lunes, 12 de octubre de 2009

RECUERDOS DEL PASADO CAPITULO 11

Hola a todos de nuevo. Otra vez muchas gracias por sus comentarios. Espero que el resto también lo disfrute. Este capítulo es un poco más largo de lo habitual pero es que no sabía donde cortar… ¡No podía dejar de escribir! Espero que les guste y anímense a comentar. Besos y saludos.
Cuatro chicos altísimos se encontraban en el comedor de su piso ayudando a poner la mesa. Ellos levantaron la vista, ella les devolvió la mirada. ¿Qué demonios hacían ellos aquí? No, Sam, recuerda, deja atrás el pasado, ellos te quieren, a su manera, pero te quieren… Nadie dijo nada, las palabras eran innecesarias, ¿o tal vez si era necesario una explicación? En un silencio bastante incómodo los chicos se dirigían miradas el uno al otro a ver quien hablaba primero…
Y Sam lo escuchó. La voz de su corazón habló por ella dejando escapar las lágrimas de la prisión de sus ojos. Corriendo hacia ellos se abrazó al primero que encontró. Los brazos de su mejor amigo le correspondieron enterrando su rostro en el pelo de la chica y cogiendo el rostro de ella entre sus manos.
-Lo siento tanto, Bill… Yo nunca… Jamás quise deciros algo como eso… No lo pensaba en serio… Os quiero tanto… - millones de cosas atravesaron la mente de Sam, cosas que quería decirles, cosas que quería contarles, cosas que le habían sucedido a lo largo de los años, pero ninguna de ellas salió por su boca. Estaba que no cabía en ella de la emoción que sentía. Bill no la odiaba, ninguno de ellos lo hacía, estaban allí preocupándose por ella, y devolviéndole los abrazos… Sonreía tan ampliamente que ya le dolían los músculos de la cara, pero no le importó.
-Eh… Espera… Tú no tienes la culpa… No vuelvas a decir eso, Sam… Sabemos la verdad, eso es lo que cuenta… Oh, ¡cómo te he echado de menos! – inquirió la voz de su mejor amigo en su oído mientras la abrazaba con toda la fuerza que su cuerpo le permitía.
-¡Eh! Que aquí también existimos… - se quejó Georg
Sam se alejó de Bill y fue hasta su gigante amigo que la rodeó con sus enormes brazos. Se sentía tan pequeña y tan débil a su lado, pero eso no le importó. Se abrazó a su amigo sin barreras, como siempre había hecho, ya nada existía entre ellos.

Acto seguido la atacó Gustav por detrás. Ella se giró fingiendo un quejido de dolor y se abrazó a él del mismo modo que a sus dos otro amigos. Y para colmo, como sabía lo mucho que le molestaba, empezó a darle besos… Él se quejó y los demás rieron, incluida Teressa que lo veía todo desde la cocina. Él la apartó de sí y ella se quejó.
-Jo, Gus… Nunca me dejas…
-Tira por ahí… - ella se cruzó de brazos y puso cara de niña pequeña enfadada. Él la ignoró. No iba a ceder...
-Ésta me la pagas, que lo sepas…
-Si, sí, claro… Cuando tú digas…

Sam le dirigió una de sus miradas asesinas… Como respuesta él se rió de ella. Ella se enfadó aún más. En broma, claro.
-¡Eh, Gustav, no la enfades! Que aún quedo yo… - Sam dirigió su mirada hacia el último de sus amigos

