarme… Simone aparcó el coche en alguna parte. Lo noté porque dejamos de movernos. Alguien me abrió la puerta y cogió mi mano. Supe que era Bill el que guiaba. Sonreí.
-No sabéis lo mucho que os odio en estos momentos. – ellos rieron.
- Créeme, nos vas a odiar mucho más… - ¿bromeó? Georg
Sonreí. Estaba ansiosa por saber qué me habían preparado los chicos que tenía tanto misterio. Seguimos andando por la calle. Supe que era la calle porque notaba la fría brisa sobre mi rostro que me revolvía el pelo. Y de pronto calidez. Habíamos llegado. ¿A dónde? Ni idea. Simplemente lo supe porque pasé del frío de la calle a la calidez del ambiente de interior. Escuché música de fondo. Una de mis canciones favoritas de Avril Lavigne: Why. Estos chicos estaban en todo…
-¿Estás lista? – volvió a susurrar Tom en mi oído.
-Por favor, dejad ya tanto misterio… - él rió ante mi respuesta y empezó a quitarme la venda de los ojos.
Aluciné en colores cuando me vi en el gimnasio del instituto con todos los alumnos de mi curso, que aunque no me llevaba bien con ninguno, habían dejado sus diferencias para conmigo y allí estaban brindándome su apoyo. Pero en lo que sí repare más detenidamente fue en la primera fila que se extendía delante de mí. Simone justo en medio con mi tía y una niña que reconocí de inmediato.
-¡Rose! – me lancé hacia mi hermana que vino corriendo a abrazarse a mí y a repartir besos por toda mi cara. La dejé hacer y la abracé con fuerza. Como iba a echar de menos aquella niña de pelo castaño oscuro y ojos verdes…
-Sam, vas a volver ¿verdad? No te irás para siempre, ¿a que no?
- Claro que no, pequeñaja. No vas a librarte de mí tan fácilmente. – intenté por todos los medios que la voz no se me quebrara. Iba a volver, si, volvería a Alemania, pero no sabría cuando.
-Ya esta, Rose, ya viste a tu hermana, vámonos.
Alcé la vista para encontrarme con la odiosa de mi madrastra entrar por la puerta. Me dirigió una última mirada llena de rencor. Le devolví la mirada. Que supiera que ya no le tenía miedo, que jamás me destruiría, que yo era más fuerte que cualquier cosa que pudiera hacerme.
-Pero, mami…
-Basta, Rose, vamos.
Me arrodillé enfrente de mi hermana y la abracé con fuerza. Ella me devolvió el abrazo. Sabía que ella conocía la gravedad del asunto. Volvería a verme, claro, pero ninguna sabía cuando sucedería eso. Me acerqué a su oído para susurrarle:
-Se fuerte, Rose, se feliz, prométeme que siempre serás feliz. Hasta el día que volvamos a encontrarnos prométeme que lucharás por lo que crees, por tus sueños, por tus ideales. Yo estaré contigo en cada momento importante en tu vida, siempre que me necesites cierra los ojos e imagina que estoy contigo. Porque siempre estaré ahí. Aunque nos separe una distancia enorme nunca podrán separarnos. Te quiero, hermanita
-Te quiero, Sam. Vuelve pronto.
Nos volvimos a enterrar en un profundo abrazo que no duró más de unos minutos. Después vi como mi hermana desaparecía de mi vista, sin saber cuando volveríamos a encontrarnos. En silencio me despedí de ella y le deseé la mejor suerte del mundo. Iba a pasar mucho tiempo hasta que nos volviéramos a ver. Sonreí. Este era uno de los mejores regalos que jamás me habían hecho, si no el mejor de ellos. Me volví hacia mis chicos que me miraban esperando mi reacción. Les sonreí mientras me acercaba a ellos
-¿De quién fue la idea? – les pregunté poniendo los brazos en jarras. Mientras ponía cara de póker. Rápidamente empezaron a tragar saliva y a mirarse unos a otros.
-¡De Bill! ¡Como siempre! – le acusó Tom
-¡Tom! ¡Fue idea de todos! – se defendió el aludido
-A nosotros no nos metas en esto, Bill, fue tu idea.
- ¿Qué?
Empecé a reírme a carcajadas al verlos discutir de aquel modo, siempre me habían divertido estas peleas. Nunca pasaba nada serio. Solo eran bromitas y normalmente el único perjudicado solía ser Bill. ¡Todo siempre era culpa de Bill! ¡Pobrecito! ¡Cómo lo hacíamos rabiar! Fui corriendo a abrazarme a ellos. De verdad, me había encantado que hubieran hecho esto por mí en tan poco tiempo. Los adoraba con el alma. Y les dí las gracias. Ellos entendieron sin necesidad de más palabras. Les estaba agradeciendo por todo, por estar a mi lado siempre, en las buenas y en las malas.
El resto de la noche fue una completa fiesta, entre risas, mucho cachondeo, baile y bebidas las horas pasaban muy rápido. El ambiente era perfecto y no ocurrió ningún accidente que pudiera lamentarse, ninguno de los de mi curso se acercó solo para insultarme. Simplemente pasaban por mi lado y me decían “Estupenda fiesta, Sam” o “Mucha suerte en España” Cuan hipócrita podía ser la gente… Pero yo estaba ajena a todo eso, simplemente quería divertirme y tener mi última noche, como mi tía me había dicho, especial.
Cerca de la una de la madrugada, cuando estaba bailando una de las canciones más movidas con mi tía y Simone, apareció por detrás Bill que me susurró al oído: “Tom te está buscando” Me giré para mirarlo a los ojos. Asentí con la cabeza. Me volví hacia donde estaban las fiesteras y les informé que iba al baño. Asintieron pero yo sabía que lo hacían para darme la razón, sabían a donde me dirigía. En silencio me perdí entre la multitud que bailaba, sonreía cada vez que me decían algo para no meterles un puñetazo en la boca de tanta hipocresía acumulada. Aunque ya me daba igual todo. Iba a encontrar a Tom y entonces pasaríamos el resto de la noche juntos. Ya me había planteado esto. A la mañana siguiente, en cuanto cojiera el avión con destino a Madrid ya nada nos uniría. Y aunque eso dolía como el infierno ya lo tenía aceptado, era lo mejor, para él y para mí. Pero nada de eso nos impedía pasar una última noche divirtiéndonos juntos.
Pero eso lo pensé antes de darme cuenta de lo que estaba pasando en uno de los rincones del gimnasio.
Conocí esa silueta con solo echarle un vistazo. Rubia, alta, pelo largo y ondulado. ¿Qué hacía ella aquí? Y sobre todo, ¿qué hacía con Tom? La respuesta estuvo clara en mi mente. Era una estúpida niña. ¿Cómo había podido ser tan estúpida? No, yo sabía que esto iba a pasar tarde o temprano. Fue la confianza en que pasara mas tarde que temprano lo que me cegó y no me dejó ver que él iba a buscar lo que yo no podía darle en su ex… Maldita de mí, ¿Cuándo espabilaría? Me giré, volviendo a internarme entre la multitud, pero esta vez pasaba por el lado de la gente sin prestarle atención a lo que me decían… Las lágrimas empezaron a aparecer en mis ojos. No, Sam, no llores, no le des ese gusto. La parte racional y orgullosa de mí luchaba en mi interior por recuperar el control de mi cuerpo pero la parte que se sentía traicionada era más fuerte. Ni siquiera veía por dónde iba, las caras eran confusas, las risas resonaban en mis oídos acribillándolos. Necesitaba aire fresco. Corrí hasta la terraza. Nadie me seguiría hasta allí y podría llorar hasta la saciedad sin que nadie se diera cuenta… Abandoné la calidez del interior del gimnasio para sumergirme en la fría noche de invierno alemana. Me acerqué a la barandilla. El viento agitó mis cabellos y por mi mente pasó la estúpida idea de saltar. La idea era absurda así que denegué enseguida esa opción. Iba de camino a comenzar una nueva vida no a acabar con la que ya tenía. Lentamente me senté en el suelo, abrazándome a mi misma. Las lágrimas hacia tiempo que habían desaparecido, ya no me servían como consuelo. Estaba helada. Pero no quería entrar de nuevo. Me iría a casa. Total, nadie se iba a dar cuenta y así terminaría de hacer la maleta. Con cuidado, intenté levantarme pero mis piernas no me respondieron, caí de nuevo al suelo. Genial… Ahora no… Por favor… Ahora no… Las lágrimas volvían a agolparse en mis ojos y estaban a punto de volver a salir cuando alguien me ayudó a levantarme. No me dí cuenta de quien se trataba hasta que me encontré frente a mí los ojos marrones que tanto me habían hecho suspirar pero que ahora mismo me habían causado el peor de los daños. Desvié la mirada. No quería mirarlo a los ojos. Sabía que si lo hacía me perdería en su mirada y caería de nuevo. Me negaba a rendirme tan fácilmente. Pero él se empeñó en que lo mirara a los ojos. Me resistí. Demasiado tarde. Como buena niña tonta volví a caer en su juego. Aparté sus manos de mi rostro, alejándome de él y volviendo junto a la barandilla. Me enfadé conmigo misma. ¿Cómo podía debilitarme de esa manera? ¿Creía que con una mirada y un beso lo iba a arreglar todo? ¡Ja! ¿Qué se había creído?