No dijo nada sin embargo. No sabía que hacer, tenía que abrazarlo, tampoco era para hacerle quedar mal… Pero tampoco sería la primera vez que lo hiciera… Tenía que hacerlo, y cuanto antes, se estaba empezando a notar tensión y lo menos que quería ella era eso. Se acercó a él con sigilo y lo abrazó. Ese abrazo no duró mucho sin embargo. Con él había sido con el que más enfados tontos había tenido y eso no se olvida de la noche a la mañana aunque quisiera…
Él notó el cuerpo rígido de ella al abrazarla y esto le dolió. Es cierto que el día anterior habían tenido sus pequeños roces pero seguían siendo amigos ¿no? Eso no podía destruir su amistad… Aferró con fuerza el trozo de metal que aún reposaba en su bolsillo, aún no era el momento para devolvérselo…
-¿Y qué os trae por aquí? ¿Cómo habéis sabido que vivía aquí? – miró a su tía
-A mi no me mires… - se limpió las manos la aludida
-Fue bastante complicado la verdad. Todo fue idea de Tom, lo parezca o no, a veces puede ser listo…- lo atacó su hermano. Sam rió. Echaba de menos la peleítas de los gemelos
-¡Eh! Que yo siempre he sido listo…
- Si, si, claro, lo que tú digas…
-No hagas caso al afeminado este…
-¿A quién llamas tú “afeminado”? ¿Tú, que se mira en todos los espejos que encuentra y se repite lo guapo que es, cosa que no es cierta…?
-Yo no hago eso, gilipollas…
-No, claro que no…
-El caso es que volví al bar ayer por la noche, y le pedí al camarero tu dirección, o el número de teléfono, algo con lo que localizarte, pero no me lo quiso dar… Total, que cuando salía me encontré con la camarera que nos había atendido y con la que te habíamos visto hablar y le pregunté. Me dio el de tu amiga Alice porque no tenía a mano el tuyo. Llamé a tu amiga y después de mucho discutir me dio el número de tu casa. Llamé esta mañana y me lo cogió tu tía. Nos invitó a comer y aquí estamos…
Sam miró en otra dirección. Estaba feliz de encontrarlos allí pero una parte de ella aún se aferraba a la idea de que tenía que dejarlos marchar y hacer su vida. Apartó ese pensamiento de la cabeza. Ahora tenía que olvidarse de sus tonterías. Estaba en casa…

Los miró sonriendo.

-Y qué tal todo? Qué pregunta más tonta… Os va genial… - divagó ella mientras ayudaba a su tía a llevar la comida a la mesa, donde ellos ya empezaban a sentarse como si estuvieran en su propia casa… Es cierto, a veces la confianza da asco…
Los chicos rieron. No querían hablar ahora de su vida social, solo querían saber qué había sido de su amiga estos tres largos años. A ella no le hacía mucha gracia hablar sobre ella, pero ¡qué demonios! Eran sus amigos, era lo más normal del mundo… Y cuando Sam empieza a largar… Nadie puede hacerla callar… Demasiado tiempo con los gemelos, diría yo…

Les contó sus primeros días de instituto, omitiendo los insultos de los que fueron sus compañeros, a los chicos no les haría mucha gracia saber ese pequeño detalle, cómo sus profesores se habían impresionado ante el gran dominio de ella en su lengua. A pesar de ser alemana 100%, desde muy chiquita se había interesado en la cultura de su madre y desde muy pronto había dominado el español. Era parte de sus raíces y la sangre latina siempre había corrido por sus venas.

Acto seguido les contó las paridas que había vivido con su mejor amiga. Los chicos rieron. Realmente esa era la Sam que recordaban, alocada y siempre dispuesta a vivir mil aventuras.
Les contó todo lo que pudo recordar. Todas las cosas divertidas, claro. No pensaba contarles lo mal que había llevado su separación, su dolor, los abusos que sufrían ella y su amiga por parte de sus compañeros de instituto, ni tampoco cuando se ponía triste al recordar sus momentos juntos. Ahora era momento para risas y no para esas tonterías. Aún quedaban tres semanas por delante en las que tendrían momentos para todo, y éste no era un momento para llantos y lamentos.

Y también les preguntó por muchas cosas, ¿cómo estaba Simone? Echaba tanto de menos a aquella alocada mujer… ¿Y Gordon? No era que hubiera tenido una estrecha relación con él pero adoraba a aquel hombre… Les preguntó por David, aunque le había visto el día anterior había sido tan corto el espacio de tiempo en el que se habían visto y ella había sido tan borde que no les había dado tiempo a charlar. Sin mencionar que había sido él el que había estado a punto de atropellarla… Y, por supuesto, por ellos mismos… Cuando Teressa desapareció misteriosamente para dejarles intimidad, les preguntó sobre sus vidas privadas….
-Venga, chicos, quitando a Tom, que ya sabemos todos sus líos… Contadme, ¿cómo fue todo? ¿Alguna especial?