-Él no hizo nada. – me giré al escuchar la voz de mi mejor amigo. ¿Qué acababa de decir Bill? ¡Oh, genial, ahora se ponía de parte de su hermano! ¡Toda la vida llevándole la contraria y justo ahora le daba por defenderle! ¡Genial, Bill, échale más sal a la herida!
-No le defiendas ahora, Bill. – pude decir.
-No le defiendo. Digo la verdad. – miré a mi mejor amigo a los ojos y abrí los míos de par en par cuando descubrí en su mirada que no mentía. ¿Qué estaba pasando allí?
-¿Qué?
-Bill y yo hablamos con ella.- Georg apareció en la azotea seguido de Gustav
-¿Y se puede saber para qué? – sentía la rabia apoderarse de mi cuerpo… ¿Qué clase de amigos tenía?
-Creo que conoces la respuesta. Nunca vieron con buenos ojos lo tuyo con Tom. – Gustav lo aclaró todo con una simple frase. Dirigí mi mirada hacia él. No, por favor, él también no…
-¿Tú también, Gus?
-No. Jamás te haría una cosa así. Me conoces más que eso.
Con tanta tensión en el ambiente me alegró escuchar eso de uno de mis mejores amigo. El único que me había apoyado. Incluso más que Bill. Como dolía aquello… Bill… Mi mejor amigo, con el que había estado tan unida, me había traicionado y de la forma más cruel… ¿Cómo había podido hacerme esto justo el día antes de mi partida? ¡Y que hablar de Georg! Mi gigante hermano mayor… Jamás pensé que su sobreprotección llegara hasta este extremo… Apoyando la espalda sobre la barandilla metálica los miré a los ojos. Los cuatro chicos de mi vida. Magníficos e impresionantes. A cada cual más intrépido. Fijé mi mirada en el débil chico de pelo oscuro y arrolladora mirada. Bill estaba arrepentido por lo que había hecho. Georg tampoco se quedaba atrás pero en él aún podía ver el orgullo en su mirada. Bajé la mirada concentrándola en el suelo. Esta era mi última noche. ¿De qué me servía enfadarme con mis amigos? Lo que teníamos que hacer era divertirnos juntos, no formando gresca entre nosotros. Además que lo habían hecho para protegerme. Aunque yo sabía que cosas como aquella podían pasar, y seguramente habían pasado al estar cada uno en lugares diferentes, no tenía por qué enfadarme con ellos por querer abrirme los ojos. Podía darles hasta las gracias… La risa floja se fue apoderando de mí hasta hacerme olvidar el pequeño altercado. Corrí hasta ellos para abrazarlos.
-Mira que sois… Anda, vamos… Aun queda mucha fiesta por delante…
-¿Eso significa que nos perdonas? – preguntó Georg, tontamente
-Tú entra a la fiesta antes de que me arrepienta… - le amenacé
-¡A la orden, capitana!
Reímos ante la broma. Y nos dispusimos a entrar por la puerta de nuevo para bajar otra vez al gimnasio entre risas cuando escuchamos a alguien carraspear. Nos giramos para encontrar a Tom apoyado en la barandilla y mirando el vacío. Nos miramos unos a otros. Sabíamos lo que eso significaba. Quería que nos dejaran solos. Asentí con la cabeza para darles vía libre y se fueran sin mí. Los vi marcharse y después me acerqué a la barandilla. Me apoyé en ella como lo había hecho antes, de espaldas al vacío y aferrando mis manos alrededor de los barrotes metálicos. La suave brisa agitó mis cabellos y giré mi cabeza en su dirección para mirarle a los ojos. Descubrí que hacía rato que él ya me miraba y cuando nuestras miradas se encontraron rió por lo bajo. No entendí muy bien el motivo de su risa pero no dije nada. Esperé hasta que él hablara. El silencio no era incómodo pero no se me ocurrió nada para romperlo, no estaba muy claro quien debía hablar primero, si él, que había dado señales para que nos dejaran solos, o yo, que había dudado de él tan abiertamente y a la primera de cambio. Definitivamente, era yo quien tenía que hablar primero y pedir disculpas por mi comportamiento.