Ellos se miraron…
-No iréis a decirme que os da vergüenza hablar de eso conmigo… Seré una chica pero sigo siendo vuestra amiga…
-Es que no hay nada que contar… ¿No ves que todos siguen siendo vírgenes?- se rió Tom
-No me creo eso… ¿A que no?
-¡No! ¡Claro que no! – exclamaron los otros. Tom rió.
-Yo… Bueno… Cuando te fuiste… Conocí a una chica… - empezó a decir Bill pero aún no arrancaba…
-¿Y…? – preguntó su amiga al ver que no seguía…
-Ciertamente no la quise demasiado… Pero me gustaba… Solo duramos un año… Y de eso hace dos años… Desde entonces nada de nada…
-¿Ni una groupie? – preguntó Sam, para asegurarse. No le gustaban nada esas chicas que perdían hasta la dignidad simplemente para que su artista favorito se les acercara… No era ni prostitución, al menos las putas cobraban…
-Ni una. Ya sabes… El sexo sin amor para mí no tiene sentido…
-Bill es taaaaann conservador… - se burló su hermano.
- No lo creo así. – agregó Sam a favor de su mejor amigo – Pero, bueno, cada uno tiene su opinión… ¿Y mi adorado Georg? ¿Qué tal tus citas?
-Un desastre…
-Imposible…
-Tan cierto como que estoy aquí sentado… Tuve mis líos, pero sinceramente estoy harto de que se me acerquen por ser el bajista de Tokio Hotel y el amigo del gran Tom Kaulitz…
-¡Eh, Georg! Yo no tengo culpa de que sepan elegir bien… - volvió a reírse el gemelo mayor.
-Eso se puede solucionar… - dijo Sam pensativa.
-¡¿Cómo?! – preguntaron todos, los tres ansiosos por saber, el otro con miedo…
-Castrando al gran Tom Kaulitz… -ella sonrió al escuchar las risas de sus tres amigos observando como el aludido se llevaba las manos a la entrepierna mientras tragaba saliva.
-¡Sam! – se quejó él sin apartar las manos de su bien más preciado.
-Solo era una broma, hombre… - sonrió ella. Los otros tres chicos aún estaban riendo a carcajada limpia. - ¿Y tú, Gustav? ¿Qué tal todo?
-No me puedo quejar… En serio, tuve algo por ahí pero eso se acabó… Y sí, estoy bien, todos estamos bien en ese terreno, no tienes de qué preocuparte…
-Unos más que otros, Gustav…- volvió a burlarse Tom.
-Me parece que voy a por ese cuchillo, chicos…- dijo Sam levantándose de la mesa hacia la cocina.
-¡Quieta ahí! – exclamó el aludido cogiéndola por la muñeca. Ella hizo un gesto de dolor. Gracias a Dios ninguno lo notó. Sam volvió al asiento. - ¿Y qué hay de ti? ¿Ningún chico?
-Ehm… - vamos Sam, piensa rápido…- Pues… La verdad… si… -mintió
-Mírala a ella… Tan inocente que parecía… - rió Tom
-Bueno, no duró mucho… Bah, olvidadlo… - le quitó importancia al asunto…
-Vamos, somos tus amigos… ¿Qué pasó? – le preguntó Bill
-En serio, chicos, no quiero hablar de eso… -principalmente porque no sabía que contarles, puesto que no había nada que contar.
-Vale, si no quieres hablar vale… Pero cómo nos enteremos de algo lo mataremos, ¿verdad, Georg? – le preguntó Tom a su amigo. Si él solo supiera…
-Por supuesto… Ése se va a enterar…
Sam rió. Echaba de menos las sobreprotecciones de sus amigos.