-Lo siento, Tom. No debí haber dudado de ti.
- Es normal que lo hicieras. Nunca he tenido la imagen de chico bueno. ¿Qué te hace pensar que no pagué a mi hermano y a Georg para que salieran en mi defensa?
-Porque te conozco mejor que eso. Puede que ahora que eres conocido por todos, hayas agrandado tu imagen de “Todo me resbala” y hayas hecho creer a todos que eres así desde siempre… Pero a mi no me engañas. Te conozco desde que teníamos siete años. ¿Crees que no se como eres? La imagen que has creado para ti simplemente es una sombra, una forma de cubrir al verdadero Tom. ¿Y para qué? Para protegerte. Ahora mismo puede que estés pensando que estoy chiflada o que he bebido demasiado, pero tú sabes, muy en el fondo, que tengo razón. Y por eso sé que no me has engañado. Al menos no a mí. Porque conozco esa parte de ti que jamás nadie ha podido imaginar.
Volvió a fijar su mirada en mis ojos haciéndome saber que yo tenía razón, aunque él jamás lo admitiría, desde luego, a orgulloso y machito no le ganaba nadie… Sonreí. Siempre me había gustado enormemente esa parte de él. Cuando iba a preguntarle si volvíamos a la fiesta, se separó de la barandilla para atraparme contra ella y rodearme de nuevo con sus brazos. Segundos más tarde aprisionó mis labios entre los suyos. Y al hacer esto, mi cuerpo respondió. No era la primera vez que me pasaba, pero siempre lo había controlado. Ahora, sin embargo, no había nada más que me apeteciera. Esta era mi última noche, ¿no? ¿Qué mejor que esa noche para ello? No iba a volver a verlo en mucho tiempo y tal vez la próxima vez que nos viéramos, ninguno sentiría lo mismo. Así que nada perdía por intentarlo. Esta iba a ser mi noche. Nunca me lo había planteado pero eso no me importó. Aquello no era algo que se planeara hacer, era algo que surgía con el momento, y este era mi momento.
Cuando separó sus labios de los míos nos miramos a los ojos. Creí que no hacían falta palabras para decirle lo que pasaba por mi mente en esos momentos. Y en efecto, me entendió sin necesidad de palabras absurdas. Antes de hacer o decir nada, volvió a besarme al tiempo que cogía mi mano para, segundos más tarde, internarnos entre los invitados de la fiesta buscando la salida del recinto sin que nadie se percatara de nuestra ausencia. Antes de salir por la puerta echemos un vistazo para ver que nadie nos siguiera. Prácticamente imposible. Georg, Gustav y Bill charlaban entre ellos mientras en otra punta Simone, Gordon, David y mi tía se divertían entre copas. Sonreímos antes de internarnos entre la oscuridad de la noche…
Otro lindo capitulo !!! xD de vdd que me encanta esta historia pero eso ya lo saben jajaja grax Amanda! :P
ResponderEliminarAmanda, amiga, felicitaciones nuevamente, fue mas que hermoso este capitulo, al igual que cada uno de ellos.Am quiero dar las gracias al blog, primero por la informacion que brinda, y segundo, porque gracias a el, y a esta hermosa historia, conoci a una hermosa persona, a un ser muy dulce, que es Amanda, que desde el primer momento en que hablamos tuvimos una gran conexion y con quien comparto varias cosas, desde ese momento me encariñe con ella, y cada dia que pasa y que hablamos ese cariño sigue aumentando. Es una persona encantadora, maravillosa y a quien considero una gran amiga, a pesar de la escaces de tiempo que tenemos de conocernos. Por eso, mil gracias al blog, y Amanda, te quiero mucho, de verdad, sos muy especial, gracias a vos tambien por escribir esta hermosa historia y que tambien gracias a ella te pude conocer.Un beso enorme amiga y felicitaciones de nuevo por este capitulo, el cual me hizo llorar bastante, te quiero, Dai
ResponderEliminarMuy bueno Amanda, cada vez te quedan mejor tus personajes.
ResponderEliminarEstoy muy contento de ver que continuas escribiendo cada dia, poniendo mucho esfuerzo y ganas.
Gracias por incluirme en tu entrada, me ha alegrado muchisimo. Estare desando leer el siguiente, cuidate mucho.
Para mi mejor amiga Amanda de:
† Elfire
Me encanto el cap!
ResponderEliminarMuy bueno Amanda!
Me pareces una escritora genial (Y)
SIGUE ASI ! ;)
Cada capitulo mejoras más y más!
Küsses!
Pass Auf!
Flavia*