Un teléfono sonó en la lejanía interrumpiendo las risas que tenían lugar en mitad de la habitación. Era el de Sam.
-¡Alice! – exclamó esta mientras iba a su habitación en busca del móvil. Lo encontró en el bolsillo de los pantalones que había llevado la noche anterior. Lo cogió al vuelo. La pobre seguramente ya estaba por darse por vencida. Salió al comedor mientras hablaba con su amiga. Nick la había llamado. Tenían que trabajar esa misma noche. - ¡No fastidies! – se le escapó en alemán…
-¿Qué pasa? – preguntó uno de ellos…
-Nada, nada…
-¡¿ESTÁS CON LOS TOKIO HOTEL?!- gritó su amiga al otro lado del teléfono, Sam tuvo que apartar el aparato de su oído.
-Ya, Alice, que me vas a dejar sorda…
-Perdona, pero aún sigo sin creerme que son tus mejores amigos. – Sam rió. A su amiga le estaba costando lo suyo hacerse a la idea.
-No tuve que ocultártelo tanto tiempo, sabía que esto pasaría tarde o temprano. Confiaba en que fuera mas tarde que temprano, pero bueno… Vale, acércate a mi casa y te los presento… Te estás muriendo por preguntarme eso… Así que pásate…
-¿Te he dicho ya que eres la mejor amiga del mundo y que te quiero con el alma?
-Deja de hacerme la pelota si no quieres que cambie de opinión.
-Estoy allí en diez minutos…
-Alice, la carretera… No se te olvide mirar…
-Si. Bueno, ahora que se que están en tu casa no me tiraré delante de una gran furgoneta negra. Realmente no me importaría que Bill me secuestrase… - la loca de Alice siempre la hacía reír con sus ideas.
-No, si ya me imagino lo que le harías tú al pobre de Bill…
- ¡Eh! ¿Qué pasa conmigo? – preguntó el mencionado al escuchar su nombre… Sam le hizo un gesto como que no pasaba nada…
-Te digo yo que no será tan pobre cuando le haga yo un par de cosas…
-Creo que te equivocaste de gemelo, Ali…
-Geeez… Puede ser… Pero prefiero a Bill… A Tom te lo sigo dejando a ti, que no te vendría mal un…
-¡Alice! – le cortó Sam al saber de inmediato lo que iba a decir su amiga.
-¿Qué? Iba a decir un besito, solo eso…
-Sí, claro…
-Alucinas, tía, deberías ir a ver un médico o algo… Bueno, que estoy ya en la puerta de tu casa ábreme.
-¿Ya? – preguntó Sam a su amiga mirando el reloj de pulsera de su muñeca derecha y yendo hacia el telefonillo para abrirle.
-Sam, no vivimos tan lejos…
-Anda, sube… - Sam abrió y colgó el móvil.

No pasaron ni cinco minutos hasta que Alice apareció en la puerta de su casa con una sonrisa tímida dibujada en los labios. Miró a los chicos y después miró a Sam…
- No sabía que tuvieras visita… - dijo la locaza de su amiga en alemán para que los otros pudieran enterarse también. Gracias a Dios manejaba de perlas el idioma. Había tenido la mejor de las profesoras… - Lo siento, ¿molesto? – Sam la miró y puso los ojos en blanco. Adoraba a su amiga pero esto ya era un truco bastante sucio…
- Para nada, entra. – Tom la miraba de arriba abajo, casi se relamía los labios. Sam miró en otra dirección, sabía que esto pasaría. Alice… Alice era Alice… Alta, delgada y con sus curvas de mujer bien definidas atraía las miradas de casi la mayoría de los chicos. Lo único que los echaba atrás era cuando descubrían que la chica era extraña a su manera. Pero para Sam era fantástica. Solo que nadie había sido capaz de ver más allá de su espectacular físico.

Alice se dio cuenta del gesto de su amiga y miró a Tom, ¿cómo podía gustarle a su amiga aquel idiota? Solo era un estúpido egocéntrico que se movía por su instinto más primitivo, el cual no podía remediar, y que le daban igual los sentimientos de nadie menos los suyos propios. Él era todo lo que Sam odiaba… ¿Cómo demonios le quería? “Alice recuerda que fueron amigos una vez y que según lo que te ha contado ella, él no era así” Cierto. No había caído en eso…

Sus ojos azules pasaron a través del guitarrista y se concentraron en el muchacho de pelo negro y ojos marrones que le había enamorado desde la primera vez que lo había escuchado cantar. Pero él no la miraba. Sus ojos estaban centrados en su amiga que seguía con la mirada perdida. Allí había algo aunque su amiga no se diera cuenta, no era tonta, podía ver cómo Bill casi se comía con los ojos a Sam.
-Ehm… Sam… Sólo venía a decirte que Nick quiere que estemos allí sobre las 10 y media… Es noche libre, así que ya sabes… - Sam la miró con pánico, sabía lo que eso significaba – Toma, te traje algo de ropa… Sé que odias estas noches, pero es cuando se gana más dinero… Y lo sabes… No te preocupes por la ropa, elegí algo discreto… Lo justo para insinuar… Pero ninguno te tocará… Y si se atreven… Para eso estoy yo, que les meto una que se enteran…
-¿Aún no te he dicho lo mucho que te adoro? – le dijo su amiga dándole un beso en la mejilla y cogiendo la bolsa con la ropa que ella le tendía. Miró el interior. Falda corta, camiseta palabra de honor y tacones… Muy típico de su amiga… - Jo, Alice creía que me querías más… - dijo sacando la falda - ¿cómo crees que me voy a poner este trozo de tela?
-A ellos parece que les gusta… - dijo señalando a los cuatro chicos que miraban aquel pedazo de tela y luego dirigían su mirada hacia Sam alternativamente… Sam rió. Sabía por qué hacían eso, nunca la habían visto con algo así puesto… Sólo una vez la vieron con vestido…Vestido que había elegido el mismo Bill…
- Créeme, sólo les extraña…- volvió a meter la falda a la bolsa. Los chicos volvieron a la Tierra.
-Sam… ¿tú… llevando… ESO? – se extrañó Gustav
-Gajes del oficio… - suspiró ella.
-¿Trabajas? – preguntó Tom
-Claro, estoy ahorrando para cuando vuelva a Alemania. Estaré sola así que debo tener mis ahorros para los gastos de la casa y de mis estudios.
-Estás de coña, ¿verdad? – dijo Georg mirándola seriamente.
-No… Quiero ir a Alemania, quiero terminar mi carrera allí y me pagaré mis estudios como cualquier otra estudiante normal…

Ellos rieron. Las dos amigas se miraron como diciendo “¿De qué se ríen?”
-Sam, tu sueño siempre fue ir a Oxford… - dijo Bill una vez dejaron las risas aparte
-Si… Pero mírame, Bill, vivo en un piso de alquiler, con mi tía que ante los ojos del estado se fugó conmigo para evitar que mi madrastra cuidara de mi hasta que cumpliera la mayoría de edad. No tengo dinero para comprarme la ropa necesaria para el trabajo… Y…
-Y tus mejores amigos te van a pagar tus estudios en la universidad que te dé la realísima gana… - terminó de decir Tom

Alice miró a su amiga y sonrió… Se acercó a los chicos y preguntó
-Jo, Sam, ¿me los puedo quedar? Son tan ricos… Con doble sentido claro… No se si triple… A eso no creo que llegue… Pero bueno la cuestión no es esa…
-Alice, no van a hacer eso…
- Estás siendo idiota, Sam… ¿Por qué no podemos hacerlo? Nos sobra el dinero y tú lo sabes… - explicó Bill clavando la mirada en los ojos de su amiga- Ya que ninguno de nosotros va a gastar ese dinero en fondos para los estudios, al menos nos gustaría que tú si lo hicieras… ¿Y qué mejor que en la universidad en la que tanto soñaste? No vamos a dejar ni que te lo pienses. Ya sabes, en septiembre empiezas allí. Quedas advertida.
Sam los miró. Cada uno de ellos clavaba su mirada en ella. No iba a aceptar el dinero de nadie y menos de ellos. No necesitaba la caridad de nadie. Saldría adelante. No les había necesitado en estos tres años y no iba a empezar a necesitarlos ahora. Ya estaba con la idea fija en su mente. Su tía regresaría a Barcelona, su ciudad natal y ella volvería a Alemania y viviría en la casa que había ocupado su tía en sus años en el país germano. Tal vez algún día iría a visitar a Simone, ella había sido como una madre para Sam y lo menos que se merecía era una visita de la niña convertida en mujer que había arrasado su cocina y había hecho tantas trastadas con sus amigos en esa casa…

Pero no quería discutir de nuevo con los chicos. Ya se hablaría mas adelante. Aún le quedaban tres semanas para acostumbrarse a ellos de nuevo y podían hablar de miles de cosas.
-Sois insufribles… -comentó con sorna. Ellos rieron
-No tienes escapatoria, Sami, lo sabes… - la voz aniñada de Bill siempre la hacía sonreír.
-¿La llamaste Sami? – preguntó Alice, sorprendida - ¿Y no le pegas? – miró a Sam
-Bill era la única persona que podía llamarme así…
-Realmente te odio… - se enfadó Alice en plan broma. Siempre que la había llamado así, ella le pegaba en el brazo… Había llevado tantos moratones que había abandonado la lucha…
-¿Y se puede saber en qué trabajas que tienes que llevar eso puesto? – Preguntó Georg, aún sin creerse que Sam llevara esas ropas.
-En el pub al que fuisteis anoche. Trabajamos allí los sábados porque viene mucha gente. Necesitamos la pasta así que Nick nos aceptó. –explicó Alice
-¿Y tenéis que ir vestidas así? – inquirió Gustav, alucinado.
-No, no siempre. Un sábado al mes, Nick hace como una fiesta libre, viene muchísima gente, tenemos música de todo tipo, go-gós, humo, y esas cosas… Puede pasar cualquier cosa ahí dentro… O esa es la ilusión que pretendemos dar… Por eso, Nick nos obliga a vestirnos más elegantes… Digámoslo así… No nos pasa nunca nada, Nick siempre contrata a un enorme portero para estas fiestas, y quien se pasa con las camareras o con las bailarinas va a la calle… Nosotras solemos bromear con “nadie toca a sus chicas” y es cierto, nadie nos toca. Bromeamos con los clientes y esas cosas pero nunca nada más… - explicó Sam., aún viendo la mirada que le brindaban sus amigos...- Chicos, tranquilos, no pasa nada…
-¿Eres… camarera? – preguntó Tom con un cierto aire de superioridad. Sam lo recriminó con la mirada.
-Oh, míralo a él, cómo es el guitarrista de una banda famosísima ya se cree mejor que nadie… - atacó Sam.
-No soy así y lo sabes…
-Ya no sé quien eres, Tom… Lo siento, pero es lo que pienso…
Sam desvió la mirada y supo que él también había hecho lo mismo. ¿Qué pasaba ahora? Habían empezado bien de nuevo, estaban otra vez como antes, ¿por qué ahora se fastidiaba todo de nuevo? Pero no se disculpó no tenía por qué hacerlo, era lo que pensaba. Había cambiado mucho y ambos lo sabían aunque él no quisiera aceptarlo…

El se levantó de la mesa y se dirigió hacia la puerta. Estaba enfadado, se le notaba, todos lo sabían, incluso Alice que no le conocía de nada podía darse cuenta de que el comentario de su amiga le había dolido bastante. Dirigió una última mirada a Sam, llena de rencor y tan fría como un trozo de hielo de los polos, antes de salir por la puerta para no volver a entrar. Ella nunca pensó en recibir una mirada suya tan hiriente, pero ahí estaba, oscura y vacía… La hizo temblar de pavor… Pero, ¿qué derecho tenía él de enfadarse? Ninguno, absolutamente ninguno. No cuando él había sido el que la había herido mucho más, manchando las palabras y gestos que había recibido por su parte, riéndose de ella cada vez que una tía con una buena delantera se le cruzaba delante. ¿Realmente era él el que tenía derecho a enfadarse con ella?....

4 comentarios:

  1. Genial!!!! oh dios mio!!! entonces al parecer Bill esta enamorado de Sam????? pero sam de Tom???? y Alice de Bill??? oh dios!!!!!! no imagino que pasará!! ya quiero leer el otro haaaa tengo que esperar una semana, pero vale la pena.
    Felicidades!!! amo esta historia.

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  2. halo
    woow
    me kede cn
    la boka
    abierta
    d vdd
    estuvo
    genial
    bueno
    me voi
    chau
    ia kiero el otro
    bye bye

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  3. WoAw!!! Me encantaa!! como engancha!! y como e lloraooo!!! Espero que el pobre Tommi perdone a Sam... y que Sam se de cuenta de que Tommi no ha cambiado...
    ME ENCANTA TU FIC!! ENHORABUENA!!

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  4. Muy bueno, cada vez los haces mas largos y mas emocionantes.

    Se pone cada vez mas interesante y aun quedan muchas cosas por contar...

    Haber si llega pronto el Lunes XD.

    Felicidades por otro Capitulo.
    SALUDOS


    Elfire

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